Gonçal Planas, vocalista y compositor de la banda barcelonesa, nos habla sobre su nuevo disco, Como ladrones sorprendidos.
Mi Capitán son eso que hace años llamábamos un “súpergrupo”. Una definición que a ellos seguramente no les guste mucho, pero sirve para encuadrar a formaciones de músicos procedentes de otras bandas, aunque aquí hablemos de un ámbito independiente, y no de millones de copias despachadas de discos ni de cientos de miles de escuchas en streaming.
La banda la forman Gonçal Planas (Sanpedro, tour manager de Love of Lesbian) junto a Ricky Falkner (Egon Soda, Standstill, productor de Love of Lesbian o Iván Ferreiro), Ferran Pontón (Egon Soda), Julián Saldarriaga (Love of Lesbian), Ricky Lavado (Standstill, The New Raemon), Dani Ferrer y Víctor Valiente (Standstill). Acaban de publicar su tercer álbum, el autoeditado Como ladrones sorprendidos (2023). Buena ocasión para entrevistar a Gonçal.
Pregunta tediosa donde las haya, lo reconozco: ¿Está muerto el rock, o solo jibarizado, reducido al consumo de minorías, como un nuevo jazz?
En nuestro país quizá no esté pasando por su mejor momento, a pesar de haber una generación de bandas que lo interpretan de manera excelente y diversa, como es el caso de Egon Soda, Los Zigarros, Los Estanques, Sarria, Niña Coyote eta Chico Tornado o Corizonas. Pero me gusta pensar que se debe a algo más coyuntural y cultural que a una posible jibarización, tal y como dices.
Es un género que provoca emociones euforizantes, tanto en el que interpreta como el que la recibe, y en directo es imbatible. Es cierto que ha perdido el lugar hegemónico de décadas anteriores, pero si miras los directos de los principales artistas internacionales, como Taylor Swift, Harry Styles o Myley Cyrus, todos llevan una formación en directo que se basa en el concepto “banda”. Incluso exponentes de la música más actual, como Duki o Trueno, siguen esa estela. Me cuesta pensar que el rock vaya a desaparecer, hay demasiada energía que liberar todavía.
La puñetera pandemia truncó o aplazó los planes de edición de este disco: ¿influyó en algo a nivel temático o lírico? ¿o fue un tiempo poco inspirador?
Permitió que las canciones pasaran por el filtro de Julián Saldarriaga y Ferran Pontón, guitarrista y bajista, y coristas, de la banda respectivamente. Ellos se encargaron de eliminar flaquezas y de pulir las esquinas musicales. Respecto a los textos, la pandemia me permitió tomar perspectiva sobre los temas de los que estaba hablando, y para cuando llegué al estudio de grabación había localizado qué partes flaqueaban. En ese momento la colaboración y consejos de Ferran me vinieron muy bien, y mejoraron el mensaje general del disco.
“Me cuesta pensar que el rock vaya a desaparecer, hay demasiada energía que liberar todavía”.
¿Tuvisteis que trabajar a distancia por ello o por el mero hecho de vivir en lugares distintos?
En principio el sistema de trabajo de los tres discos siempre parte del mismo lugar: grabo unas demos en casa y las comparto con la banda vía e-mail, luego en el estudio tocamos juntos y ahí se termina el proceso con la participación y aportación de todos los miembros de la banda. En este caso, además, hubo un trabajo previo a la entrada del estudio de grabación liderado por Julián y Ferran, y apoyado por Dani, Víctor y yo mismo, con parte del repertorio, que permitió una mayor maduración y trabajo, un enfoque más atento y especializado.
¿Qué necesidades cubre Mi Capitán para vosotros que no tengáis cubiertas con vuestros proyectos principales (Love Of Lesbian, Egon Soda)?
Por lo que a mí respecta, me permite comprobar en primera persona la exigencia que conlleva liderar un proyecto musical en todas sus facetas. Además, establece un plus de empatía hacia mis compañeros de banda y hacia los cantantes en general, ya que hasta que no te subes a un escenario y te toca asumir el papel no acabas de entender ciertos aspectos que acompañan a la profesión.
El título del disco, Como ladrones sorprendidos, proviene de un cartel que visteis en un bar, si no me equivoco. ¿Tiene también connotaciones de realidad actual? ¿Alguna clase de lectura que lo pueda asociar a lo que ocurre en nuestra sociedad en los últimos tiempos?
Para nosotros representa la realidad en la que nos sentimos como banda: siempre hemos sido unos oustiders que no encajan ni en el circuito indie ni en el circuito rock, somos como piratas sin brújula.
Cuéntame cómo funciona Mi Capitán, grosso modo. ¿Es una democracia perfecta o siempre hay miembros que tienen mas peso que otros?
Este grupo existe gracias a la generosidad y la falta de egos de los siete implicados, poniendo siempre por delante la canción, la cual siempre debe sonar a Mi Capitán.
¿En qué medida han cambiado las cosas para vosotros ahora que os autoeditáis?
Los recursos económicos son menores y eso afecta a aspectos clave como la promoción, por ejemplo.
Santero y Los Muchachos, Corizonas, Neuman o Maga son algunos de los grupos que aparecen en Spotify en el apartado “sus fans también escuchan”, de vuestro perfil. ¿Os sentís parte de alguna escena? ¿Creéis que compartís algo con ellos?
Generacionalmente empezamos todos a la vez, quizá con algún año de retraso en algún caso, y también somos amigos. Al menos la mayoría de los mencionados).
“Siempre hemos sido unos oustiders que no encajan ni en el circuito indie ni en el circuito rock, somos como piratas sin brújula”.
¿Qué tipo de música o qué grupos os atrapan últimamente? ¿algún descubrimiento que haya captado vuestra atención?
A mí me gusta indagar en el pasado y descubrir grupos que me emocionen tanto por el sonido como por el repertorio. Llevo un tiempo escuchando la discografía tanto de Pure Prairie League, como de Litle Feat y los Doobie Brothers, ya que después de The Band, los Rolling Stones, Led Zeppelin o Beatles, necesito gasolina nueva que quemar. De lo actual, me encanta Marcus King, Los Estanques y Arctic Monkeys, por ejemplo.
¿Cómo encara Mi Capitán la temporada de conciertos?
Presentamos el disco en Barcelona, el pasado 25 de marzo en La Textil, donde hicimos sold out, y en Madrid el 18 de mayo en la Siroco. Luego vamos al Sonorama, en Aranda de Duero, y de ahí saltamos al Náutico en O Grove.
¿Echáis de menos el contacto con el público?
Sí, mucho…encaramos estos conciertos con mucha ilusión y hambre de reacciones ante el nuevo material.
¿Sois más de salas o de festivales?
De salas, sin duda, aunque los festivales son maravillosos.
Foto: Kenneth Santos.