Sigo teniendo la duda de cuál es la mejor manera de poner música a una fiesta y creo que esa duda no la voy a resolver en un tiempo. Mientras tanto, seguiré pensando en lo que me gustaría estar escuchando cuando alguien pincha música y me lleva, directo, al centro de la pista.
Suena el teléfono. Me llama el promotor de una fiesta a la que voy a ir a pinchar en unos días. Acabo de enviarle un par de vídeos que me pedía para promocionar el evento, vídeos para redes en los que se me ve pinchando en mi estudio durante unos segundos. Deduzco que su llamada tiene que ver con esos vídeos. Dice: «Ey, son muy chulos los vídeos, muy arty todo. Pero, oye, una pregunta, ¿Esa es la música que vas a pinchar? Es electrónica dura, yo creí que pinchabas canciones. ¿Me pasas otro vídeo pinchando algo un poco más rock? Porque, en la fiesta, pincharás rock, ¿verdad?».
No me sorprende su reacción, me ha pasado más veces. Hace unos años me empezó a interesar pinchar música. Me gusta bailar en conciertos, en clubs y en bares, aunque haga siempre el mismo baile. También bailo en casa porque tengo la suerte de poder poner música a todo volumen a cualquier hora sin molestar a nadie. Así que aprendí a pinchar y a mezclar para poder bailar en casa durante un par de horas al día.
Empecé pinchando, sobre todo, canciones entre el rock y la electrónica, algunas más conocidas que otras. Algo de hip hop a veces, algo de disco, algún hit, alguna gamberrada. Con el tiempo, he acabado disfrutando más pinchando beats electrónicos con muy poca información: eso que, por ejemplo, el promotor que me ha llamado por teléfono nunca llamaría “canciones”.
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