Ya lo cantaban Os Resentidos: Galicia, sitio distinto. Y así sigue siendo. Los afluentes del folk gallego se están revitalizando gracias al talento de un puñado de músicos que los reformulan con el arma de las nuevas tecnologías. Teresa Cuíñas nos acerca a ese riquísimo y fértil vivero en este completísimo informe.





El caladero de la música tradicional es una fuente de recursos que la escena creativa gallega surca con el arrojo de la marinería que desafía la dureza del Gran Sol. Hacia los setenta y aún en los ochenta, realmente eran unos pocos privilegiados quienes conocían el alcance del tesoro guardado en casas de aldea con cocinas de leña, toda esa memoria de canciones, melodías y pasos de baile para entretener el jornal y animar las celebraciones. El grupo Milladoiro, los músicos Rodrigo Romaní y Emilio Cao, ambos destacados arpistas, y los gaiteiros Carlos Núñez y Cristina Pato, en épocas distintas, ostentan, entre otros muchos honores, el mérito de traspasar fronteras.
El repertorio patrimonial se mezcló con otros sonidos de raíz, se hizo permeable a instrumentos insólitos y llegó a oídos nuevos. La herencia se convirtió en un valor apreciado también fuera del país y en un vínculo con las llamadas naciones celtas. El auge de la world music en los años noventa fue una buena marea que consagró definitivamente al folclore gallego en la consideración de embajador cultural con pompa y boato. De puertas para dentro, espoleó el genio creativo y estimuló la transmisión y el aprendizaje.
Varias vueltas al sol después, en un mundo radicalmente distinto, la reinterpretación del legado musical sigue siendo recurrente y además es infinita. Trasciende el celtismo y la copia fidedigna y prima la transversalidad y la lectura personal hecha, ahora ya sí, con un profundo y ampliamente extendido conocimiento de causa gracias al trabajo primoroso de generaciones de docentes y especialistas. En el catálogo de la exposición Cantámola en galego (2021), en donde repasa manifestaciones artísticas de los últimos 20 años, el crítico musical Pepe Cunha, autor del blog abretedeorellas.com, afirma que “Galicia es una potencia en música tradicional propia”.
Lo que suena en este siglo demuestra que está viva y carece de prejuicios. A Internet y a la globalización debemos muchas penurias y, entre sus bondades, también cierto cosmopolitismo a ambos lados del escenario y a la tecnología, mayores e impensables facilidades de acceso a los medios de producción y difusión. Y, como ocurre en todas las culturas, la vuelta a las raíces más interesante parte de una mirada contemporánea. Esta es una selección, de las muchas posibles, para iniciarse. Lo mejor es que pronto le faltarán nombres.
Como ocurre en todas las culturas, y la gallega no es una excepción, la vuelta a las raíces más interesante parte de una mirada contemporánea.
Dos discos exquisitos, Marful (Producciones Efímeras, 2006) y Manual de seducción (Marful, 2010), del cuarteto Marful, bastaron para encandilarnos para siempre con su inspiración en la música de los salones de baile de los años treinta y cuarenta, en la intersección de la música popular con las primeras bandas de jazz. Al frente estaba Ugia Pedreira, creadora total.
Prendido en su estela, Caxade hizo una aparición apoteósica con A dança das moscas (Discos da Máquina, 2016) o la romantización de las fotos en sepia de nuestros antepasados. Dos discos continuaron la senda de su propuesta pop folk de banda de música que tanto recuerda a Beirut y en 2020 entregó un tema “Lesmas secas”, que anticipa un nuevo trabajo que esperamos con el corazón preparado.

En esa veta, la apuesta es Momboi, finalistas en 2020 de ese cazatalentos que es el Concurso “Narf” de la Deputación de A Coruña en homenaje al añorado compositor Fran Pérez (Os Quinindiolas, Chévere, Psicofónica de Conxo). Como adelanto de su disco de debut, acaban de publicar “Teresiña”, una delicia en la que suenan una guitarra flamenca y un combo de percusión tradicional.
La guitarra clásica, el violín y el acordeón son tres instrumentos fundamentales en las músicas populares que en manos de Trilitrate pueden sonar a improvisación libre, jazz, world music o a una banda sonora con momentos para cualquier otra cosa que se les ocurra a los miembros del trío, músicos procedentes del underground y de formaciones clásicas que se reúnen sin premisas. Su nueva y tercera entrega, Está de grelo (Ropeadope/Gandula, 2021), incluye, como curiosidad, un pequeño recetario con esta modesta joya de la gastronomía gallega.
Como cantante, la gaiteira, pianista y compositora Guadi Galego trajo la revolución a la que fue, hasta su llegada, banda instrumental Berrogüetto, un auténtico dream team de músicos, con permiso de Milladoiro. Tras una década, y varios proyectos paralelos, Galego emprendió su carrera en solitario orientada al pop. Su quinto disco, Costuras (Altafonte, 2020) pone rumbo hacia la electrónica.
Su sucesor en Berrogüetto fue Xabier Díaz, también docente e investigador folk y cuya cruzada por “dignificar la pandereta” le llevó a poner en marcha una escuela virtual con los tutoriales que grabó durante el confinamiento. En sus tres últimas publicaciones tiene como aliadas a Adufeiras de Salitre, percusionistas con quienes construye deliciosas reinvenciones melódicas.
Cuando ya tenía una carrera bien sólida como gaiteiro, en 2019 empezamos a escuchar la voz de Xosé Manuel Budiño. El disco Fulgor (Arredor Produccions, 2019) supuso su metamorfosis como cantante pop, senda que camina con gentes como Xoel López, Jairo Zavala (Depedro) y Pablo Novoa.

Uno de los motores diésel de la escena musical gallega actual es el versátil Hevi, rapero (Fluzo, Malandrómeda) y productor de bandas tan dispares como Novedades Carminha, Ataque Escampe, Ortiga, Boyanka Kostova y, recientemente, Faia y Néboa, dos proyectos vinculados al folclore, aunque en diferentes grados.
En su debut discográfico, Ao cabo Leirín (Autoeditado, 2019), la cantante Faia Díaz Novo (De Vacas, Coro Encaixe) sujeta el hilo de los archivos transmitidos por mujeres y se los trae al presente en crudo, a capela y con el sonido ambiente de cada escenario en el que ella los fue registrando: un bar, el arcén de una carretera o al calor de una chimenea. La grabación es de una solemnidad conmovedora y sus presentaciones en directo conservan ese mismo sabor de secreto antiguo y verdadero contado en la intimidad.
Lo último de Faia Díaz Novo es de una solemnidad conmovedora, y sus directos conservan el sabor de secreto antiguo y verdadero, contado en la intimidad.
El estreno de Néboa, A realidade enganosa (raso estudio, 2020), acaba de distinguirse como mejor álbum en gallego en la reciente edición de los Premios de la Música Independiente (MIN) y es un ecosistema en el que conviven música tradicional, jazz, pop, rock y electrónica. La procedencia diversa de los miembros de este quinteto de virtuosos, galardonado con el Premio “Narf” en 2018, se refleja en este poliedro, grabado y producido, en parte, en el Laboratorio Soyuz de Hevi.
En otra órbita vuela Moura con su primera entrega homónima (2020), un aquelarre también nominado a los MIN. El combo formado desde hace años por músicos de bandas como Lüger, Holywater y Guerrera, bebe tanto del rock progresivo y de la psicodelia como del kraut y del folk y ya está grabando su segundo disco, que promete ahondar en el acercamiento al acervo. Su sello, Spinda Records, los incluye, entre veinticuatro bandas estatales, en el recopilatorio Grados. Minutos. Segundos (2021), con el tema inédito “Muiñeira da Maruxaina”.
Una improvisación grabada en los camerinos del festival escocés Celtic Connections de 2017 las hizo virales en las redes sociales, y desde entonces todo lo que Tanxugueiras tocan se convierte en oro, como su “Midas” (2021), un sencillo de factura sofisticada que teje palmas, autotune y aturuxos. Cantareiras y pandereteiras casi desde que nacieron, se atreven con todo, son espontáneas, divertidas y perfeccionistas. Las entradas para verlas en el festival La Mar de Músicas de Cartagena, en julio, volaron en pocas horas. En agosto, compartirán el escenario del TerraCeo de Vigo con Kiko Veneno y, con más artistas, participan en el nuevo proyecto de Raül “Refree”, que se anuncia basado en la tradición gallega.
La morriña fue la inspiración cuando Alejandro Guillán estaba fuera de casa y transformó ese sentimiento en Baiuca. Con sus tres entregas Solpor (raso estudio, 2018), el EP Misturas (raso estudio, 2019) y Embruxo (raso estudio, 2021) lo está petando, literalmente. Es difícil no moverse frente a la aleación explosiva de folk y electrónica que articula composiciones propias y canciones populares. Además de su habilidad para hallar la conexión tribal entre el clubbing y el serán, dos tipos de reuniones eminentemente nocturnas con carácter festivo, hay que reconocer el talento del productor para atraer complicidades.
Baiuca, el proyecto de Alejandro Guillán, lo está petando con una aleación explosiva de folk y electrónica que halla la conexión tribal entre el clubbing y el serán.
Un imprescindible de la escena tradicional como el cantante y bailador Xisco Feijóo y el carismático Rodrigo Cuevas firman colaboraciones, Adrián Canoura comanda la hipnosis visual y su mano derecha es el percusionista Xosé Lois Romero, quien, al frente del colectivo de músicos Aliboria como en sus diversos proyectos personales, es otro pilar fundamental en la resignificación contemporánea de ese torrente sanguíneo saludable que es el legado sonoro.
Baiuca no está solo en esto. El enamoramiento desde la electrónica es un hecho y las aproximaciones, rozagantes. La del productor Alberto Cernadas, crnds, en su primer trabajo, homónimo y recién publicado, consiste en tomar patrones rítmicos tradicionales e incorporar recursos de la electrónica con un resultado muy armonizable con los paisajes brumosos norteños.

Más allá de que en su tercer disco, ExNovo (Arkestra Discos, 2021), Belén Vidal, BFlecha, cante por primera vez en gallego y lo haga con un poema inédito de Xavier Queipo, en este paso añade un aporte de sonidos orgánicos procedentes de gaitas, pandeiros, palos y piedras a su r’n’b de textura digital para diseñar una utopía futurista “donde las estadísticas y los algoritmos han sido abolidos para recuperar la atención y escuchar con ojos cerrados para soñar otra vez”.
El proyecto de hip hop y electrónica de Laura LaMontagne & Pico Amperio se inspira en la música patrimonial y en textos literarios de épocas diversas, desde la cantigas medievales de la tradición culta hasta la poeta Xela Arias, autora homenajeada este año en la celebración de las Letras Galegas. Aún sin disco publicado, la unión de la poeta y cantautora y el DJ es una de las sorpresas más estimulantes de este flujo prometedor.
Antes, durante y después está Mercedes Peón. Tiene un pie en el campo y otro en el laboratorio. Durante 25 años recorrió aldeas con una grabadora y desarrolló una impagable labor de divulgación en Televisión de Galicia. Para los anales quedan sus intervenciones haciendo sonar un sacho en el escenario, donde demostró la potencia vibrante de lo humilde y cotidiano.
Hace más de dos décadas grabó Isué (Resistencia, 2000), su primer disco y, hasta el último, Déixaas (Altafonte, 2018), su discurso de observación-acción y su voluntad exploradora de las posibilidades inagotables del arte sonoro desde la cepa patrimonial se han ido expandiendo por todos los ámbitos de creación que suscitan su curiosidad, más allá incluso de la música. Entre alalás y sintes, ella cambió el paradigma.