The Staples Jr Singers publicaron 500 copias en 1975 de un disco que pasó desapercibido. Hoy en día triunfan por el mundo cantando aquellas canciones espirituales nacidas bajo la lacra racista. Hemos hablado con ellos antes de que visiten Barcelona, el 26 de enero.
La historia de los Staples Jr. Singers es un fascinante relato de justicia. Llamémosla histórica o poética. O ambas cosas a la vez. Un puñado de hermanos adolescentes de Aberdeen, en el estado de Mississippi (EE.UU.), que en 1975 publican un álbum de música gospel llamado When Do We Get Paid, que pasó prácticamente desapercibido (apenas imprimieron 500 copias que vendían en sus conciertos y en el porche de su casa), en el que cantaban a Dios desde su condición de jóvenes músicos negros en el sur norteamericano: sus composiciones supuraban espiritualidad (su nombre es un tributo a los Staple Singers), pero también los estragos de una vida sometida a trabajos humillantes, siempre bajo la sombra de un racismo latente, todavía remiso a extinguirse por siempre.
Apenas les conocía nadie fuera de su entorno más próximo cuando el sello neoyorquino Luaka Bop, regentado por David Byrne, dio con una canción suya original de 1973, hace solo tres años. La incluyeron en una aclamada recopilación de gospel, The Time For Peace Is Now (2019), y les siguieron la pista a través de un coleccionista de discos, hasta conseguir reeditar por fin el contenido completo de aquel álbum, ahora considerado como una auténtica joya del género, casi cincuenta años después de haber permanecido ajeno al gran público o a cualquier cosa que se le parezca.
Hijos de cantantes gospel, herederos de una larga tradición, Edward Brown, su hermano A.R.C. Brown y Annie Brown Caldwell eran entonces adolescentes. Hoy sobrepasan con creces los sesenta. Y están viviendo algo que ni en el mejor de sus sueños pensaron que podía ocurrir: dando conciertos por todo el mundo en toda clase de citas y grandes festivales. El próximo 26 de enero estarán en la sala Apolo de Barcelona, y hemos podido charlar con ellos para que nos cuenten más cosas sobre una trayectoria que más bien parece un milagro.
¿Alguna vez imaginasteis que vuestro álbum, When Do We Get Paid (1975), sería reeditado y os garantizaría poder girar por todo el mundo tantos años después?
Edward Brown: Nunca pensé que pudiera ocurrir. Pero gracias a Dios que ha sido así. Es a él a quien le agradecemos el poder sentirnos bien haciendo esto. Lo hacemos por el Señor. Siempre dije que vivo por Dios y moriré por Dios, y eso es algo que cantaré hasta el fin de mis días.
Supongo que no fue fácil vivir de vuestra música en aquellos tiempos, en los años setenta y ochenta del siglo pasado, y que tendríais que trabajar en otras ocupaciones.
Edward: Solíamos ayudar a otras bandas a hacer su música. Digamos que si necesitaban un cantante o un guitarrista, nos prestábamos a ayudarles. Pero nunca fue nuestra profesión. Yo trabajé primero en una escuela, limpiando y cuidando las instalaciones. Luego tuve un trabajo en Montgomery y otro en Clarksdale, en el que estuve 22 o 23 años, como tapicero en una fábrica de sillas. Luego me pusieron en la línea de producción y me dieron el trabajo más duro. Me admiraban y apreciaban mi trabajo. Una vez les dije: “estoy aquí para trabajar, no para jugar. Tengo niños en casa y a veces juego con ellos, pero cuando estoy aquí no es para jugar”.
“Trabajé como tapicero en una fábrica de sillas durante más de veinte años, luego me pusieron en la línea de producción y me dieron el trabajo más duro”.
Entiendo que el título de aquel disco, When Do We Get Paid (¿Cuándo nos pagan?) alude a los aprietos de la población negra en muchos estados del sur norteamericano, con trabajos poco cualificados y mal pagados. ¿Sufristeis algún episodio racista cuando empezabais en el mundo de la música?
Edward: Déjame que te cuente algo. Y es una historia real. Estábamos de gira por Alabama, y un poco antes de comenzar el concierto, acudimos a un pequeño restaurante. Se dio una situación que no podíamos entender. Nos sentamos en torno a una mesa y esperamos, y esperamos. Toda la gente que entraba después de nosotros era atendida. Nadie se acercaba a nosotros. Hasta que una buena señora que había allí se acercó y nos dijo: “me dieron el mensaje de deciros a todos vosotros que no vamos a serviros, tendréis que iros de aquí”. En la misma carretera había una pequeña tienda en la que luego pudimos comprar algo de comida fría, que gracias a Dios nos sentó tan bien como la de cualquier restaurante.

¿Creéis que el racismo sigue bien vivo y coleando en la sociedad norteamericana? Y si es así, ¿qué responsabilidad puede haber tenido Donald Trump?
Edward: He vivido aquí toda mi vida y siempre he intentado tratar bien a toda la gente. La situación es mejor ahora que cuando empezamos a darnos a conocer, claro, pero a veces te topas con gente que se encuentra atrapada en sus propios caminos. Ocurre en ambos sentidos. Yo trato de llevarme bien con todos. Sobre los políticos y los presidentes, son lo que son. No se puede hacer nada sobre eso: ellos siempre van a hacer lo que les dé la gana.
“En un restaurante de Alabama se negaron a servirnos por el color de nuestra piel”.
Tengo la impresión de que vuestra música no se alimenta solo del gospel, sino también del soul y el rhythm and blues. ¿Cuáles eran vuestros referentes? ¿Escuchabais también a soulmen como Marvin Gaye, Stevie Wonder o Curtis Mayfield, que tanto esplendor lograron durante los setenta?
Edward: Cuando empezábamos, teníamos a los Williams Brothers, que eran realmente buenos, y los Jackson Southernaires y The Golden Voices of Gospel. Había un montón de grandes bandas por aquí. The Mississippi Nightingales también. Nosotros éramos de la generación más joven y tocábamos con ellos. A veces nos llevaban de gira. Casi todo lo que escuchábamos era gospel. También a Marvin Gaye, por supuesto. A Bobby “Blue” Bland o a BB King, pero sobre todo gospel. RC, mi hermano pequeño, guitarrista de nuestra banda, sabe tocar cualquier cosa. Puede tocar como el mismo BB King.
¿Aún tocáis en iglesias?
Edward: Oh, sí. Tocamos en iglesias. En iglesias y en muchos otros sitios. Hacemos lo nuestro.

RC: Mi sueño para el futuro es que la saga de The Staples Jr. Singers no muera. Que no la dejemos morir. Nunca hemos dejado de cantar.
¿Habéis estado alguna vez en España? ¿Qué puede esperar el público que se acerque a veros el 26 de enero en Barcelona?
Edward: Sí, de hecho nuestro primer concierto fuera de Norteamérica fue en España, en una preciosa carpa junto al océano, creo que el festival se llamaba WOMAD, ¿puede ser? Fue precioso, y vino mucha gente. ¡Un océano de gente!
“Tenemos más de sesenta años, pero también la sensación de que la vida está empezando para nosotros”.
Espero que venga mucha gente también al concierto en Barcelona, y que lo disfrute. Hemos de hacer lo que hacemos, simplemente por el Señor. Siempre es por él. No quiero que nadie piense que nos creemos más importantes que nadie. Solo dejo que el Señor me utilice, tal y como él considere.
Annie: Queremos seguir girando por el mundo, haciendo todo aquello que no tuvimos ocasión de hacer en los primeros años de nuestra vida, porque no teníamos ni el tiempo ni el dinero. Todo esto ha llegado tarde, cuando ya tenemos más de sesenta años, pero tenemos la sensación de que solo está empezando. De que la vida aún está comenzando para nosotros.
Foto de portada: Eliza Grace Martin.
