
El joven soulman de Atlanta avanza el contenido de su esperado tercer disco con un sensacional videoclip de estética delincuencial setentera.
¡Qué gran nueva hornada de músicos de soul están regenerando las sagradas escrituras del género! Uno de los más brillantes es el georgiano Leon Bridges. Ya se destapó hace un par de años con un disco tan notable como Good Thing (Columbia, 2018), nominado al Grammy, igual que su predecesor.
El próximo, el tercero, será Gold-Diggers Sound, aparecerá en julio, y promete estar a la misma altura. Al menos a tenor de lo que está adelantando. Dos años son los que lleva trabajando el músico de Atlanta en los estudios Gold Diggers (de ahí el nombre) de East Hollywood.
Serán once canciones condicionadas, para bien, por el entorno en el que fueron creadas. Tiene toda la pinta de ser un disco muy de estudio con solera. Un lugar de ensueño, el sitio en el que Ed Wood dirigió hace muchísimas décadas algunas de sus delirantes películas, que ha sido acondicionado como un estudio y hotel de primera categoría.
Esta “Motorbike” se publicó el pasado viernes y es una auténtica gozada. Tanto la canción, que es frondosa, exuberante, cadenciosa y sensual, como su videoclip, en el que Leon Bridges da vida, junto a su pareja, a una especie de Bonnie & Clyde sureños de los años setenta, son sensacionales.
Ha sido dirigido, por cierto, por su amigo Anderson. Paak, el músico y productor californiano que también se ha consolidado como uno de los artistas negros de más renombre en los últimos cinco años.