
El furibundo cuarteto australiano confirma en su segundo álbum que son toda una bomba de relojería.
Supimos por primera vez de Amy Taylor a principios de este año, por su participación en “Nudge It”, una de las mejores canciones de lo último de los deslenguados Sleaford Mods: una canción que incluimos en la primera playlist de ¡Mússica!, la de febrero de 2021. Intuíamos que era una frontwoman como hay pocas. Una bomba de relojería.
Luego nos enteramos de que era la voz de Amyl and the Sniffers, que tenían un álbum publicado a finales de 2019 y que estaban empezando a hacer ruido del bueno fuera de su país, Australia. Porque si hablamos de ruido del bueno, hay que hablar siempre de Australia y su capacidad para ire generando auténticas bestias pardas, desde hace décadas.
Aquel efectivo (y eficiente) debut homónimo ha tenido continuidad esta misma semana con Comfort To Me (B2B, 2021), un segundo trabajo en el que el cuarteto de Melbourne vuelve a evocar los espectros sonoros de Iggy Pop y sus Stooges, The Damned o Minor Threat, aunque Amy siempre ha reconocido que sus influencias también van de AC/DC a Cardi B, pasando por los propios Sleaford Mods.
Vaya, que lo suyo es el rock de rompe y rasga, barrial, agrio, a veces furioso y siempre rugoso, vitamínico casi siempre y muy pero que muy descarado. El rock de toda la vida, vaya. Ese que se pone en cuestión cada cierto tiempo -ocurre desde finales de los años 50- pero nunca muere, o al menos no lo llega a hacer del todo. Ni mucho menos.
El videoclip de esta “Hertz”, una de las mejores canciones de este nuevo disco, ha sido dirigido por John Angus Stewart, y tiene la virtud de reflejar sin grandes dispendios lo que es la esencia de Amyl and The Sniffers. Rock en carne viva. Descontrolado, enloquecido. Como no debe dejar de ser nunca. O casi nunca, que de todo tiene que haber.