El que fuera líder de Super Furry Animals está de visita esta semana en España, y hemos charlado con él.
Despuntó al frente de los galeses Super Furry Animals hace casi tres décadas, y en los últimos tiempos se prodiga ya en solitario. Gruff Rhys (Bethesda, Gales, 1970) es uno de los músicos más imaginativos que tenemos al alcance de nuestras agendas, porque de hecho esta misma semana nos visita: tras pasar por San Sebastián, Vigo y Santiago de Compostela en los últimos días, actúa mañana viernes 18 en la sala X de Sevilla, el sábado 19 en Las Cigarreras, en Alicante, el domingo 20 en el Loco Club de València y el lunes 21 en el Centro Cívico Delicias de Zaragoza.
Lo hará presentando por fin las canciones de su último álbum, Seeking New Gods (Rough Trade/Popstock!, 2021). Era una estupenda ocasión para hablar con él sobre la creación, el arte, la salud de la escena musical galesa, el contexto social y político y hasta sus libros, películas y discos favoritos, de ahora y de siempre.
Una de tus última canciones se llama, la que da título a tu último EP, se llama “Loan Your Own Loneliness” (“Alquila tu propia soledad”), y me gustaría saber si piensas que estamos, como seres humanos, más solos que nunca, parapetados tras nuestras pantallas.
Supongo que la soledad era un aspecto de la vida rural, en la que puedes pasar periodos de tiempo sin hablar con nadie, que no se suponía que fuera a serlo también de nuestro presente urbano y nuestra realidad digital, aunque mucha de esta gente, paradójicamente, viva aislada en su inane carrera por la popularidad. Supongo que alquilar ese no-aislamiento propio podría ser también una mecanismo de intercambio para ayudar a quienes se siente solos de verdad.
¿Hay algo en tus discos en solitario que sientas que no podías hacer en Super Furry Animals?
Sin duda. Es un proyecto completamente distinto. Aquello era una conversación entre cinco personas. Como tener cinco productores, mientras que un disco en solitario es como un solo dictado. Para mejor o para peor, ¡es muy diferente!
“El recurso a lo militar es una maldición a la que deberíamos hacer frente siempre”.
¿Qué piensas, como ciudadano, de lo que está ocurriendo ahora mismo en Ucrania?
Es algo muy preocupante, creo que los líderes políticos deberían limitar sus mandatos a cinco años de gobierno, o algo así. Es como si perdieran cualquier traza de humanidad cuando detentan el poder durante más tiempo del deseable. El recurso militar es una maldición a la que deberíamos siempre hacer frente.
Al margen de la música, ¿a qué otras actividades culturales dedicas tiempo como consumidor? ¿Cine? ¿Teatro? ¿Literatura?
Soy un activo padre de tres críos, lo que me deja poco tiempo libre, pero de algún modo intento invertir tiempo en cualquier forma de arte, aunque en realidad, pandemia al margen, se me hace muy complicado ir al cine o al teatro. La literatura y cualquier cosa que se proyecte en pantalla es más accesible en casa. Volver a ir al cine de forma regular, algún día, es como una lejana fantasía que albergo.

¿Podrías decirme un disco, una película y un libro que estén entre tus favoritos?
Película, La Chinoise (1967), de Jean-Luc Godard. Sobre libros, estoy leyendo ahora Agua Viva (1973), de Clarice Lispector, quien fue una periodista ucraniana refugiada en Brasil hace un siglo. Es deprimente ver cómo la historia se repite: al menos encuentro refugio e inspiración en los libros. Y sobre discos, estoy escuchando Chant Amazigh (2021), un álbum extraordinario de Majid Soula, un artista argelino de los años ochenta cuya obra estoy disfrutando gracias al sello alemán Habibi Funk.
Me gustaría saber en qué sentido crees que tu origen galés ha supuesto un hándicap (o al contrario, quién sabe, por aquello de la etiqueta Cool Cymru, que se puso de moda a la hora de catalogar a artistas de tu país) en la proyección de tu música o la de los Super Furry Animals.
En primer lugar, uno nunca debería sentir que su lugar de origen es un hándicap. Como artista, busco verdades universales, y en ese sentido no quiero verme definido por mi nacionalidad, simplemente acepto y me enorgullezco, racionalmente, de mi circunstancia, y la música no deja de ser un reflejo del lugar de donde soy y de las diferencias lingüísticas, socioeconómicas y culturales que juegan un papel dentro de mi lugar en el mundo. Lo que tengo claro es que no debería intentar aparentar que soy londinense, neoyorquino o de ningún otro sitio que no sea el mío.
“Gales vive una era dorada en lo musical, tiene una escena caleidoscópica”.
¿Cómo ves la escena musical galesa ahora mismo? ¿Es igual de saludable que cuando tú empezaste en esto?
Pues diría que vivimos una era dorada, y que hay más infraestructura para los músicos ahora en Gales que cuando yo estaba empezando. Hay mucha música ahora mismo, y una escena caleidoscópica. Entre mis favoritos recientes, una banda que se llama Pys Melyn, que sacó el año pasado un disco llamado Bywyd Llonydd (2021).
En el mundo de habla galesa hay artistas como Gwenno, Carwyn Elis o Eadyth, que están explorando nuevos territorios y forjando conexiones internacionales, mientras que otras como Cate Le Bon o Kelly Lee Owens están conquistando el mundo utilizando el inglés, el galés, la electrónica y cualquier cosa que tengan a mano para empujar a la música a cobrar formas nuevas. Podría nombrarte muchos otros, pero estos son los primeros que me vienen a la cabeza hoy.
¿Cómo ves la evolución de tu lengua, el galés, en tu país? ¿Se ha extendido su práctica a consecuencia de las leyes de devolución del gobierno británico o es algo que no tiene incidencia real?
La creación de un gobierno galés, devuelto, porque en el pasado se imponía, de forma no democrática, un gobernador impuesto por el partido que controlaba el gobierno central desde Londres, ha hecho más fácil crear un estado bilingüe, de forma que la lengua galesa está mucho más visible que antes en el ámbito educativo, aunque de ningún modo universalizado.
Paradójicamente, las tierras rurales en las que se habla galés están siendo engullidas por una crisis de los precios de la vivienda, que beneficia a los propietarios mega ricos que tienen casas allí como segunda propiedad y a los grandes terratenientes, que vienen ambos de ciudades grandes en las que el galés ha sido desplazado tradicionalmente.
Gales es un país pobre y con muchos flujos migratorios, hay enormes problemas infraestructurales y culturales, que son sistémicos, aún por resolver, mientras tenemos debates internos sobre la independencia en los albores ya del Brexit y la creciente posibilidad de que Escocia algún día se independice e Irlanda se reunifique. El futuro de nuestra lengua es oscuro en medio de todo este embrollo.

Has colaborado en muchos músicos talentosos a lo largo de tu carrera. ¿Alguno que te haya sorprendido en particular o alguien con quien te hubiera gustado trabajar?
Supongo que el talento se puede definir como la capacidad de aplicar ideas artísticas a través de la música. Y esa sería la razón por la que Jonathan Richman seguía a The Velvet Underground en lugar de seguir a Cream. Él argumentaba que The Velvet Underground eran artistas que habían escogido la música como su medio, mientras que Cream eran simplemente artesanos de la música. Según esa definición, creo que quizá elegiría a John Cale si pudiera elegir un músico con quien colaborar.
¿Algún descubrimiento reciente que te haya impactado?
Hay un auténtico boom de rap en galés, que me tiene enganchado. Y las nuevas reediciones de los discos de Blue Gene Tyranny.
“Jonathan Richman siguió a los Velvet Underground y no a Cream porque los primeros escogieron el arte y los segundos eran simples artesanos”.
¿Qué piensas del público español? ¿Crees que es diferente, en algún sentido, al del resto de Europa?
Creo que es cálido y aventurado. Estoy seguro de que hay diferencias en todas partes, entre todos los públicos de distintos países, pero creo que la gran diferencia es la que hay siempre entre los días de la semana: un concierto un viernes por la noche es salvajemente distinto a uno en lunes, en cualquier país. Bueno, menos en Irlanda.
Recuerdo perfectamente un concierto que Super Furry Animals distéis en València en 2006, en el cual proyectabais imágenes en una pantalla de la visita que habíais hecho por la mañana a diferentes lugares turísticos de la ciudad. ¿Tenéis tiempo realmente para conocer aquellos sitios que visitáis por vuestro trabajo?
A veces es frustrante disponer de tan poco tiempo, y obviamente mi objetivo y mis desvelos siempre son que los conciertos y todo lo que los rodea salga bien, pero dentro de los límites de tiempo trato de conectar con el lugar en el que estoy. Eso que Clarice Lispector llama el instante-ahora. Y no quiero ser morboso, pero cualquier humano puede morir en cualquier momento, y si a mí me toca, creo que debería tener el detalle de hacerlo, por educación, en un sitio que al menos conozca un poco.