La banda norteamericana se sobrepone a una crisis personal y creativa con su mejor disco en más de una década, avalado por canciones como esta.
El pop y el rock, como la vida misma, siempre ofrecen segundas y terceras oportunidades. Que se lo digan a Ben Bridwell, el alma de los Band of Horses. Su carrera estaba algo alicaída y casi nadie esperaba ya algo grande de ellos, pero su último disco ha desbordado la más optimista de las previsiones. Tiene garra, mordiente y buenas canciones. De las que calan a la primera escucha, además.
Quizá lo que necesitaba el músico de Seattle era una buena sacudida, aunque es de suponer que él no habría deseado que fuera de tal calibre: hace poco que se separó de su mujer e inició unos costosos trámites de divorcio con cuatro hijos de por medio, y parece que la experiencia le ha removido tanto por dentro que le ha servido para volver a componer canciones apasionadas, fibrosas e inspiradas. También luminosas, en cierto modo.
Pero no os vayáis a pensar que el reciente Things Are Great (Caroline/Music As Usual, 2022), que así de irónicamente se llama el disco, es un trabajo lastimero o triste, uno de esos discos de ruptura sentimental que tanto se estilan tras un cisma de pareja. Ni mucho menos. No van por ahí los tiros, y quizá sea lo mejor.
La banda norteamericana ha sabido extraer luz del desencanto, y ni una de estas diez canciones tiene momentos redundantes o material de relleno. Esta “Warning Sign”, con videoclip dirigido por Ben Fee, es una buena muestra. Como también lo es “Crutch”, que ya incluimos en nuestra playlist del mes de marzo.
Hay motivos de sobra, pues, para darles a Band of Horses el crédito que aún se merecen y para disfrutarlos. Estarán el 18 de noviembre en la Apolo de Barcelona y el 20 en La Riviera de Madrid, dentro de una gira cuyas fechas completas podéis consultar aquí.