El quinteto pop australiano publica otro sobresaliente álbum que tiene en esta canción su single más claro.
¿Os gustan Teenage Fanclub o los Go-Betweens? ¿Y Television? ¿Y The Church? ¿Os atrapan las guitarras cristalinas y los estribillos radiantes? ¿Tenéis debilidad por el pop con mayúsculas? Si es así, Rolling Blackouts Coastal Fever podrían ser vuestra nueva banda favorita. Si es que no lo son ya.
Son un quinteto, proceden de Melbourne, apenas llegan a los treinta años, y tres de ellos son quienes componen: Fran Keaney, Joe White y Tom Russo. Tres firmas, pero apenas hay grietas en su cancionero. Todo es sólido. Todo es aprovechable.
Enarbolan la llama de esa música que a la que tantas veces se ha dado por muerta y siempre ha resucitado. O más bien, cabría decir que nunca se ha ido. Se le puede discutir su primacía como lenguaje universal, pero no su permanencia. Ni los sintetizadores, ni las cajas de ritmo, ni los samplers acabaron con ella, hace unos cuarenta años, así que difícilmente van a hacerlo ahora otros géneros más populares.
Pero grupos como Rolling Blackouts Coastal Fever están ahí. Acumulando legiones de fans por todo el planeta, publicando discos que nos les harán millonarios pero les permiten girar alrededor del mundo, conocer otras culturas y vivir de su música. Y eso ya es todo un triunfo. Su triunfo.
Si además los discos que han publicado son tan sobresalientes, mejor que mejor. El tercero, recién publicado, se llama Endless Rooms (Sub Pop, 2022), y es otra delicia. Como los dos anteriores. Y entre sus canciones, destaca este single claro. Una “My Echo” capaz de ponerle las pilas a quien necesite un buen complejo vitamínico para afrontar la semana.
Os recordamos, por cierto, que estarán este viernes, 20 de mayo, en el Tomavistas madrileño, y un poco más tarde, el 11 de junio, en el Primavera Sound barcelonés. Recomendadísimos.