La artista británica de origen tamil ridiculiza la dependencia extrema de las redes sociales en su último videoclip, nuevo avance del que será su sexto álbum.
La dependencia extrema de las redes sociales, la necesidad de reforzar la autoestima a fuerza de likes, el perfil de una imagen pública perfectamente tallada a imagen y semejanza de lo que esperan tus fans, la fugacidad de la fama… todas esas cuestiones sobrevuelan a lo largo de los tres minutos y medio de “Popular”, el último videoclip de M.I.A.
Tiene lógica que así sea, ya que la artista británica de sangre tamil lleva ya en este negocio el suficiente tiempo como para haber tomado una cierta distancia de todas estas servidumbres, a las que muchas veces acaban atadas muchas otras estrellas más jóvenes que ella. Maya Mathangi Arulpragasam tiene ya 47 años. Deslumbró a medio mundo hace casi veinte, con aquel rutilante debut que fue Arular, en 2005. Y son muchas las cosas que han ocurrido en el mundo de la música popular desde entonces.
En cierto modo, su lucha por mantener esa relevancia que puede haber perdido (en favor de nombres algo más jóvenes) en los últimos tiempos, ha de recaer en propuestas estéticas como esta. La canción, cuyo telón de fondo es el mismo que el de Nada Surf cuando dieron hace más de 25 años con un hit indie rock del mismo título, está bien aunque no sea nada del otro mundo. Pero lo realmente inquietante y singular es su video.
Lo ha dirigido Arnaud Bresson, quien también ha trabajado para Kanye West o Beadadoobe, y en él podemos ver a M.I.A. convertida en un robot, una autómata, un ser frío e inanimado, cuya existencia depende por entero de la proyección de su imagen. Es uno de los avances de lo que será MATA, el sexto álbum de la artista, que publicará Island Records, y para el que aún no hay fecha exacta.
Ella ha anunciado que tratará de combinar la parte más espiritual de su personalidad con la más ególatra, que intentaré reflejar quién es y a dónde cree que la sociedad va a encaminarse colectivamente. Un propósito ambicioso, sin duda, para una creadora acostumbrada a encarar grandes retos, y a quien pudimos ver en directo hace unos meses en España, en uno de esos directos que, como los de Rosalía, no necesitan tener músicos con cara y ojos sobre un escenario para convencer.