
El músico mallorquín rescata las canciones escritas por su hermano Joan, fallecido hace casi veinte años, algunas tan sensibles y delicadas como esta, incluida en su reciente Cançons de Joan Serra.
El mallorquín Miquel Serra es uno de nuestros músicos más singulares y sugerentes. Su música se desenvuelve en múltiples texturas, es frondosa, vuela por sí misma sobre vaharadas psicodélicas y suele atrapar a cualquiera que tenga a bien prestarle unos minutos de su tiempo.
Un creador de minorías, sí, lamentablemente, pero dotado de un talento que bien merecería mucha más repercusión. Con todo, su nuevo álbum, el séptimo de su carrera, muestra su faceta más acústica y escueta, al menos instrumentalmente.
¿La razón? La muerte de su hermano Joan, también músico y pintor, fallecido en 2002 a causa de un accidente vial, cuyo recuerdo ha querido reivindicar Miquel con una reinterpretación de catorce canciones suyas, recogidas en el magnífico Cançons de Joan Serra (Foehn, 2021).
Son composiciones, como él mismo dice, muy finas, sencillas, de acordes limpios. Con letras trabajadas, sin dejar nada al albur de la casualidad. Como esta, “Cor marró”, grabada con Miquel Perelló a la batería, Jorra Santiago (Jorra i Gomorra) a la guitarra y los estudios Favela de Pep Toni Ferrer (Oliva Trencada) como enclave.
Con semejante dream team del mejor pop balear, es difícil que algo pueda no salir bien.