La inclasificable comuna australiana hizo de la técnica del sampler todo un arte, en un debut que marcó historia y ahora se reedita por su 20 amiversario.
Una de las experiencias más inolvidables que el autor de este texto ha tenido nunca asistiendo a un concierto en directo fue en el Festival de Benicàssim de 2001, bajo una de las carpas en las que se habilitaba uno de sus escenarios secundarios. Allí tocaron por primera vez en España The Avalanches, la inclasificable comuna de benditos chalados por la música que está de celebración, con algo de retraso, por el 20 aniversario de su histórico álbum de debut.
Los australianos se metieron a todo el público en el bolsillo con una breve pero memorable actuación, mezcla de turntablismo, friquerío melómano y actitud punk. Fue un show imprevisible. Una locura durante la que pincharon decenas de vinilos y acabaron haciendo pogo, lanzando todo por los aires, incluso bajándose los pantalones y dedicando un clamoroso calvo al público.
Es una auténtica lástima que nadie disponga de grabaciones de todo aquello en ningún lado, porque nuestros antediluvianos móviles de la época aún no grababan imágenes. Volvieron en 2016 para actuar en Primavera Sound, pero solo fue un DJ set. Su inolvidable primera visita llegó en los tiempos del España va bien, ¿recordáis? Empezábamos a pagar en euros, a cambiar nuestras pesetas a la carrera y a tener (algunos de nosotros) ligeras nociones sobre qué era eso de la vida adulta. Y al menos habíamos podido comprobar que el tan temido efecto 2000 no había sido, ni mucho menos, para tanto.
Un disco irrepetible
Pero detrás de esa aparente locura, había mucho coco. No era un capricho, fruto de la improvisación. Since I Left You (Modular/XL, 2001) era el era el disco que avalaba a los Avalanches. Fue uno de los más celebrados por la prensa en aquel inicio de década y de siglo, y con razón. Marcó época. En gran medida, porque no se parecía a ninguna otra cosa. Era la prueba de que un puñado de diggers obsesivos también podían crear una obra genial, emulando a los artífices de esos discos que devoraban.
No era ni electrónica para las masas, ni pop lúdico, ni rock de guitarras, ni nada que pudiéramos realmente equiparar a ninguna corriente del momento, pero a mismo tiempo era fiel fruto de su tiempo. Sublimaba hasta extremos nunca vistos la técnica del sampler: sus canciones se retroalimentaban de fragmentos de otras canciones compuestas y publicadas muchos antes, ya fuera por los Jackson 5, Madonna, los Beatles o Françoise Hardy. Pero brillaba con una luz muy propia. Era puro prozack para los sentidos. Un subidón descomunal. Música para bailar con los pies despegados del suelo.
El sampler hecho arte
La técnica del sampler no la habían creado ellos, claro. Ni mucho menos. Provenía de finales de los ochenta. Pero nadie la había llevado tan lejos. Sus composiciones eran como collages desbordantes de cromatismo, como cuadros saturados de colores, texturas y perspectivas aparentemente incompatibles, que acababan por convivir en plena armonía y deparar un resultado brillante, jovial, contagioso en su apabullante vitalidad. Pura sinestesia.
La técnica del «sampler» no la habían inventado ellos, pero nadie había sabido llevarla tan lejos hasta entonces.
Mezclaron más de 3.500 fuentes sonoras con la paciencia del científico que examina la materia de su trabajo a través del microscopio, y luego las mezclaron con la pericia del alquimista más experimentado, dando lugar a algo completamente nuevo. Formado por nutrientes de otras décadas, ya fueran los viejos musicales de Broadway, el hip hop, el bubblegum pop, el rock más estridente o las bandas sonoras de películas de animación.
Veinte aniversario
The Avalanches tardaron 16 años en volver a publicar un disco: desde entonces solo han desvelado dos, Wildflower, en 2016, y We Will Always Love You, de 2020: os podéis quedar, sin duda alguna, con el segundo. Pero nada podría siquiera igualar aquel Since I Left You (2001) uno de esos trabajos que son como un milagro en sí mismo, y que ahora celebra sus más de veinte años con una reedición en la que se incluyen algunas remezclas inéditas.
Cornelius, Mario Caldato Jr, Stereolab, Sinkane, Prince Paul, Deakin, Carl Craig o MF Doom son algunos de los músicos que se han unido a la fiesta, con resultados dispares pero siempre interesantes, en el segundo CD de esta reedición. La mejor forma de celebrar las (más de) dos décadas de una delirante fantasía sonora hecha realidad, que suena exactamente igual de bien ahora que entonces, y conviene rescatar (o descubrir, si es el caso) al menos una vez en la vida.