El cuarteto madrileño punk pop expresa un particular malestar juvenil en el primer avance de su cuarto disco.
La mugre y la furia. La ira y la rabia. La denuncia de los desequilibrios. La reedición eterna del No Future. Desde que el pop es pop, y desde que el punk es punk, empuñar una guitarra y encarar un micro ha sido siempre uno de los recursos a los que la juventud de cualquier parte del mundo puede asirse. Y Biznaga no son una excepción.
El primer adelanto del que será su cuarto álbum, Bremen no existe (Montgrí, 2022) tiene un poco de todo eso. Como si releyera, pero a la inversa, aquel viejo “My Generation” de The Who. La desazón de una generación, encapsulada en una breve pero muy vitamínica píldora punk pop.
Es la avanzadilla de un disco que espera confirmar todo lo (bueno) que ya apuntaron en Centro Dramático Nacional (Holy Cuervo, 2014), Sentido del Espectáculo (Slovenly Recordings, 2017) y Gran Pantalla (Slovenly Recordings, 2020), sus tres álbumes hasta la fecha.
Ellos mismos lo expresan mejor que nadie: “Esta es una canción de amor frustrado contra esa forma de identidad colectiva, siempre difusa y conflictiva, que supone lo generacional. También un ajuste de cuentas con nosotros mismos, que busca la confrontación en el espejo retrovisor de las expectativas generadas por los futuros perdidos, en un momento límite en el que las categorías todo y nada parecen especialmente confusas.”.
“Musicalmente suena directa, pero sin renunciar a cierta emocionalidad sustentada por el juego melódico de voz y guitarras, que podría remitir al college rock norteamericano de mediados de los ochenta”, dicen.
Aquel college rock, se entiende, del que brotaron Hüsker Dü, The Replacements, Bad Brains, Dinosaur Jr y todos los antecedentes directos de la explosión alternativa que acabarían encarnando Nirvana.
De momento, Biznaga tienen previstos conciertos para los próximos meses en el Vive Latino de Mexico y en otros festivales hispanos como Tomavistas, Mallorca Live Fest o Low Festival.