
El jovencísimo cuarteto irlandés debuta con un disco de rock de estadio inusualmente maduro para tratarse de un debut.
La épica. El trote galopante. Las amplias llanuras. Los grandes recintos. Los megafestivales. La trascendencia de quien siente que está haciendo algo importante. Todo eso es lo que buscan los irlandeses Inhaler.
Una banda que seguramente no os sonará de mucho. O de nada, posiblemente. Pero si os contamos que su líder, Elijah Hewson, es el hijo de Paul David Hewson, o sea, de Bono, el frontman de U2, las cosas ya nos empezarán a sonar algo más familiares. ¿A que sí?
El parecido con su padre no es sólo físico: su forma de cantar, el perfil de sus estribillos y la hechura de algunas de sus canciones recuerda mucho a la de los U2 de principios de los años. Los de discos como Boy (1980) u October (1981). Pero en el abanico de influjos de estos cuatro zillenials dublineses hay muchas más cosas, y todas bien resueltas: ecos del sonido Madchester, arrumacos a cadencias funk y coqueteos con ese stadium rock que tan bien han representado en los últimos tiempos The Killers o Kings of Leon.
Esta “It Won’t Always Be Like This”, que se llama igual que el disco, es uno de los cortes que ya dieron a conocer mucho antes de la publicación, aunque el videoclip apenas tenga unas semanas, y es una de las mejores concreciones de su temprana habilidad para descerrajar trallazos de post punk comercial, perfectamente diseñados para petarlo en cualquier gran festival.
De momento, la banda tiene la agenda de directos literalmente copada de aquí al mes de marzo de 2022 por Reino Unido, Irlanda y EE.UU., y es de suponer que a partir de la próxima primavera, si llegamos a alcanzar algo siquiera parecido a nuestra añorada vieja normalidad, se acerquen por fin por la Europa continental y podamos verles sobre un escenario. Hay curiosidad.