El libro Club a la fuga explica por qué nos vamos desvinculando emocionalmente de los clubes a los que seguimos y apoyamos durante años.
Vemos cosas que nunca hubiéramos creído. Estadios que se quedan vacíos mientras los aficionados se manifiestan en la calle. Presidentes que apenas pisan esos estadios y dirigen sus clubes con mando a distancia desde el otro confín del mundo. Competiciones domésticas españolas que se celebran por intereses económicos en Oriente Medio. Clubes ingleses que se convierten en sucursales del fútbol portugués porque la empresa que los ha comprado participa a su vez de otra que dirige un representante luso que está en todas partes, como Dios. Mundiales que se celebran en países que no respetan los derechos humanos más elementales.
Partidos que se juegan bajo un sol infernal a las 12 de la mañana en Soria para que los vean en China. Jugadores que son simple objeto de intercambio, con quienes se mercadea como si fueran reses. Es el mercado, amigo. Claro que sí. Pero una cosa es indiscutible: hay cada vez más poder en menos manos. Y con menor arraigo que nunca. ¿En qué momento empezaste a sentirte desencantado con tu equipo? ¿Y con el fútbol en general?
A todas estas preguntas trata de responder el periodista valenciano Vicent Molins en Club a la fuga. Del equipo-ciudad a la airbnbzación del fútbol (Barlin Libros, 2022). Un libro que, aunque parte del ejemplo (prácticamente insuperable) del Valencia CF y sus últimos treinta años de historia, interesa por igual al aficionado de cualquier otro club. Experimenté un frío baño de realidad al pisar el Camp Nou (culé que es uno) en 2017 tras 23 años sin hacerlo. Lo que en 1994 era un estadio repleto de socios, en 2017 era una especie de parque temático al que miles de turistas acudían -parecía- con el único objetivo de hacerse un selfie. Poco importó que el Barça le endosara tres roscos a cero al Sevilla en uno de los mejores partidos de la última temporada con Luis Enrique al frente. Seguían jugando once contra once, pero todo el entorno había cambiado.
Lo que ocurrió en abril de este año con el Eintracht de Frankfurt en el mismo estadio, copado por miles de alemanes que se sentían como en casa en un recinto huérfano de aficionados locales, no es más que la consecuencia lógica. Como bien dice el autor, nada que ver con “El momento más feliz” al que cantaba Guille Milkyway (La Casa Azul) hace quince años, “cuando es martes y hay Champions y Deco se sale y aplasta a Mourinho en la semifinal”. El ejército desarmado de Catalunya, que dijo Vázquez Montalbán, ni está ni se le espera. El fútbol se parece cada vez más a nuestras ciudades, y precisamente por eso se ha ido desligándose de ellas. Porque cuando casi todos los centros urbanos son intercambiables, también lo son sus clubes de fútbol.

El ensayo de Vicent Molins no se recrea, ni mucho menos, en la manida cantinela del odio al fútbol moderno. Ni mucho menos. Es más, reniega del axioma por cuñadista. Porque no sirve para explicar la realidad actual. No añora la gestión de aquellos presidentes-alcaldes (Gil, Caneda, Sanz, Roig) de los años noventa. Y combate los estereotipos con datos, con brillantez argumental, con perspicacia periodística, en un libro necesario. Es toda la industria del fútbol la que ha cambiado. Dificultando que el aficionado de largo recorrido mantenga la identificación con su equipo. Escasean los jugadores de club, que se pasan quince o veinte años en sus filas y pasan a ser casi parte de su escudo.
Se difuminan los vínculos locales. Las propiedades de los equipos dependen de una diabólica maraña de oportunistas fondos de inversión. Y la globalización alienta una expansión a la que solo los más grandes pueden sacar rédito: la clase media se empobrece a costa de derrochar en un ansia aspiracional que se olvida de todo aquello que la hizo crecer: lo más cercano. Es el peaje de querer convertir al aficionado en fan. Y si las ciudades, presas de la gentrificación y el turismo de masas, ya no necesitan a sus habitantes, ¿por qué iban los clubes de fútbol a necesitar que sus socios acudan al estadio cada dos semanas?
Si alguna vez te preguntas por qué has perdido la motivación por seguir viendo los partidos de tu equipo cada fin de semana, por qué te parece que el fútbol de clubes (otra cosa son los mundiales y eurocopas) es algo muy distinto a lo que era, este es tu libro.
