El cuarteto muestra su faceta más abiertamente groovy y bailable en el nuevo adelanto de su cuarto disco, que se publica mañana.
Mañana es el día en que León Benavente desvelen el contenido de su cuarto álbum. Hace solo unas horas que han estrenado “Canciones para no dormir”, y tiene pinta de que si algo va a primar en ERA (Warner Music, 2022) es el ritmo. El impulso que nos hace bailar.
Al menos eso es lo que se puede extraer del que fue su anterior avance, “Líbrame del mal”, que exhibía ese músculo que algunas veces les ha granjeado comparaciones con el kraut rock y con contemporáneos como LCD Soundsystem, y también de esta “Canciones para no dormir”, que es con toda seguridad lo más cerca que han estado nunca de la herencia del funk y de la música disco.
En cualquier caso, siempre será mejor que dejemos al propio Abraham Boba que nos explique cómo surge todo esto: “Durante el confinamiento trabajamos cada uno en lo suyo, sin comunicarnos demasiado. Edu exprimiendo sus máquinas, rodeado por una torre de sintetizadores y cajas de ritmos, yo escribiendo y tocando el piano, Luis y César haciendo bases a través del streaming. Cuando escuché esas bases supe que una de ellas sería una canción de este disco. Un medio tiempo basado en un groove de bajo y con una secuencia de acordes que están entre tristes y alegres. Algo que siempre nos gusta y que hemos usado en otras canciones. Mantuvimos esa base, pero hicimos cambios, quitamos compases, para que fuese muy fluida”.
La propia banda reconoce que es la canción más directa de todo el disco, por lo que tiene plena lógica que lo hayan escogido como single. Su letra tiene referencias a la veterana Industrial Copera de Granada (la sala con más pedigrí de la ciudad de la Alhambra), que es donde ofrecieron su último concierto “normal” hasta la fecha. Sin mascarillas, distancias ni especiales medidas sanitarias. Y también a los legendarios Pink Floyd, referentes para varias generaciones.
El videoclip ha sido dirigido por Sara Condado, con Zissou a la producción, y redunda en la imagen más poderosa de León Benavente: el directo. Aunque en esta ocasión sea embutidos en una especie de nave espacial, y no en una sala con público. Salas a las que están ya a punto de volver.