Los nuevas tecnologías, de la mano de la realidad virtual, están reinventando los conciertos tal y como los conocíamos en favor de los eventos digitales vía streaming
Las circunstancias virológicas están poniendo en jaque a un fenómeno tan masivo como lo es la música. A pesar de las dificultades, si algo han demostrado los gestores musicales es su enorme adaptabilidad ante el estallido de una pandemia sin precedentes. ¿Cómo? Mediante conciertos virtuales.
La música siempre ha demostrado su capacidad de explorar nuevos horizontes.
Hace unos meses, en pleno confinamiento, una persona comentaba su inminente entrada a un concierto. Si bien no entendía sus palabras, un solo gesto bastó para comprender que el mundo estaba cambiando y que las nuevas tecnologías están marcando un antes y un después social y, sobre todo, musical. Así, aunque su entrada al evento mantenía el formato físico, eran unas gafas de realidad virtual (VR) las encargadas de crear cuatro paredes libres de peligros virológicos.
Muchos alabaron la propuesta de Coldplay y Samsung cuando en 2017 convirtieron el primer concierto virtual en una realidad. No obstante, el pensamiento general asentaba las bases de un enorme crecimiento tecnológico, pero pocos confiaron en un posible modelo de negocio rígido y consistente. Eran otros tiempos y la amenaza de un virus no se cernía sobre un mundo cultural necesitado de nuevas ideas.
Todos los ámbitos culturales han unido fuerzas por medio de la creatividad y la esperanza.
Todo conduce a Fortnite. El título fijó un nuevo paradigma en la industria del videojuego y sus propuestas no se planteaba dejar de sorprendernos. El 25 de abril de 2020, el videojuego desarrollado por Epic Games reunió a un total de 46 millones de personas en torno al concierto virtual del rapero estadounidense Travis Scott.
Este éxito sin precedentes en la historia de los conciertos dio alas a invitar a nuevos artistas, de forma que el reggaetonero J Balvin se unió a la fiesta hace apenas unas semanas. Pero, ¿qué hay de las marcas y sus patrocinios? Según los datos emitidos por la propia empresa, Nike fue la principal cara visible y su valor de exposición fue de más de 500.000 euros.
El futuro es incierto y es complicado pronosticar el devenir del fenómeno cultural por excelencia. En todo caso, creer es poder. Y pocos han deseado resurgir tanto como lo ha hecho el mundo de la música. ¿Suplantarán los conciertos virtuales al modelo establecido? ¿Serán capaces ambos fenómenos de complementarse en busca de un mismo fin? Solo el tiempo dirá si la moda es pasajera o ha venido para quedarse.