
Pucho, vocalista y compositor de Vetusta Morla, estrena por todo lo alto sección en Mússica desde su experiencia asistiendo al Festival de Cine de San Sebastián, en calidad no solo de privilegiado espectador, sino también de músico al frente de una de las bandas sonoras de su programación.
Desde hace 11 años acudo fielmente a la más importante cita del cine en España: el Festival Internacional de Cine de San Sebastian, más conocido popularmente como el Zinemaldia. Durante nueve años siempre asistí en calidad de público, pero cuando se cumplía una década de mi peregrinar a Donosti tuve el honor de ser invitado a participar como jurado en la sección Zabaltegui. Después de conocer el Zinemaldia desde sus tripas, en la pasada edición de este 2021 volví a participar de nuevo en el festival, pero en esta ocasión lo hice formando parte del equipo de una película, ya que Vetusta Morla, la banda de la que formo parte, ha realizado la banda sonora de la última película de Manuel Martín Cuenca, titulada La Hija.
Así que en esta nueva ocasión podríamos decir que he asistido al festival en calidad de “intruso”, y digo intruso porque normalmente los músicos de rock, pop, otros géneros o, por decirlo de algún modo, los que nos dedicamos a dar conciertos y a publicar álbumes, no solemos mezclarnos con el mundo del cine. Existen grandes compositores que se dedican de manera exclusiva a poner melodías y ritmos para acompañar las imágenes de las películas, auténticos maestros que manipulan nuestras emociones a través de sus composiciones.
La buena noticia (o la mala para estos virtuosos del score, según se mire) es que cada vez somos más “intrusos” los que nos colamos en los equipos de producciones cinematográficas, y de unos años a esta parte este intrusismo parece que ha venido para quedarse. Cada vez más directores de cine prefieren contar con miradas (orejas) externas al mundo de la imagen para componer sus bandas sonoras, así como músicos que arriesgan a salir de sus circuitos habituales para entrometerse en el cine.
“Cada vez más directores de cine prefieren contar con miradas (orejas) externas al mundo de la imagen para componer sus bandas sonoras, así como músicos que arriesgan a salir de sus circuitos habituales para entrometerse en el cine”.
Quedaba inaugurada la Sección Oficial con una primera intromisión: el “Rosa Rosae” del desaparecido José Antonio Labordeta acompañando las dramáticas intervenciones gráficas sobre fotografías de la Guerra Civil realizadas y filmadas por Carlos Saura en su corto Rosa Rosae. La Guerra Civil (2021). Un duelo de aragoneses en esta pequeña pieza de no más de cinco minutos que no participaba a concurso, pero que nos interpelaba directamente en este tiempo de amnesia y desmemoria que parece que invade nuestro presente.

A los pocos días de festival, su Sección Oficial nos dejaba la película más inquietante, surrealista e hipnótica de la competición: Earwig (2021), premio Especial del Jurado, tercer largo de la siempre misteriosa Lucile Hadzihalilovic; así como la composición musical de créditos de apertura más brillante y certera de todo el festival. Su creador, el “semiintruso” Augustin Viard, es un experto en ondas martenot, instrumento telúrico de principios del siglo XX heredero directo de los primeros sintetizadores, cuyas penetrantes sónicas son perfectas para las absorbentes atmósferas creadas por la directora francesa.
Semiintruso porque este concertista tiene un pie en la reactualización de scores de películas clásicas y el otro en la creación de discos como el Ghosteen (2019) de Nick Cave o el último de Mariane Faithfull junto a Warren Ellis: She Walks in Beauty (2021). Precisamente Ellis es el productor de la partitura de Viard en Earwig, y es el brazo derecho de Cave en los Bad Seeds y en otros grandes scores de los últimos años como El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford (Andrew Dominik, 2007) o Comanchería (David Mackenzie, 2016).
“La sección oficial nos dejaba la película más inquietante, surrealista e hipnótica de la competición: Earwig (2021), premio Especial del Jurado, tercer largo de la siempre misteriosa Lucile Hadzihalilovic”
Tambien en Sección Oficial pudimos escuchar a “intrusos” del pasado como Ivor Novello, Noël Coward o George Gershwin, compositores de comedia y musical que en los años veinte, década de su máximo apogeo, fueron las estrellas musicales del momento, a la manera de las estrellas del pop y del rock actuales. Todos ellos suenan, e incluso aparecen como personajes, en el último melodrama del maestro británico Terence Davies, Benediction (premio al Mejor Guión), que se ganó al jurado con un espléndido guión repleto de brillantes, ácidos y punzantes diálogos con ecos de las mejores líneas clásicas. Gran cine con maneras del pasado difícil de encontrar en nuestro presente.

Picoteando por otras secciones aterrizamos en Zabaltegui, la sección más arriesgada del festival en cuanto a libertad de formatos, duraciones y géneros de las películas presentadas. En ella descubrimos Retour à Reims (Fragments) (2001), de Jean-Gabriel Périot, crónica de la pérdida de identidad de la clase obrera en Francia desde finales del siglo pasado hasta los peligrosos acercamientos de esta con los nuevos fascismos de nuestros días. Su sorprendente montaje de material de archivo es ideal para dar rienda suelta a los afilados, rabiosos y tambien políticos guitarrazos de Michel Cloup, eterno militante de la independencia rock del país galo desde sus tiempos al frente de bandas como Diabologum en los noventa o Expérience en los dosmil.
“El sorprendente montaje de material de archivo de Retour à Reims es ideal para dar rienda suelta a los afilados, rabiosos y políticos guitarrazos de Michel Cloup, eterno militante de la independencia rock al frente de Diabologum en los noventa o Expérience en los dosmil”:
Y por fin en Perlas, la sección de películas premiadas en otros festivales importantes de la temporada, preescuchamos al gran “intruso de intrusos”, a un “intruso” que ya podríamos decir claramente que ha dejado de serlo o al menos viene y va en sus intromisiones, miembro de la banda de rock más importante de los últimos 30 años y convertido definitivamente en maestro de maestros en la composición musical para films: nos referimos al siempre sorprendente Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead.
Y para regocijo de sus seguidores, nos regala por partida doble dos antagónicos y brillantes trabajos. Por un lado las guitarras acústicas e hipnóticas en loop marcan el pulso a esa rotura del western en cuestión de género(s) que propone Jane Campion en la excelente The Power of the Dog (2021), cinta llamada a encabezar las listas de nominaciones y premios de la temporada venidera.
Y por otro, las composiciones orquestales enrarecidas y claustrofóbicas marca de la casa que encajan a la perfección con el hueco videoclip comercial de marca de ropa de lujo que Pablo Larraín se marca en Spencer (2021), la tan esperada como decepcionante fabulación de los peores y más tristes momentos de Lady Di en palacio durante tres días de navidad, y cuya partitura es lo más destacado del conjunto. Película de cal y película de arena, pero con dos espléndidas partituras más que añadir a la carrera de este genio increíblemente aún por descubrir.
“Jonny Greenwood, de Radiohead, nos regala dos antagónicos y brillantes trabajos: las guitarras acústicas en loop de la excelente The Power of the Dog y las composiciones orquestales claustrofóbicas de la decepcionante Spencer“
A un par de pandillas de “intrusos” les fueron dedicados sendos documentales sobre sus carreras, precisamente ambas trayectorias bastante convulsas y polémicas. Dos bandas de estilos y latitudes opuestas: The Velvet Underground y La Polla Records. Los neoyorquinos retratados por Todd Haynes en un collage inabarcable de documentos, films e imágenes de archivo de uno de los momentos más creativos de la ciudad de Nueva York en The Velvet Underground (2021); y los vascos filmados por Javier Corcuera en otro ejercicio de montaje de diferentes épocas, formatos y animaciones en No Somos Nada (2021). Dos importantes propuestas de aquí y de allá.

Así como Labordeta abrió el Zinemaldia y su sección oficial, le correspondió echar el cierre a otros intrusos nacionales, los Derby Motoreta’s Burrito Cachimba y su rock andaluz con tintes psicodélicos de los setenta, ideal para acompañar el homenaje al cine quinqui patrio que lleva a cabo Daniel Monzón en Las Leyes de la Frontera (2021). Leyes musicales que muchos directores de cine gustan de saltarse y fronteras que valientes “intrusos”, como los que sonaron en la Concha, cada vez se atreven a cruzar más.