El cuarteto británico de pop electrónico Metronomy se consagró hace diez años con «The English Riviera», un disco que es el sonido de la tarde de verano perfecta.
Si alguno de vosotros ha visto en alguna ocasión a Metronomy en directo, y no será – desde luego – por falta de festivales (ya que se cuentan por decenas los que se han pateado en nuestro país en la última década), sabrá de las propiedades lumínicas de este álbum. Fue el tercero de la banda capitaneada por Joseph Mount, el que estabilizaba también la formación en torno al cuarteto actual, y justo en este mes de abril de 2021 se cumplen diez años de su publicación.
Con él, Metronomy pasaron de ser un proyecto de electrónica neo ravera para iniciados a una banda de contagioso synth pop para todos los públicos. No hay concierto suyo en el que no caigan al menos dos o tres canciones de este trabajo. Y siguen siendo, una década después, los que el público recibe con mayor fervor.
Con este disco, Metronomy pasaron de ser un proyecto de electrónica «neo ravera» a una banda de contagioso synth pop para todos los públicos.
The English Riviera (Because, 2011) es, desde entonces, uno de esos discos que plasman por sí solos un estado mental: el de las largas y apacibles tardes de verano, con el sol brillando en lo alto, el horizonte del mar como único marco visual y, a ser posible, un buen cóctel o un buen gin tonic en la mano.
No hay más que escuchar el primero de sus cortes, homónimo: el sonido de las olas del mar, mezclado con el de las gaviotas, dan la bienvenida a un disco que, fiel a su propio nombre, trata de trasladar el encanto del pop soleado de la costa oeste norteamericana de los años setenta a la llamada Riviera inglesa de principios de los 2010, esas localidades costeras – Torquay, Torbay o Teignmouth – del condado de Devon que Joseph Mount, criado en la cercana Totnes (¿qué tendrán para empezar todas con la letra «t»?), tan bien conocía ya a sus 28 años. Es un disco que reimagina su región, que fantasea con ella.
La acogida de público y crítica tampoco pudo ser más positiva. Marcó, de hecho, el pico de su carrera. Fue disco de oro en el Reino Unido y disco de platino en Francia. Nominado el Mercury Prize. Segundo mejor disco de 2011 para el New Musical Express. Tercero para Uncut. Décimo para The Guardian. Decimoséptimo para Q. Algo más rezagado, pero también destacado – puesto 35 – en nuestra Mondosonoro.
El disco fue elegido entre los mejores de aquel año por la mayoría de medios especializados y vendió más de 150.000 ejemplares.
Vendió Más de 150.000 copias a lo largo del año de su edición. Sin ser un súper ventas, sí fue un disco que generó muchísimo más de lo que costó. Sobre todo, para salir en una discográfica independiente francesa y contar con la producción del propio Mount.
Todo funciona al milímetro en estos once cortes. Funcionan las canciones. Funciona su secuenciación; su introducción, nudo y desenlace. Funciona también la atmósfera. Todo cuadra a la perfección. Desde la intrigante «We Broke Free» hasta ese extraño cierre que es «Love Underlined», pasando por la fabulosamente seductora «Everything Goes My Way» (con la voz de la baterista Anna Prior), esos dos enormes hits de synth pop perverso y azucarado – al mismo tiempo – que son «The Look» y «The Bay», el maravilloso medio tiempo (casi una balada para su canon) que es «Trouble», el acelerón new wave de la irresistible «Corinne» o esa delicia de pop barroco, más inglesa que el té de las cinco o las fish and chips, que es «Some Written», y que tanto recuerda a los interludios instrumentales que orquestaban Blur casi dos décadas antes en Parklife (1994).
El 8 de abril se cumplen diez años de su publicación. Y el 30 del mismo mes será reeditado con todos los honores, incluyendo seis canciones inéditas. Entre ellas, una ya publicada, la estupenda «Picking Up For You», cuyo videoclip tenéis aquí arriba.
El parón coronavírico de la industria ha puesto en bandeja la reivindicación de este magnífico disco. Pero en 2022 habrá nuevo álbum de Metronomy, y también una gira de presentación que les traerá dentro de un año a Madrid (4 de marzo en La Riviera), València (5 de marzo en Moon) y Barcelona (6 de marzo en Razzmatazz).
Mientras tanto, siempre es un buen momento para volver a su idílica Riviera inglesa. Ese lugar en el que apetece quedarse a vivir. O al menos, a veranear.