
Chris Martin y los suyos publican su primera canción en el último año y medio, un corte sencillo con reminiscencias del pop de consumo de los años ochenta, adelanto de su próximo disco.
No hay forma de escapar de ellos. Pones un informativo en la tele, y ahí están. Pones la radio, y te topas con ellos. Hasta en la sopa. Cada nueva entrega de Coldplay es noticia. Y de las grandes.
Y es lógico, por algo son una de las bandas de pop más célebres de las últimas dos décadas. De las pocas que aún pueden llenar estadios. De las pocas que aún generan esa vieja liturgia por los grandes recintos.
Que Coldplay saquen un nuevo disco no tiene por qué ser bueno de por sí: sus dos primeros álbumes eran magníficos, pero no puede decirse – ni mucho menos – lo mismo de los últimos.
Sí que es verdad que al menos esta nueva canción tiene ese punto fibroso, conciso, tan reminiscente de los años ochenta, que la convierten en algo más apetitoso y proteico que ese pop electrónico de colores chillones que se han gastado en sus últimas entregas.
El videoclip también es sencillo, sin alharacas, sin fuegos artificiales, sin grandes efectos especiales. Y lo cierto es que se agradece.
Es la primera canción que publican desde noviembre de 2019, cuando salió el que es su último álbum hasta la fecha, Everyday Life (2019). Y es la prueba de que nunca es tarde para redimirse de sus excesos. Ni para ellos, ni para ninguno de nosotros. Que ninguno estamos libres.
Habrá que esperar, eso sí, si su próximo disco, anunciado con el título provisional de Music of the Spheres, y a publicar en unos meses, irá por la misma línea.