Recordamos la primera gran reunión en la cumbre entre Bernard Sumner (New Order), Johnny Marr (The Smiths) y Neil Tennant (Pet Shop Boys), tres leyendas del pop británico de los años ochenta y más allá.

Qué peñazo los discos de colaboraciones. Los duetos. Los featurings. Los llamados supergrupos. Los proyectos que agrupan a estrellas como quien colecciona cromos. Las constelaciones galácticas que casi siempre acaban deparando mucho menos que la suma de sus partes. En general, suelen ser fiascos.
Por suerte, hay excepciones. Como con todas las reglas. Una de ellas se dio hace algo más de treinta años. El 28 de junio de 1991 se ponía a la venta Electronic (Virgin, 1991), el primer álbum compuesto por el frontman y compositor principal de New Order y el guitarrista y conductor musical de The Smiths. Se les unió, en un corte, otro gigante del pop británico de los ochenta, el vocalista de Pet Shop Boys, Neil Tennant.
“El listón estaba alto: New Order habían publicado su mejor disco, The Smiths se habían separado un par de años antes en la cumbre y Pet Shop Boys acababan de desvelar su obra maestra”.
El listón estaba alto. Muy alto. New Order habían publicado su mejor disco, Technique (Factory, 1989), solo dos años antes. The Smiths se habían separado tres primaveras antes, en 1987, marcando una cota altísima, inalcanzable. Por si fuera poco, Pet Shop Boys habían publicado un año antes su obra maestra, Behaviour (Parlophone, 1990).
Así que esto podría haber sido un simple capricho de nuevos ricos. Una colosal metedura de pata. Una nadería con la que entretenerse y aburrir al resto del mundo. Pero no fue así.
Ya fuera por la inercia, por la racha positiva en la que estaban inmersos o por vivir aupados en un estado de inspiración que aún deparaba buenos réditos, el primer disco largo de Electronic es una soberana lección de pop electrónico. Inspiradísima. Amanecían los años noventa, con sus dosis de energía positiva, y parecía que nada podía ir mal.

Las guitarras se fundían con las máquinas, reinaba la mezcla de rock, acid house y psicodelia en Manchester, y -lógicamente- este disco iba a estar mucho más cerca de New Order que de The Smiths. De hecho, la razón principal por la que Johnny Marr había dejado plantado a Morrissey era para hacer discos como este. Para probar nuevas cosas, para experimentar. Para no repetirse.
Visto con la perspectiva del tiempo, este es el único disco de toda la órbita de proyectos paralelos emprendidos por miembros de New Order (Monaco, The Other Two, Revenge, Bad Lieutenant) que está a la altura de casi cualquier entrega de la banda madre. Es mejor, incluso, que algunos de sus discos, aquellos más endebles. Que también los hay, aunque esté feo dar nombres.
También es, con toda seguridad, el mejor disco en el que nunca ha participado Johnny Marr desde la disolución de The Smiths. Y eso que no son pocos: Bryan Ferry, The Pretenders, The The, Modest Mouse o The Cribs contaron con sus servicios en muy buenos trabajos.
“Este es incluso mejor disco que algunos de los propios New Order”.
“Getting Away With It”, “Get The Message”, “Tighten Up”, “Feel Every Beat”, “Gangster”… todas funcionan, todas cobran sentido. Guitarras y sintetizadores conviviendo en un plano de igualdad, sin necesidad de innovar estilísticamente ni de romper moldes, pero con una factura melódica y de arreglos exquisita. Hasta las canciones que salieron a la luz en su edición deluxe, en 2013, como “Second To None” o “Lean To The Inside”, son fantásticas.
Electronic publicarían más tarde los estimables Raise The Pressure (Parlophone, 1996) y Twisted Tenderness (Parlophone, 1999), pero ambos marcaron una curva descendente, pese a albergar buenos singles. Algunos puntos de su minutaje hacían aguas. Ya habían tocado su techo con este fabuloso debut. Uno de esos discos que acaban convirtiéndose en imprescindibles precisamente cuando nadie parecía necesitarlos. A día de hoy, y salvando una producción que ha quedado algo obsoleta, inevitablemente superada por el paso del tiempo, aún se escucha con deleite porque su material compositivo era, y sigue siendo, de primera magnitud.