
El empresario y productor británico A.G.Cook ha definido el sonido del pop de los últimos diez años, jugando a emborronar los límites entre lo mainstream y lo alternativo. Ahora se lanza, por fin, en solitario.
El derrumbe de la industria del disco tal y como la conocíamos ha propiciado que en los últimos tiempos se hayan difuminado las barreras entre lo que siempre hemos entendido como descaradamente comercial y lo que siempre hemos encajado como underground o alternativo. Ni el soporte de un gran sello internacional garantiza por sí solo el éxito, ni tampoco se puede descartar que cualquier jovencísimo empresario vaya creando un mini emporio desde la intimidad de su habitación, compensando con mucha imaginación su escaso presupuesto.
Eso también ha hecho que muchos músicos de una generación ya digitalmente nativa se hayan educado musicalmente con muchos menos prejuicios que los de generaciones anteriores. Son talentos que han empezado a carburar ya al filo de los 2010, cuando MySpace empezaba a quedar obsoleto y el streaming aún no había eclosionado como el enorme flujo musical que es hoy en día.
A.G. Cook forma parte de una generación de músicos y productores digitalmente nativos, carentes de los prejuicios de quienes les precedían.
Uno de esos cerebritos es Alexander Guy Cook (Londres, 1990), conocido en el mundo de la música como A.G. Cook, el hombre que se oculta detrás de uno de los sellos que han definido el sonido de la última década, PC Music (llamado así porque él la entiende como “Personal Computer Music”), una discográfica caracterizada por el pop electrónico formulado en voces femeninas aceleradas, con el pitch subido de tempo (incluso algo apitufado, vaya), armado sobre estribillos dulzones y pegadizos, rebosantes de un colorido que se debate entre el capricho adolescente y las golosinas facturadas por las más jóvenes divas pop de la última década.
No es, por tanto, casualidad que la gran mayoría de artistas que han pasado por sus manos – por la discográfica o por sus artes en la producción – sean mujeres: Charlie XCX, de quien ha sido director creativo durante años, también la recién fallecida Sophie, Carly Rae Jepsen o Hannah Diamond, pero también hombres como Jónsi de Sigur Rós, Flume u Oneohtrix Point Never.
El gran mérito de A.G. Cook, británico pero residente en EE.UU. desde hace un tiempo, es haber dado con un sonido plenamente identificable. Una marca con personalidad, algo muy difícil de lograr en unos tiempos en los que conviven tantas músicas distintas al mismo tiempo, en los mismos espacios y canales.
Y eso ocurre independientemente de que nos pueda seducir más o menos: si nos hemos de guiar por los números, sus producciones cuentan sus visionados y sus plays por millones, así que en ese sentido no cabe duda sobre su eficacia. “Yo creo que uno puede experimentar a la hora de crear, y a la vez buscar un sonido que enganche y venda”, decía hace poco en una reciente entrevista. Toda una declaración de intenciones. Muy explícita sobre la esencia de su sonido.
Pese a todo el bagaje adquirido a lo largo del tiempo que PC Music lleva funcionando, desde 2013, y con todo el prestigio acumulado entre el público que le sigue y gran parte de la prensa musical, extrañaba que este perspicaz productor con aspecto de geek no se hubiera lanzado a la publicación de un álbum completo con canciones propias.
Parece que tuvo que legar la pandemia y e confinamiento para que por fin se viera con tiempo y arrojo para publicar a su nombre. Primero fue 7G (PC Music, 2020), publicado en agosto, una trabajo titánico de 49 cortes en el que incorporaba elementos del trance, el techno, el grunge, el metal, el drill’n’bass y el progresivo: él simplemente lo llama hyperpop. Luego fue, ya en septiembre, Apple (PC Music, 2020), algo menos disperso y experimental, también menos largo, igual – eso sí – de intrigante.
Os los recomendamos, porque ambos son una buena forma de introducirse en la propuestas de uno de los músicos que mejor está sabiendo leer nuestro presente a través de una arquitectura pop muy integradora, nutrida por algunas de las corrientes más excitantes de los últimos tiempos.