La prensa del ramo se reajusta como puede en un año más que complicado
O también podría decirse que navegando en medio de la tormenta, más bien. Quizá sería una descripción más adecuada. Unos vienen y otros se van, como decía la canción. En realidad, siempre fue así. Y lo seguirá siendo. Porque queremos pensar – pensamos, vaya – que la necesidad de leer contenidos musicales va a estar siempre ahí. El interés por saber más de esos músicos a quienes seguimos. La voracidad por saberlo todo de los artistas a quienes admiramos. El afán por contextualizar la información, digerirla en su necesaria mesura y, sobre todo, manejarnos en medio de una actualidad que a día de hoy resulta tan inabarcable que bien merece una criba. Esa para la que no tenemos tiempo: ¿qué escuchar? ¿qué leer? Decisiones que redundan en nuestra felicidad, y cuya solución ha de ser rápida. Inevitablemente.
También, por qué no, siguen cotizando la curiosidad acerca de los consumos musicales de personajes de la actualidad. En esencia, lo único que debe cambiar es el formato, quizá el tratamiento, pero la información en torno a la música tiene todo el sentido desde el mismo momento en que es precisamente la música popular la que está más presente que nunca en nuestras vidas. En nuestro tiempo de ocio, mientras trabajamos, mientras nos desplazamos, mientras hacemos deporte. No digamos ya cuando salimos, bailamos, nos divertimos. Aunque ahora todo eso sea solo un anhelo, algo que recuperaremos, tarde o temprano. Puede que ya no responda al ansia contracultural de hace décadas, que ya no sirva como correlato de ninguna utopía. Pero lo que no ha perdido nunca, y sigue sin hacerlo en momentos tan convulsos e imprevisibles como estos, es su capacidad para reflejar nuestro tiempo.
La música pop y rock sigue sin perder la capacidad para reflejar nuestro tiempo
Toda esta larga perorata viene a cuento de los vaivenes que el 2020 nos ha dejado. Un paisaje que podría ser de tierra quemada, por las bajas de quienes se quedaron en el camino, pero no lo es porque incluso desde los suelos de hormigón más compacto pueden (y deben) crecer rastrojos. La pandemia nos sorprendió con el cierre abrupto de todo un buque insignia de la información musical en castellano: Rockdelux. Tras 35 años, se veían obligados a bajar la persiana. Una cabecera histórica, que fue quizá una de las mejores escuelas periodísticas oficiosas de España, y que no pudo aguantar las dificultades económicas que llevaba años sorteando, pero que se ha recicló unos meses después, en formato digital y a finales de año, manteniendo la calidad de sus textos, acrecentando su transversalidad y dotándose de un atractivo diseño. Lamentablemente, también tuvo que cerrar Q en el Reino Unido. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuya a remojar, debieron pensar el resto de publicaciones en papel. Y fue precisamente lo que hicieron Ruta 66, Popular 1 o Mondosonoro, todas ellas obligadas a una cierta reinvención (el vocablo de moda, pronto nos acabará resultando tan cansino como «resiliencia») para capear el temporal, agravado por la dependencia de unos ingresos publicitarios que, con la industria del directo prácticamente paralizada, menguaban de forma palpable. Ruta 66 acaba de celebrar su 35 aniversario. todo un logro. Mondosonoro acaba de rebasar los 25 con buena salud, pese a que haya tenido que suspender la edición en papel y su contenido como revista, en este momento, solo puedan consultarse en un doble PDF mensual, al margen de su web, y se está rascando la cabeza con iniciativas tan inteligentes como su nuevo Club Mondo, con buenos contenidos de pago, exclusivos para suscriptores. Popular 1 se acerca a su 50 aniversario permitiéndose incluso la publicación en paralelo de un libro, No me Judas, Satanás, a cargo de César Martín, su máximo responsable. Efe Eme ha logrado que sus Cuadernos trimestrales sobrepasen los 25 números, los seis años, y mantiene su web en perfecto estado de revista. Con créditos o sin ellos, no es poca cosa. Ni mucho menos. Hay mucha ilusión y mucho savoir faire ahí.
Medios como Ruta 66 o Mondosonoro han rebasado su 35 y su 25 aniversario, respectivamente, de forma casi heroica
Es verdad también que webs como Indiespot tuvieron también que chapar el negocio, tras más de una década. Aunque luego haya integrado su know how en la nueva Rockdelux digital. Ni lo digital por sí solo, ni tampoco el papel por lo que le toca, son la panacea. Que los ERTES y la reducciones de plantilla continúan. Que los destrozos tardarán en remendarse. Pero también es verdad que han nacido otros proyectos, como Música Dispersa (web y PDF dedicados a la frondosa y muy saludable actualidad musical de Catalunya, València y Baleares), que aunque parecen quiméricos por brotar en medio de un panorama tan complicado, tienen – deben tener – una viabilidad. Hasta la revista Mixmag, especializada en la escena electrónica, ha publicado recientemente su número cero en España. Esta misma publicación, que estás leyendo, es otra pieza de ese puzzle. Quizá con otro punto de vista, puede que con una visión distinta (lógico: ¿para qué apostar por fórmulas ya existentes?), pero con el convencimiento de que aquí venimos a sumar. Entre todos. Porque, sin música, y sin nadie que la escriba – parafraseando a García Márquez –, ya sea desde el pentagrama o desde las redacciones, físicas o virtuales, nuestra vida sería un auténtico muermo. Larga vida a la prensa musical.