La artista madrileña, parte de una saga ilustre, se ha labrado una sólida carrera partiendo desde sus raíces flamencas hasta un pop de amplio espectro.
Tradición y modernidad. Raza e inteligencia. Pasión y cálculo. En la música de Soleá Morente (Madrid, 1985) se dan cita todas estas características, fraguadas con el paso del tiempo a base de trabajo, tesón y aprendizaje. Mucho camino recorrido desde que formara parte del elenco de jóvenes artistas que acompañaba a finales de la primera década de los 2000 a su padre, el legendario Enrique Morente, en los conciertos en los que recuperaban las canciones del mítico Omega (1996), el rompedor disco que el cantaor flamenco del Albaicín (Granada) grabó junto a los también granadinos (y rockeros) Lagartija Nick. En ese cruce de caminos estilísticos ya estaba plantada la semilla de su inconformismo.
Soleá Morente, quien se crió entre su Madrid natal y el barrio granadino de El Albaicín, forma parte de una familia de artistas. Por una parte su padre, el emblemático artista flamenco Enrique Morente, y su madre, la bailaora Aurora Carbonell. Por parte de hermanos, Estrella Morente, cinco años mayor que ella, y José Enrique «Kikí» Morente, cuatro años más joven. También es sobrina del guitarrista José Carbonell «Montoyita», y del cantante Antonio Carbonell.
Compañías ilustres
Estudió Filología Hispánica, y debutó discográficamente de la mano de Los Evangelistas, la banda que varios miembros de Los Planetas y Lagartija Nick (Jota Rodríguez, Antonio Arias, Florent Muñoz y Eric Jiménez) formaron en 2011, con quienes publicó el álbum Encuentro (2013). Fue un año más tarde cuando publicó su primer disco en solitario, que tenía en proyecto desde que empezó a idearlo junto a su padre, antes de la muerte de este en 2010. Fue Tendrá que haber un camino (El Volcán/Sony, 2014), en el que contaba con las colaboraciones de Los Planetas, Lagartija Nick y La Bien Querida, con dos canciones de Enrique Morente ya a título póstumo.
En cualquier caso, fue el segundo, Ole Lorelei (El Volcán/Sony, 2018), el que le dio altura de vuelo a su carrera en solitario, merced a un repertorio de calidad al alza, con la producción de Alonso Díaz, del proyecto granadino Napoleón Solo, e influencias diversas que se alejaban ya del canon estrictamente flamenco como las de Jeanette, la rumba pop de Las Grecas o la chanson heterodoxa de Serge Gainsboug. Un disco aclamado por el público y la crítica de nuestro país, que lo encumbró a los primeros puestos de los mejores trabajos de 2018.
Discografía en ascenso
Sus dos últimos trabajos hasta ahora, publicados en el veterano sello independiente madrileño Elefant, han ampliado el radio de acción de su música y le han facilitado su presencia en algunos de los mejores festivales y escenarios españoles. Por un lado, Lo que te falta (Elefant, 2020), una vitalista colección de canciones de rumba pop electrónico publicada justo cuando la pandemia obligó a que las salas de conciertos y las discotecas cerrasen sus puertas durante meses, en la que destacaba «Baila conmigo», su canción más escuchada en plataformas de streaming hasta la fecha. Y más adelante, con Aurora y Enrique (Elefant, 2021), tributo a la memoria del matrimonio que formaban sus padres, en el que su apertura de miras la ha llevado a coquetear con el dream pop, el tecno pop y el noise rock (ahí está la colaboración con Triángulo de Amor Bizarro) en el que es su disco más sólido.
Paralelamente a la música, Soleá Morente también ha cultivado una provechosa carrera de actriz participando en varias obras de teatro y películas bajo las órdenes de Secun De La Rosa, Miguel Narros o Jonás Trueba.