El músico francés, arreglista de algunas de las bandas más exquisitas del pop europeo, publica un delicioso nuevo àlbum

Tan cerca y, a la vez, tan lejos. Así estamos – casi siempre – respecto a nuestros vecinos franceses, una tierra que desde hace décadas nos ha abastecido de suculentas viandas sonoras que solían gozar de cierta popularidad al sur de los Pirineos, y de un tiempo a esta parte (puede que la globalización haya hecho de contrapeso al largo proceso de integración europea) parece que recibimos de una forma mucho más ocasional, excepción hecha de grandes nombres como los de Yann Tiersen o Benjamin Biolay. Hubo un tiempo, hace cosa de unos veinte o treinta años, en que las novedades discográficas del Hexágono nos llegaban por decenas cada temporada.
Ahora, han de competir con músicas de todo el globo para copar nuestra atención. Y es una pena que así sea, porque muchas veces quedan fuera de nuestro radar algunos trabajos deliciosos. Al menos la distribuidora Gran Sol, que pone en circulación en España las últimas entregas del sello alemán Tapete Records, cuenta en su catálogo más reciente con una joya firmada por Louis Phillippe, el veterano músico normando que ornamentó, con sus excelsos arreglos de cuerda, algunos de los mejores discos de los británicos The Clientele, The High Llamas o Martin Newell, del japonés Towa Tei (ex Dee – Lite), de su paisano Bertrand Burgalat o de nuestros La Buena Vida, la añorada banda donostiarra.
El currículo de Louis Phillippe daría casi para una novela: a su ingente discografía desde principios de los años ochenta hay que sumar su condición de brillante periodista deportivo. Suyas son las premiadas biografías de Eric Cantona y Thierry Henry, dos leyendas del fútbol galo, a las que hay que sumar su trayectoria como cronista de France Football, la revista que cada año otorga el Balón de Oro al mejor jugar del ejericicio, desde hace más de dos décadas. El caso es que si recala en ¡Mússica! no es por sus escritos deportivos, como comprenderán, sino por un nuevo trabajo – a la venta el 11 de diciembre – cuya escucha recomendamos encarecidamente.
Si son ustedes amantes del pop elegante, sutil, bien orquestado, con su punto de barroquismo y su mucho de distinción, les aseguramos que Thunderclouds (Tapete/Gran Sol, 2020) les proporcionará unas cuantas tardes o noches de deleite. Si son ustedes de quienes se solazan bien a gusto en compañía de los Tindersticks, Everything But The Girl, XTC, Burt Bacharach, Brian Wilson y demás orfebres del pop delicado y colorista, este disco, el primero que el compositor francés graba con una banda prácticamente en directo, The Night Mail (el correo nocturno, nombre de los más apropiado) tiene todos los números para convertirse en uno de sus mejores compañeros para estos próximos días de celebraciones navideñas más reducidas y en familia (de número, no de corte) que nunca. Hágannos caso. No se arrepentirán.