Los cinco pilares de las fiestas abyectas: Bolleras al vapor, Barbara Hammer, Psicodélicos para la depresión, Astrólogos y pitonisas, BDSM… y muchas, muchas desconocidas.
Me contaron que había un grupo de chicas queriendo levantar un proyecto de sauna en Barcelona dónde todas pudiésemos ir desnudas, bailar technazo y regaetton a muerte y tomarnos un buen gin-tonic en vaso de balón en la piscina.
Creo que lograron sacarlo adelante, de ahí sale su nombre. No sé exactamente como llegaron a ser, pero esto es, lo que sería para mí una fiesta ideal y un espacio de sanación y pureza mental y emocional.
Allí no habría juicios, una vez te quitas la ropa todas somos iguales y es lo que debería ser.
Reeducar la mirada, que te guste más la rara, que puedas desnudarte entera en alma y cuerpo. Que hubiese cuartos oscuros donde poder compartir un buen cigarrillo, una buena impresión sobre un libro de Jonathan Franzen, o incluso ponerte una película de Rohmer.
Allí no se follaría. Aquí hacemos el amor. Y no hay nada como el BDSM para demostrarse amor y el sexo Kinky, que si no lo conoces ya estás tardando.
He visto a chicas atarse y enlazarse cuerpos y manos de unas maneras tan románticas que he deseado una y mil veces estar en el medio, pero nunca me he atrevido. Aquí me atrevería, me dejaría llevar, jugaríamos con jabones, con olores como si un de un hamman se tratase dirigido por todas nosotras.
Allí no habría estrés, ni drogas sintéticas.
Allí volveríamos a los 60, dónde descubrieron que los psicodélicos podían curar la depresión con una sola sesión. Se sabe que el opio se consumía como analgésico para muchos dolores y que el alcohol a día de hoy es la única “droga” legal por una cuestión cultural y religiosa, la sangre de cristo lo llaman algunos.
Las sustancias psicodélicas, LSD, ayahuasca, éxtasis, ketamina…abren la puerta a un nuevo paradigma para el manejo de trastornos mentales como la depresión, el síndrome de estrés postraumático, la ansiedad y las adicciones.
Fueron prohibidas en los años 60 y hoy en día ya están a la vuelta de la esquina como la salvación para todas las que tenemos depresiones y alteraciones emocionales como una montaña rusa.
Por supuesto a las que somos TDA o TDH hay varias cosas que nos estallan en la cabeza, pero una de ellas es no tener certezas. No soporto la incertidumbre, ni las sorpresas ni los regalos, ni que la vida me dé imprevistos.
A mí me gustan las certezas, la inmediatez, estar preparada para lo que va a pasar, organizar a mi ejercito emocional armado contra cualquier peligro, saber si tu ex va a aparecer en cualquier momento.
Por eso es importante que tengamos a nuestra pitonisa y nuestro astrologo de confianza. Una buena lectura y echada de cartas, pero de la baraja española, que es la mejor y la más fiable y una buena conjunción de los planetas y que no te pille otra vez Mercurio Retrógrado sin regar las plantas.
Por último, creo que lo más interesante, sería no conocer a nadie. Que la regla crucial sea que cada invitade pueda llevar una persona cómo máximo.
En las ciudades grandes ya parece que tienes que tirar de la teoría del aparcamiento para conocer a alguien, es decir, aparcar en el hueco libre y eso no puede ser, tenemos que generar otros parkings donde quepamos todas.
Es decir, de tu fiesta abyecta saldrías renovada, como si vinieses de un retiro de silencio sin meditación, a ritmo de bombo de negras y de Cat Power. Con autoestima, sabiendo cual va a ser tu futuro, preparada contra la vida externa hostil y por supuesto con muchísimas amigas nuevas. Y hasta si tienes suerte, quizá salgas de los baños con trabajo.
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