La legendaria banda británica nos recuerda que, pese a pandemias y amenazas de guerra nuclear, hay cosas del viejo orden mundial que se resisten a desvanecerse.
La rueda debe seguir girando. El gran circo del rock and roll debe continuar. Llevamos más de tres décadas asistiendo a la que podría ser la última gira de los Rolling Stones, y con ese sambenito se han sucedido al menos una decena de ellas. Siempre es la última. Ese es el señuelo, aunque solo se sugiera. Pero la última nunca llega. Ni siquiera cuando nos cercioramos de que ellos también son humanos y algún día morirán, como ocurrió hace unos meses con su legendario batería, Charlie Watts.
Sin él, ya con Steve Jordan supliéndole a las baquetas, los Rolling Stones vuelven para avisarnos de que por mucha pandemia y por mucha amenaza de tercera guerra mundial que se cierna sobre nosotros, hay cosas que permanecen inalterables y nos devuelven a ese viejo mundo en el que habitábamos hace justo dos años. Y dentro de aquella secuencia de acontecimientos, formando parte indisoluble de aquel orden establecido, pocas cosas más previsibles que un nuevo tour de los Stones para que los informativos vuelvan al airear todo su arsenal de tópicos: «sus satánicas majestades», «los Rolling» y blablabla.
Primera parada, Madrid
Hoy mismo hemos desayunado con la noticia de que Jagger, Richards y compañía estarán en Madrid el próximo 1 de junio como primera parada de su nueva gira europea. Será en el Wanda Metropolitano, de nuevo un estadio colchonero, como aquel Vicente Calderón de 1982. Que no fue el primero: vino antes Barcelona, en 1976. Luego, ya este verano, vendrán Munich, Berna, Londres, París, Viena y muchas ciudades más. La excusa es el sesenta aniversario del nacimiento de la banda. 1962 fue su año de nacimiento. Sesenta años, una barbaridad.
La gira llega realzada visualmente por una nueva reinterpretación gráfica de su famosísima lengua, el logo creado por John Pasche hace algo más de cincuenta años (los cumplió al año pasado), inspirado en la lengua de la diosa india Kali (y no en la de «morritos Jagger»), y tampoco alumbrada por Andy Warhol, como muchas veces se ha hecho creer.
El rediseño, abrumadoramente colorista y muy recargado, sintoniza con la estética de estos tiempos, informativamente al borde de la saturación, y ha sido llevado a cabo por el veterano diseñador Mark Norton, quien ya ha trabajado para los Rolling Stones en infinidad de campañas a lo largo de los últimos años. Una de sus últimas incursiones en su imagen fue la de esta imagen que mostramos abajo, para una campaña que pretendía ser exhibida en carteles en los transportes urbanos de Londres hace siete años, pero fue censurada. Anunciaba una muestra de objetos relacionados con el quinteto.
Morir con las botas puestas
Los músicos fueron los primeros en rechazar aquella censura, pero ellos mismo tampoco tuvieron problemas en amputar de su repertorio hace bien poco el tema «Brown Sugar» (1971), por sus connotaciones racistas. En realidad, siempre han caminado sobre ese alambre que separa la provocación de lo políticamente correcto, sin salirse demasiado de este último ámbito.
Los Rolling Stones son leyenda, pero todo lo que les rodea es un enorme producto de marketing, con un logo tan explotado como el de McDonalds o la NBA, y seguramente acaben muriendo con las botas puestas, sobre los escenarios, como la genuina banda de rock pero también como la grandísima empresa que son.
