Tal vez no haya existido en la historia de la música italiana de los últimos cincuenta años una obra que haya suscitado tantos elogios y tanta hostilidad, que haya tenido tantos adoradores y tantos detractores, todos ellos apasionados y firmes en sus convicciones, como la de Giacomo Puccini. Guido M. Gatti
El Teatro de la Maestranza de Sevilla ha comenzado una nueva temporada con una programación de gran calidad, como nos tiene acostumbrados, donde destacan las composiciones líricas. Dos son las conmemoraciones especiales que el teatro sevillano quiere celebrar esta temporada 2024/2025: Los 150 años de la mítica ‘Carmen’ de Bizet, a los que se unirá el próximo año el 150 aniversario del fallecimiento de su creador. En total serán nuevo los espectáculos entre ópera, opereta y zarzuela los que podremos disfrutar en la sala principal del teatro; además de cinco recitales líricos.
Otro de los grandes acontecimientos operísticos de la temporada es la representación en el escenario de la capital andaluza de Turandot, de Giacomo Puccini. Desde el jueves 7 al sábado 16 de noviembre -en seis sesiones- tendremos la oportunidad de asistir a la representación de Turandot con un doble elenco en sus principales papeles: Las sopranos Oksana Dyka y Kristina Kolar como Turandot y los tenores Jorge de León y Héctor Sandoval en el papel de Calaf.
El compositor italiano es esencial en el repertorio operístico y, como recuerda Alexandra Winson en su libro El «problema» Puccini (Acantilado, 2024), es “favorito eterno del público mundial, sus obras más conocidas constituyen pilares básicos de los teatros de ópera, de San Francisco a Sídney. Puccini representa hasta un punto tal vez inigualable la esencia misma de la ópera italiana, al menos tal y como permanece en el imaginario colectivo: melodiosa, apasionada y emocionalmente directa”.
El argumento de la ópera es conocido: “Turandot es una princesa china, cruel y fría, que desecha uno a uno a todos sus pretendientes y los desafía con una serie de pruebas imposibles de cumplir. Quien sea digno de ella habrá de franquear su inexpugnable fortaleza y responder a los enigmas que le planteen. Será el joven Calaf quien responda a las tres adivinanzas y conquistará el amor de la princesa, para dolor de la enamorada Liù”.
Turandot fue estrenada en La Scala de Milán en 1926. Puccini ya había fallecido sin que hubiera podido finalizar el tercer acto. Fue el compositor Franco Alfano quien tuvo la responsabilidad de ponerle el punto final. Sin embargo, en esa primera representación, su director, el músico Toscanini detuvo la función en el punto en el que donde había dejado la partitura. La ópera se popularizó años más tarde con el final de Alfano, objeto de ciertas críticas. Sin embargo, como se ha recordado, poner un final a la historia que cuenta la ópera de Puccini no era fácil: Había que conciliar el clímax emocional que suponía el sacrificio de Liù con el final feliz posterior.