Perrate presenta Tres golpes en directo en Jerez, Madrid y Santander. El último trabajo del artista se define como un flamenco radical y puro al mismo tiempo, que sigue explorando la hibridación y la reinterpretacón.
Tras once años sin publicar ningún disco, Perrate ha vuelto a las raíces del flamenco con su aclamado nuevo trabajo, Tres golpes. Para su presentación, el artista recorrerá las ciudades de Jerez, Madrid y Santander con su banda, acompañado de Paco de Amparo, Antonio Moreno, Jesús Bascon, Cris Romero y Pepe Fernández.

Tres golpes es la apuesta radical de Perrate por el presente de su apellido. Perrate tiene el significado original de “puro”, que no es algo que tenga que ver con la sangre ni con la tradición ni con el linaje. Puro tiene que ver con la forma. Hablar de hibridación en flamenco siempre es redundante. Híbridos son las soleá de Triana y las seguiriyas cabales sin dejar de tener una forma bien definida. Incluso lo informe puede ser puro.
Tres golpes tiene eso, tres miradas de los nudillos de la mano sobre el cante, la tradición y la forma. Tres golpes es un fandango callejero de Los gaiteros de San Jacinto, un grupo colombiano en la tradición de la música africana que llevaron los esclavos y tantos libertos de la zona del Pacífico. Para Perrate es una proclama también, algo que ordena las distintas formalizaciones que en este trabajo se alcanzan.
Tres golpes lleva, por un lado, cantes con una forma familiar propia, no tanto cantes de la casa, más bien de la puerta de la casa que es donde a menudo se hacían así, crudos, sin adornos. Por otro lado hay una personal aproximación a formas que pudieron haber estado en el venero del flamenco pero que, por alguna razón, se perdieron. Esto es, la chacona, la jácara o la folía que Tomás hace no con la coartada historicista, sino, más bien, imaginando qué hubiera pasado con estas formas si hubiesen atravesado los dos siglos de metamorfosis -algunos lo llamaban “degeneración”- que significa el flamenco. Finalmente, y a partir de ese mismo sentido, hay formas nuevas para tonás, romances, seguiriyas y seguidillas, un nuevo sonido, táctil, algo que se puede tocar, palpar, pesar.
A Tomás de Perrate le gusta la historia de que su Loreto antecesor, el segundo apellido de Manuel Soto Loreto, o sea, del histórico Manuel Torre, sea una translocación de Leyton, apellido esclavista que vindicaría su origen negro. Y ahí estan, entonces, los sonidos negros, ahora ampliando su significado no sólo por el black de la negritud africana, también por lo oscuro del cuero y lo subterráneo, de la cueva eléctrica donde nacieron lo sonidos del siglo XXI, también por ese negro, también.
Experimentación en el sonido de Tres golpes
Este trabajo es experimental y atrevido también en gran medida a la apuesta por Refree, el productor que mejor ha definido el sonido radical del último flamenco y que con Perrate da otra vuelta de tuerca. Su caja de herramientas se enfrenta ahora a una voz cruda, que se abre en canal como los antiguos surcos del vinilo. Y en todas estas experimentaciones tiene esencial importancia la presencia del productor Raül Fernández, ya sea en labores de producción, a la guitarra o, especialmente, con el sonido del órgano que él mismo interpreta.
A esto hay que añadirle los acompañamientos a la percusión de Antonio Moreno, el contrabajo de Miguel Ángel Cordero y el saxofón de Juan Jiménez para dar con unas canciones que emergen de la solemnidad o la fuerza que se necesita según la ocasión, y que Tomás interpreta con su voz grave e imponente. Sobrecogedora en “Noche oscura” y “Soy la locura” y sorprendente en “Los fonemas”; también festiva como en las lúdicas “Boa doña”, “Tres golpes” o “Arde la casa de Cupido”. De disfrute en todos los registros que la selección de temas le exige y a los que se adapta a la perfección.
Foto de portada: Claudia Ruiz Caro.