
Recordamos un puñado de discos pioneros, que fueron fundamentales para forjar el origen en España de un canon creativo alejado de la tradicional anglofilia del género.
A mediados de los años ochenta, empezaron a irrumpir en el ecosistema pop español una serie de grupos que negaban la mayor. En lugar de conformarse con la reproducción de formas importadas del universo anglosajón, apostaron por la articulación de un lenguaje diferente en el que había espacio para nuestra expresión autóctona, para los ritmos de índole negra o los géneros dominantes en África y el Caribe.
Durante un decenio, abrieron el camino a sonidos que terminarían triunfando en las listas de venta y estableciendo una sólida escena de continuadores. Lo recordamos a través de estos diez discos, ordenados cronológicamente, por fecha de edición.

1 – Mujer y sentimiento (3 Cipreses, 1985), de Los Coyotes
Enmienda a la totalidad de propuestas triunfantes del momento, que transcribían con mayor o menor fortuna los dictados de la Nueva Ola.
Los Coyotes de Víctor Abundancia Aparicio aportaron un punto de vista disidente que integraba influjos prácticamente inéditos en ese contexto de progresiva institucionalización de la movida madrileña.
Aromas africanos –»El mono»–, imágenes fronterizas –»Solo cuando te deseo»– y vibraciones mexicanas: «Fiesta salvaje». Es valioso por lo que tiene de atrevimiento, todo carácter.

2 – La canción de Juan Perro (Ariola, 1987), de Radio Futura
Huyendo del mimetismo anglófilo que imponía su ley marcial de ritmos a piñón, cautivado por el reggae y apoyado por la experiencia callejera del productor británico Joe Dworniak, Radio Futura materializó su querencia por la negritud subrayándola con portentosos arreglos de metal y percusiones calientes.
En las letras de canciones inolvidables como «El canto del gallo», «37 grados» y «A cara o cruz» conviven sabor popular y métricas estilizadas.

3 – Repulsión (Justine, 1987), de Claustrofobia.
El tercer álbum de estos catalanes resulta excepcional. Un bebedizo de pop, ritmos afrolatinos, pasodobles, after punk, flamenco, soul y prácticamente todo lo que se les pusiera por delante, con la voz de Pedro Burruezo siempre desatada en contrapunto a los coros de María José Peña.
Escuchar canciones como «Los Milicianos» o «Tu traición» sigue garantizando perdurables sensaciones entre el estímulo y la extrañeza.
4 – La Búsqueda (3 Cipreses, 1988), de La Búsqueda
La brisa del Mediterráneo impregna el primer trabajo del grupo mallorquín, que profundizaría en la mezcolanza de estilos con el también encomiable La rueda de la fortuna (1991).
En canciones como «Sin pena ni gloria» o la lorquiana «Ángeles del barranco» se explicita la voluntad de incorporar elementos autóctonos a su pop sofisticado y detallista, rematado por ese trabajo vocal fuera de categoría que firma Xisco Albéniz.

5 – Viajero (PDI, 1988), de Terminal Sur
Partiendo del sincretismo pop de Talking Heads, propulsado por la impresionante voz de Miquel Gil y abierto a la incorporación de sonidos inesperados de corte norteafricano, el grupo valenciano bordó en su primer y único álbum un repertorio que todavía fascina.
Por el alcance poético de la propuesta, por la finura instrumental del conjunto y por contravenir la norma de estilo imperante con inusitada valentía.

6 – Qué pasa en la calle (La Fábrica Magnética, 1991), de Los Mestizos
Los oscenses asumían en su tercer álbum las enseñanzas de la música negra, ampliando una paleta sónica en la que había espacio para el rap, el reggae y el funk. Con sustrato electrónico, rollo latino y espíritu rockero.
Adaptaban a clásicos soul como Curtis Mayfield y a tótems jamaicanos como Jimmy Cliff, pero también generaban sus propios hits, como «Tacón Cubano».

7 – Los Especialistas (Sony, 1991), de Los Especialistas
El grupo zaragozano tenía en su altar a los grandes del afropop, la salsa, el reggae, el jazz y el art rock.
Trasladaron esas afinidades a su primer álbum homónimo, con textos de índole positiva y títulos que no escondían nada como “Sirocco”, “Rey del Mambo” o “Memorias de África”, con esbelto acabado instrumental y arreglístico.

8 – Sin documentos (GASA, 1993), de Los Rodríguez
El irresistible tono rumbero de la canción que lo da título los convirtió en fenómeno de ventas.
Esta manera de abordar el rock de raíz stoniana –un endemismo, en realidad– permitía asumir estilemas del reggae –»Hasta que el sueño venga»– o de la canción latina –»Salud, dinero y amor»– con naturalidad y fundamento, para proyectarse hacia el gran público.

9 – Furia Latina (GASA, 1993), de Seguridad Social
Partiendo del ska y el punk, Seguridad Social moldearon una trayectoria discutida por muchos, pero de indudable calado popular. Furia Latina hacía honor a su nombre, integrando sonidos mestizos en su rock corpulento, con buenísimos resultados comerciales.

10 – Gerundina (MCA, 1995), de Raimundo Amador
El portentoso guitarrista sevillano había puesto patas arriba nuestra música popular en otras ocasiones, con Veneno y con Pata Negra.
En su primer álbum en solitario vuelve a cristalizar esa propensión al mestizaje de raíz flamenca, ya sea con acento jamaicano –en la lúbrica «Ay que gustito pa’ mis orejas»–, latino –»Bolleré»– o de fusión jazzística: «Acaporni Colocao».