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¿Quién fue realmente Meat Loaf?

¡Mússica!
26 de enero de 2022
Cultura
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El rockero norteamericano triunfó en medio mundo con un concepto del rock grandilocuente y épico, plasmado en discos como el exitoso Bat Out Of Hell, de 1977.

Fue el máximo exponente de un sentido del rock muy teatral. Grandilocuente. Épico. Desmesurado. Espectacular. Así era Marvin Lee Aday, que ese era el nombre real del rockero Meat Loaf. Había nacido en Dallas (EE.UU.) en 1947, y falleció en los primeros compases de 2022, a los 74 años, en Nashville (EE.UU.) Un fiel producto del rock de los años setenta.

El momento de máxima popularidad de este rockero excesivo en todo, hasta en la imagen y en el nombre (Meat Loaf es, literalmente, “pastel de carne”, un apodo fácilmente explicable si atendemos a su sempiterna obesidad, y que adoptó tras sufrir bullying por ello en el colegio) llegó con Bat Out Of Hell (Cleveland International Recordings, 1977), uno de los álbumes de rock más vendidos de la historia: nada menos que 44 millones de discos a lo largo y ancho del globo desde el día de su edición, de los cuales se despacharon casi la mitad (catorce) en su país. Está considerado el cuarto álbum más vendido de todos los tiempos.

Padre del rock wagneriano

Fue aquel el disco que le valió el calificativo de rock wagneriano. Un trabajo inspirado en la música clásica de Richard Wagner, pero también en las ampulosas producciones de Phil Spector y en la épica de clase trabajadora de Bruce Springsteen. Una fórmula que se presentaba como la antítesis del punk, el movimiento musical que eclosionó durante aquel año, algo que no le impidió convertirse en todo un fenómeno de ventas. Ni mucho menos.

Lo había producido Todd Rundgren, un músico genial y todo un mago de los estudios de grabación. Y aunque nunca generó consenso por parte de la crítica, que no acogió las obras de Meat Loaf con demasiada calidez, fue tan próspera su viabilidad comercial que deparó un par de secuelas: Bat Out of Hell II: Back into Hell (MCA/Virgin, 1993), que procuró la publicación del exitoso single “I’d Do Anything For Love (But I Won’t Do That)”, y Bat Out of Hell III: The Monster Is Loose (Virgin, 2006), acogido con más discreción.

Meat Loaf
Meat Loaf durante uno de sus intensos conciertos de la década de los setenta.

Meat Loaf: Difícil infancia y frecuentes incursiones en el cine

Lanzó doce álbumes más a lo largo de una carrera que comenzó en 1971 y había concluido en 2016. Títulos como Bad Attitude (RCA, 1984) o Hell In a Handbasket (Sony, 2011), generalmente presididos por por esa exuberancia formal (excesiva, a ojos de sus críticos) y esa emotividad flagrante con la que quizá trataba de compensar una infancia más que complicada: su padre fue un policía alcohólico y maltratador y su madre falleció cuando él solo contaba 18 años. Un alma atormentada la suya, redimida por el poder sanador del rock and roll. Dejó esposa y dos hijas. Trascendió a las pocas horas de su muerte que la causa principal fue la covid-19.

Pero al margen de su rol como cantante de éxito, tanto desde los estudios de grabación como sobre los escenarios, Meat Loaf también dejó su huella, algo más discreta, en el mundo del cine. Participó en dos películas tan emblemáticas desde su mismo estreno, elevadas a la categoría de culto, como fueron The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975) y El club de la lucha (David Fincher, 1998). Fue, esencia, todo un personaje. Para bien y para mal.

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