Es imposible entender la música popular sin que sea un condimento esencial de lo lúdico. Así ha sido a lo largo de décadas en las que se han sucedido las modas, los movimientos de ruptura, las mudanzas en las costumbres y la emergencia de sonidos innovadores que nos han hecho bailar. Seleccionamos cinco nombres propios.
Giorgio Moroder, el visionario del baile como fenómeno global
El baile como expresión festiva y de liberación personal es algo tan antiguo como la propia humanidad, pero Giorgio Moroder lo elevó a otra dimensión. A un plano que le era desconocido hasta los años setenta del siglo pasado. Por algo dijo una vez aquello de que “la música disco está hecha para que la gente baile, y la gente siempre va a querer bailar”. Parece un silogismo de lo más elemental, pero es tan demoledor como esas verdades irrefutables que son casi ley científica.
Obviamente, había muchos precedentes: el swing de la música callejera en ciudades como Nueva Orleans, la resistencia encarnada por los clubes de jazzen la Francia ocupada por los nazis, los guateques de los años cincuenta o los happenings psicodélicos de la era hippie a finales de los sesenta, en los que ya no era necesario que lo festivo se asociara al baile en pareja, porque la emancipación de la mente era esencialmente individual.
Si quieres conocer los otros cuatro nombres puedes hacerlo en el número 3º de la revista Mússica.