
El escritor catalán Miqui Otero, autor de la celebrada “Simón”, nos cuenta cuáles son los discos se llevaría a su isla desierta.
Miqui Otero es uno de los escritores clave de la escena literaria en castellano de la última década. Se puede decir así, alto y claro. Su última novela, la sensacional Simón (Blackie Books, 2020), se llevó con todo merecimiento el premio El Ojo Crítico de Narrativa de RNE. Lleva hasta ahora más de 20.000 ejemplares vendidos. Incluso se convertirá pronto en una serie de televisión.
Antes, publicó los también excepcionales Rayos (Blackie Books, 2016), La cápsula del tiempo (Blackie Books, 2012) e Hilo musical (Alpha Decay, 2010). Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que cada uno ha sido mejor que el anterior.
Pero Miqui Otero (Barcelona, 1980) también ha escrito de música. Mucho. En realidad, nunca ha dejado de hacerlo, porque es de quienes no entiende la vida sin ella. Y en cualquiera de sus libros se refleja. Es por eso que nos interesan tanto sus discos favoritos.
Hemos aprovechado la ocasión para someterle a nuestro inmisericorde cuestionario: ¿Se pueden escoger solo cinco discos para llevarte a una isla desierta, si fuera el caso?
Él, osado y amable como es, nos ha contestado que sí. Y estos son los cinco elegidos. Hay calidad y variedad, desde luego.
1 – The Television Personalities – And don’t the kids just love it (Rough Trade, 1981)
“Es un disco para escuchar a grandes zancadas por la calle, a gritos, y con la cabeza debajo de la almohada, entre sollozos. Pocos discos me dan tantísimo calambre. Por sus líneas de bajo como flechas, su batería de latido taquicárdico, sus letras que son poesía de fregadero atascado, billar antiguo y desgracia cotidiana. Es la obra de un genio absoluto. Es, probablemente, mi disco favorito”.
2 – Brenton Wood – Oogum Boogum (Double Shot Records, 1967)
“Como ese amigo que te pone de buen humor, al que acabas llamando cuando andas encapotado. Brenton es una voz privilegiada, saltarina y elegante, al servicio del soul más pop, del que ha llegado para alegrarte la vida. Es raro, por bonito, por luminoso, y por no haber militado en ninguna de las grandes escuderías del soul, ni en Motown ni en Stax ni en Atlantic. Pero es que va solo. Este disco es como una bolsa de caramelos con truco antidepresivo”.
3 – Vashti Bunyan – Just Another Diamond Day (Philips, 1970)
“Es curioso cómo un disco que a mí me aporta tantísima luz y sol surgiera en un viaje a caballo y en tren por Escocia: un país precioso , pero que por cielo tiene un tupperware. Desde que nacieron mis hijos tengo una cubeta dedicada exclusivamente a la música que calma a las fieras.
Ahí están Joni Mitchell, Bert Jansch, Pentangle, Janis Ian… pero destaca esta preciosidad de miniaturas con las que me duermo con una sonrisa (a veces antes de que lo hagan las “fieras”, mis criaturas, vaya)”.
4 – Dion – Born To Be With You (Phil Spector Records, 1974)
“De Dion, y sus Belmonts, me gusta absolutamente todo. Su versión de “Swinging on a Star” es infalible en mi día a día. Pero este disco, mano a mano con Phil Spector, es una absoluta maravilla, de las que no se gasta por muchas veces que las ponga. Solemnidad no ampulosa y el preciosismo justo para que sea eso, precioso, y no rimbombante. Yo quiero envejecer así, como suena este disco”.
5 – El Niño Gusano – El escarabajo más grande de Europa (RCA, 1998)
“Yo, con este disco, aprendí poesía antes de leer una sola poesía más allá de los diez cañones por banda del colegio. Y además lo hice con el sonido que me gusta, de filiación psicodélica (o psicodelicada, como lo definiría) sixtie. Me introdujo en la maravilla de lo cotidiano, en ver la realidad con unas gafas de colores, en cómo hasta lo más duro puede ser raro (en la acepción de excepcional, de único en su especie).
Le debo mucho a Sergio Algora, que aparece siempre en mis novelas, reconocido o camuflado: “El hombre es un corazón que no late y el corazón es un hombre que se va a parar”, sí, pero también “fabriqué un dado, con la palabra HOY en cada lado”.