
El soulman neerlandés actúa esta semana en València, Barcelona y Murcia, presentando las canciones de su Soul Revolution (2020).
El soul. La música del alma. La expresión más pura del gozo sensorial, del éxtasis pero también del tormento interior de un puñado de artistas que siempre se expresaron sin dobleces. Es el sonido que procede de lo más recóndito de nuestro interior. De su interior, vaya. Prolongando una tradición que se remonta a los años cincuenta del siglo pasado.
Surtido de ese contexto, es una música a la que rara vez se le demandan innovaciones. Basta con una buena garganta, un buen puñado de instrumentistas y la capacidad, eso sí, de somatizar las claves más elementales del género. Cuestión de instinto, de sangre, de pedigrí, más que de academia. Y en esa lid, son muchos los vocalistas que se pueden hacer acreedores de mantener viva su llama.
Uno de ellos es Steffen Morrison, el holandés (Surinam es su origen) que llega esta misma noche al Loco Club de València, mañana al Teatre Coliseum de Barcelona dentro de su festival Mas i Mas y el sábado al festival de jazz de San Javier, en Murcia. Se mueve y actúa con la soltura de los clásicos. Con el aplomo de quienes nacieron para soulear.
Su conexión con nuestro país es tan intensa que uno de los nuevos temas que presentará, “True To Myself”, fue compuesto en una de sus últimas giras por aquí. La revolución del soul. La fidelidad a la propia esencia. Los títulos de sus canciones, salta a a vista, no engañan acerca de sus intenciones.
Su segundo disco, el que lleva presentando desde el año pasado, se llama Soul Revolution (2020), y es el principal motivo que le trae a nuestro país en un verano en el que las visitas foráneas aún se cuentan con los dedos de una mano (y seguramente nos sobren) debido a la crisis sanitaria que ha trastocado todas las agendas desde la primavera del año pasado. Conviene, pues, no perder la oportunidad de verle.