
El cuarteto italiano sigue surfeando la ola de su éxito eurovisivo con más singles extraídos de su último disco.
Hacía mucho tiempo que el festival de Eurovisión no daba con un ganador que incrementase de forma tan rotunda su popularidad. Sí, cualquier solista o grupo que se alzase con el primer puesto veía cómo su presencia en los medios se multiplicaba tras su participación, pero no tanto el interés por su carrera, el número de escuchas de sus canciones o incluso su presencia en las radiofórmulas, más allá de la canción que les granjeó el premio.
Eso parece haber cambiado con los italianos Måneskin, la última banda de rock en muchos años (quizá desde el triunfo para Finlandia de los metaleros Lordi, en 2006) en ganar el festival europeo de la canción, tan denostado en los últimos tiempos por fomentar una interminable galería de frikis. También ha sido este el primer año, y puede parecer una chorrada, en el que un mismo país se lleva la Eurocopa de fútbol y Eurovisión. Alegría doble, pues, para Italia, que también ha visto como Franco Battiato y Raffaella Carrà nos dejaban en apenas unas semanas.
El último videoclip del cuarteto italiano, publicado hace solo unos días, incide en las claves que les han hecho populares en tan poco tiempo. Una fórmula escasamente novedosa pero efectiva. Sumando modismos del rock de guitarras más endurecido, que van desde el glam rock de los años setenta hasta el hard rock. Incluso la fagocitación de un viejo tema de Frankie Valli de los años sesenta, como hicieron en “Beggin””.
En esta ocasión, se puede decir que “I Wanna Be Your Slave”, también extraída de su disco “Zitti e buoni”, su aportación eurovisiva- bascula entre lo que hacían los Arctic Monkeys de sus primeros discos y el stoner rock de finales de los noventa. Dos cosas que no están tan lejos como parece a primera vista, teniendo en cuenta que Alex Turner y los suyos grabarían su tercer disco con Josh Homme (Queens of the Stone Age).
Los italianos no esconden esos referentes, y los destilan con desparpajo, con soltura, con pegada. Sin inventar el mecanismo del botijo, pero refrescando como su primer chorro de la mañana, por buscar un símil muy veraniego. Suficiente como para que más de veinte millones de usuarios ya le hayan echado el guante al video.