Celebramos el reciente 72 cumpleaños del genial director de cine a través de cinco escenas en las que la música dejó una huella imborrable. Incluye playlist.
Hace solo unos días que David Lynch ha cumplido 72 años. Y qué mejor forma de celebrarlo que recordando algunos de los mejores momentos de su cine a través de la música. Una música que siempre ha estado muy presente a lo largo de su obra.
El director, guionista, actor e incluso productor musical norteamericano, autor de algunas de las películas y series más singulares, inquietantes y turbadoras de las últimas cuatro décadas, también algunas de las más rotundamente memorables, siempre ha sido un melómano de pro.
Ha cuidado hasta el extremo la selección y la implicación de todas las músicas que han forma parte de sus bandas sonoras. Canciones que no se limitaban a un simple refuerzo estético, sino que servían también para conducir su trama y para otorgar nuevos significados a algunas de las obras maestras de la historia del pop y del rock.
El adjetivo lynchiano no figura todavía registrado en la RAE, pero es tan común que su uso se justifica por sí solo: lo lynchiano es una forma de manejarse por la vida, y un síntoma de la acusada personalidad de un director que instantáneamente reconocible, que no deja a nadie indiferente.
Como cantaban Astrud, «Todo es lounge (mi vida es Lynch)». Porque la vida de cualquiera de nosotros también puede ser Lynch, aunque quizá no sea lo más recomendable.
En este texto recordamos cinco de sus momentos musicales más inolvidables.
1 – «In Dreams», en Terciopelo Azul (1986)
Nunca el dulce Roy Orbison sonó más inquietante. Suerte que llegó a tiempo para verlo: murió repentinamente un par de años más tarde, en 1988.
La que para muchos es la gran obra maestra de David Lynch tiene uno de sis clímax en este momento. Un aterrorizado Kyle McLachlan asiste a una interpretación del clásico del hombre que convirtió la canción en llanto, en una especie de ópera bufa orquestada por un siniestro Dennis Hopper.
Una prueba más de cómo el cine puede resignificar por completo canciones que nadie pudo imaginar como banda sonora de las pesadillas más abyectas.
2 – «Twin Peaks Theme», en Twin Peaks (1990)
La alianza entre David Lynch y el compositor Angelo Badalamenti tuvo su mejor fruto en esta sintonía, que se convirtió en embajadora de la serie con la que el director aterrizó en nuestras televisiones (y en abierto), en una emisora en la que hoy seguramente sería impensable: Tele 5.
Lych le dijo a Badalamenti que solo tratara de imaginar que estaba solo en medio de un bosque, por la noche. Y lo que hizo luego Julee Cruise al amoldarla a «Falling» en una interpretación vocal para el recuerdo, fue inmortalizarla definitivamente.
3 – «In Heaven», en Cabeza Borradora (1977)
Si hay un equivalente musical a lo que el primer cine de David Lynch representó en la cultura pop de nuestro tiempo, ese son los Pixies. Singulares, inquietantes, afilados, tiernos y crueles a la vez: así era su música y así era el cine de David Lynch.
Con lo que no es muy de extrañar que esta canción, original de Peter Ivers e interpretada de esta forma en la ópera prima de Lynch en 1977, fuera también una de las primeras que los duendecillos de Boston abordaron, justo diez años después, en 1987.
Así era la desconcertante Cabeza Borradora (19779). Un turbio relato en blanco y negro que oscilaba entre lo onírico y lo grotesco. Entre la borrosa realidad y la clara fantasía. Quien canta es Laurel Near, la mujer que vivía en un polvoriento radiador.
4 – «Love Me», en Corazón Salvaje (1990)
Sailor y Lula. Lula y Sailor. Tan monta, monta tanto. La pareja de forajidos más notoria de su discografía, en uno de sus momentos más intensos y magnéticos.
El top de ella, la chaqueta de piel de cocodrilo de él. El clásico de Elvis Presley. Y un club nocturno embelesado. Repetirían la jugada ya casi el final de su metraje, con «Love Me Tender». Eran Laura Dern y Nicolas Cage más on fire que nunca.
5 – «This Magic Moment», en Carretera Perdida (1997)
El primer encuentro entre Patricia Arquette y Louis Eppolito, a las puertas del taller mecánico en el que trabajaba el personaje interpretado por este, no puede ser más eléctrico.
Tratándose de David Lynch, el flechazo no podía contar con una música acaramelada o dulce. Con lo que esta «This Magic Moment», que en realidad era una versión que Lou Reed había hecho del clásico de The Drifters (escrita por Doc Pomus y Mort Shuman), le vino como anillo al dedo.