Jason Pierce vuelve por sus fueros con esa atemporal síntesis de gospel, blues, soul y free jazz que nadie maneja mejor que él desde un prisma rock.
¿Cuántos músicos amagan con su despedida pero luego se arrepienten? ¿Cuántos nos dicen que va a ser su última gira o su último disco pero les acaba picando más el gusanillo de la creación? Cientos, seguramente.
El británico Jason Pierce es uno de ellos, aunque en su caso no se deba deducir que lo haga por marear al personal o por seguir ganando pasta a base de decir que esta será la última vez y no más, y así continuar lucrándose a costa de la fidelidad de su público.
Su obsesión por el trabajo bien hecho raya lo enfermizo, y los frecuentes vaivenes que ha dado una salud algo maltrecha han hecho el resto para que su obra sea más bien intermitente en los últimos años. Pero qué obra. Qué discos.
Si el último que publicó, And Nothing Hurt (Bella Union/PIAS, 2018), era un disco sobresaliente, casi a la altura del maravilloso Ladies and Gentlemen We Are Floating In Space (Dedicated, 1997), este nuevo disco, del que hemos seleccionado “The Mainline Song”, no le va muy a la zaga.
Everything Was Beautiful (Bella Union/PIAS, 2022) resume su fórmula de siempre, pero lo hace extraordinariamente bien. Nadie sintetiza mejor la esencia del blues, del gospel, del soul añejo y del free jazz en un contexto rock que él. Spiritualized son un concepto, una idea, una marca que no pertenece ya a ninguna coordenada espacio-temporal. Y su alquimia envejece como los mejores vinos.