Desde hace un tiempo, una nueva banda está resonando con fuerza entre quienes buscan algo más que estribillos pegadizos. Se llaman Platz, nacieron en 2020 y, aunque apenas han pasado unos años desde su formación, ya han construido un universo sonoro propio, con un discurso lírico tan directo como demoledor.
Formados por Massad Kassab (voz y guitarra), Daniel Biot (batería), Lucas Calpe (guitarra) e Izan Navarro (bajo), Platz propone un viaje musical atravesado por las sombras de la adolescencia y la crudeza de madurar en tiempos inciertos. Su segundo disco, Calprotectina, publicado menos de un año después de su debut Prochaska y Diclemente, es un ejercicio de sinceridad que habla de ansiedad, enfermedades crónicas, pérdida de amistades y heridas emocionales que aún supuran.
Lejos de buscar ornamentos, su sonido apuesta por la inmediatez. Las canciones respiran urgencia, pero también están cuidadosamente construidas. Grabado en Casafont (Lleida) y producido por Uve Martínez, Calprotectina debe su nombre a una proteína asociada a enfermedades inflamatorias intestinales, una referencia nada casual: el propio Kassab convive con esta dolencia crónica, cuya huella emocional impregna todo el álbum.

La portada, diseñada por Assad Kassab —padre del vocalista—, recoge visualmente esta vulnerabilidad con una imagen tan explícita como poderosa: un intestino en forma de corazón, símbolo perfecto de esa mezcla entre dolor físico y emocional que atraviesa sus letras.
Este verano, Platz continúa girando y el 9 de agosto estarán en el Oropesa Summer Festival (Alicante), donde desplegarán en directo esa energía que los ha convertido en una de las bandas más honestas y prometedoras del rock alternativo actual. Y después… la calma antes de la próxima tormenta: ya preparan nuevo material que empezarán a publicar en 2026.
Si aún no los conoces, es el momento. Platz no son solo un grupo: son un síntoma. Y también, quizá, una cura.




