La artista mexicana ha publicado un espléndido tercer álbum, que finalmente no podrá presentar este verano en nuestro país.
Emociones a flor de piel. Honestidad emocional. Tradición y contemporaneidad. Son algunas de las trazas que bien podrían definir la carrera de Carla Morrison, la artista mexicana de 36 años que tiene este año un nuevo álbum bajo el brazo, aunque (desgraciadamente) no podrá venir a presentarlo a nuestro país como estaba previsto, dentro de citas como La Mar de Músicas, de Cartagena, por problemas de logística.
Hay quienes la han definido como como un cruce entre José Alfredo Jiménez y Patsy Cline, y lo cierto es que escuchándola la definición no resulta en absoluto descabellada. Todo lo que sus manos tocan acaba rezumando la misma autoridad y magnetismo que las canciones de cualquiera de las grandes damas del country alternativo norteamericano, aunque siempre con el filtro que le confiere ser mexicana.
Su último disco, el tercero, se llama El renacimiento (Cosmica Artists, 2022) y salió hace unas semanas, avalado por esta “Diamantes”, que es la único que hasta ahora cuenta con un videoclip oficial, y ha recabado (con toda razón) las mismas cálidas críticas que cualquiera de sus trabajos anteriores.
Otro espaldarazo a la carrera de una artista que debutó en formato largo de la mano de Natalia Lafourcade, quien le produjo Mientras tú dormías (Cosmica Records, 2010), pero explotó creativamente a partir del seductor Déjenme llorar (Cosmica Records, 2012), que fue el disco que le reportó un par de Grammy latinos y la convirtió en disco de oro en su país. Luego llegaría el sobresaliente Amor Supremo (Cosmica Records, 2015), y así hasta llega a esta nuevo disco, sobre cuyas virtudes podremos hablar pronto con ella en una próxima entrevista que leerás aquí en ¡Mússica!