El cuarteto madrileño plasma lo que significa ser joven, con sus luces y sombras, en su segundo álbum, ¿Quién es Billie Max?.
“¿Quién cojones es Billie Max?” Esa misma pregunta se hacen las chicas de Ginebras. Billie Max es un sueño, una fiesta, un subidón y su respectivo bajón. Así, con esa sencilla frescura, es como lo definen Magüi (guitarra y voz), Sandra (guitarra y coros), Raquel (bajo) y Juls (batería) en su nuevo disco.
Se trata de la esperada reválida de Ginebras tras la sorprendente repercusión de Ya dormiré cuando me muera (2020), un disco estrenado hace tres años, que se hizo paso en un momento tan convulso como fue la pandemia, gracias a temas como “Paco y Carmela” o “La típica canción”, que se viralizaron e hicieron de ellas uno de los grupos más populares del pop independiente español justo en un momento en el que ni siquiera podrían demostrar su valía en directo.

Ahora, su nuevo disco “¿Quién es Billie Max?” nos presenta a unas Ginebras que se nos presentan como “nuevas, pero igual de cañeras”. Han vuelto más punkis, más desvergonzadas (y deslenguadas), y quizás sea por eso por lo que, cada día que pasa, las madrileñas encuentran más y más adeptos entre un público joven (y no tan joven).
Sus canciones versan sobre lo cotidiano en la vida de una persona entre los veinte y los treinta años; profundizan en la psique de la juventud actual, perdida entre fiesta y fiesta y teniendo que trabajar al lunes siguiente -y al siguiente también, en el mejor de los casos- para conseguir llegar a fin de mes. Aunque sea a duras penas. Ginebras crean un universo en el que es muy fácil verse reflejada.
Para más inri, el nuevo disco está repleto de referencias populares que muchos, por no decir, todos, conoceremos; se habla de la mundialmente conocida y aclamada Rosalía, el rey del rock Elvis Presley, la banda sonora de la vida de muchos como es La Oreja de Van Gogh, y hasta uno de los temas lleva por nombre al líder de los Arctic Monkeys, el estiloso Alex Turner.
Temas pegadizos, con colaboraciones especiales
Además, Ginebras cuentan en ¿Quién es Billie Max? con dos colaboraciones de una importancia central: una de ellas ya salió a la luz hace unos meses. En el single “Desastre de persona”, Ginebras siguen haciendo lo que mejor se les da, aunar generaciones en una atemporalidad sonora, esta vez junto a Dani Martín.
El antiguo miembro de El Canto del Loco (otra banda sonora de vida para gran parte del público) nos sorprende con un relato en femenino, que rejuvenece y retrotrae a cualquiera a la época en la que la vida es un caos y andas perdido mientras se suceden los días y tienes que ponerte quince alarmas para ir a trabajar, como dicen ellas.
Otra canción que va de lo que cuesta empezar las semanas es “Lunes negro”, que como su propio nombre indica, puedes imaginar de qué trata. En esta ocasión, las madrileñas trabajan junto a su gran amigo y colaborador, Karavana, metiéndole ritmo a un mal día, de esos en los que todo sale al revés.
En el disco hay momentos para todo: desde un bailoteo informal en la cocina, “En bolas”, hasta para el bailoteo en los festivales (“Qué gozadita”). Pero después de la fiesta y el desenfreno viene la resaca y sus desagradables consecuencias. Para sobrellevar el bajón, “Omeprazol”. Y si el malestar persiste, nada como un pequeño empujoncito, como el que encontramos en “Ansiedad“, una llamada a la solidaridad para animar al colega que no está pasando por su mejor momento.
También puede caber la reivindicación contra aquellos machirulos con los que muchas tienen que lidiar en el día a día en la ya mencionada “Alex Turner”. Y si se trata de ponernos sensibleros, no falta tampoco la balada de agradecimiento, en la que las chicas de Ginebras se maravillan de haber llegado hasta los míticos estudios de Abbey Road (lee la noticia aquí) y dan “Muchas gracias por venir” a todos aquellos que lo han hecho posible.

Musicalmente, en ¿Quién es Billie Max? encontramos ritmos que caracterizan cada uno de los temas y que los diferencian entre ellos, sin dejar nunca de lado las guitarras desenfrenadas y la batería frenética que tanto han hecho sobresalir a la banda. Son remarcables las influencias de indie surf, con algo de rap (“En bolas”), el pegadizo ska en “Omeprazol” o los ritmos latinos y jamaicanos de “Rapapá”, pero siempre sin dejar de lado el punk pop más característico de Ginebras.
Con este disco, Ginebras corroboran que son sus letras llenas de cotidianidad y fantasía, y el toque gamberro y festivalero, sus mejores principios activos, refrendados por un público tan fiel como entusiasta.