
La banda de Las Vegas evoca sin disimulo al Springsteen de finales de los setenta y primeros ochenta en un disco basado en las vivencias de Brandon Flowers como adolescente en una pequeña población del medio oeste norteamericano.
Alguien tendría que escribir algún día un ensayo sobre la enorme (e imprevista) huella que el megavendedor Bruce Springsteen ha marcado en las últimas generaciones del rock alternativo norteamericano. Desde The Hold Steady o The Gaslight Anthem a Arcade Fire, pasando (por supuesto) por los célebres The Killers.
La banda de Brandon Flowers ya colaboró con el Boss hace unos meses en la canción “Dustland”, evidenciando una admiración mutua marcada, obviamente, por el ascendente del rockero de Nueva Jersey sobre el grupo de Las Vegas. Pero esa influencia nunca se había mostrado de una forma más clara que en su nuevo disco, publicado hace justo una semana, Pressure Machine (Island, 2021).
Es la épica anónima del norteamericano medio, en su trasunto sonoro más desnudo y acústico, la que les une en la mayoría de canciones del disco. “Quiet Town”, nuestro videoclip del día, no es exactamente así, no está precisamente en la onda que Springsteen ya exploró en discos tan legendarios como Nebraska (1982), que es la que prima en casi todo el disco, pero tanto la forma de cantar de Flowers como la historia que narra, junto al sonido de la armónica, remiten de forma inequívoca al Springsteen de la década de los setenta y primeros ochenta o incluso a Bob Dylan.
También los referentes literarios que ha barajado Brandon Flowers para este nuevo trabajo, inspirado en sus vivencias como adolescente en Nephi, una pequeña población mayoritariamente mormona de poco más de 5.000 habitantes en el estado de Utah, tiene algo que ver con los que ha manejado habitualmente la prosa sprinsgsteeniana: la literatura de John Steinbeck, el creador de Las uvas de la ira (la novela de 1939 que tanto marcó discos de Springsteen como Nebraska, del 82, o The Ghost of Tom Joad, de 1995 ) o la de Sherwood Anderson.
Ahora solo falta ver cómo mezclan estas nuevas canciones, por lo general más sosegadas, reflexivas y cocidas a fuego lento, que sus grandes hits de stadium rock de toda la vida, en los conciertos que The Killers empezarán a retomar en unas semanas.