La artista sueca es una de las figuras más eclécticas, excitantes e imprevisibles del pop de las últimas cuatro décadas.
Nunca fue una estrella al uso, aunque al principio lo pudiera parecer. Neneh Mariann Karlsson (Estocolmo, 10 de marzo de 1964), conocida como Neneh Cherry en el mundo de la música, se curtió creativamente en la fértil escena post punk londinense de la primera mitad de los ochenta, formando parte de proyectos como Rip, Rig & Panic, y esa filosofía desafiante, ecléctica, aventurada y reacia a complacer al gran mercado se quedó con ella para siempre.
Solo de eso modo cabe entender una carrera que durante las últimas cuatro décadas ha transitado por el pop, el hip hop, el trip hop, los efluvios de jazz o la electrónica experimental. Son tan solo cinco álbumes a su nombre en todo este tiempo, pero todos profundamente influyentes y extraordinariamente valorados por crítica y público, aunque solo alcanzase el estatus de superventas con los tres primeros.
Pedigrí muy musical
Neneh Cherry creció en una familia de músicos. Era obvio que estaba destinada a dedicarse al mismo empeño. Su padre fue el músico Ahmadu Jah, percusionista natural de Sierra Leona (fallecido en 2018) e hijo del jefe de una tribu. Su madre fue la artista plástica sueca Monika “Moki” Marianne Karlson (fallecida en 2009), quien luego se casaría con quien sería el padrastro de Neneh, el legendario trompetista de jazz Don Cherry (fallecido en 1995) de quien tomaría su apelido. Su hermano es el popular músico Eagle-Eye Cherry.
Su marido es el productor británico Cameron McVey, componente del colectivo Wild Bunch (del que emergerían Massive Attack o Tricky), en la ciudad de Bristol, y parte importante en casi todos los discos de Neneh, a quien conoció justo antes de un viaje a Japón en el aeropuerto de Heathrow en 1987, cuando ambos formaban parte de la nómina de Buffalo, la marca del modista Ray Petri. Y sus hijas son Mabel y Tyson, dos jóvenes estrellas del pop británico. Especialmente la primera, con un talante más comercial que la segunda, cuya música es más experimental.
Una carrera repleta de curvas pronunciadas
Su carrera despegó con Raw Like Sushi (1989), un espectacular debut en el que figuraban los exitosos singles “Buffalo Stance”, “Manchild” y “Kisses In The Rain”. Su irrupción en el programa televisivo Top Of The Pops durante la fase de promoción del disco, luciendo incipiente barriga a causa del embarazo de su primera hija, fue toda una declaración de principios. Un clara muestra de su feminismo, de su libertad creativa, ajena a muchos de los elementales dictados de la industria.
Fue una de las primeras féminas en visibilizar el rap hecho por mujeres en el Reino Unido, aunque ni mucho menos el hip hop era su único nutriente: era la fértil época del turntablismo (crear música manipulando vinilos en un giradiscos) y la sampledelia (al arte de crear música parcheada con samplers: fragmentos procesados de otras canciones). Tres años después llegaría Homebrew (1992), un trabajo en el que su forma de moldear el trip hop tenía poco que envidiar a los experimentos de Massive Attack, Portishead o Tricky, aunque ese estilo (nacido en Bristol) convivía con otros.

Aunque su momento de mayor popularidad aún estaba por llegar: Man (1996), con las canciones “Woman” y “Seven Seconds” (esta última junto al músico senegalés Youssou N’Dour), marcó el punto más exitoso de su carrera gracias a la repercusión de esos dos sencillos, aunque el álbum quedara aún un poco por debajo de su debut en cuanto a ventas. Tras él, el silencio. Neneh Cherry primó la vida familiar por delante de la profesional (fue a finales de los noventa cuando estuvo viviendo unos años en Alhaurín El Grande, en la serranía malagueña, apartada de los focos y de la industria), y cuando reapareció ya lo hizo, a partir de los 2000, desde presupuestos más experimentales.
Un último tramo repleto de desafíos
Todo lo que ha hecho Neneh Cherry en las últimas dos décadas ha estado presidido por el afán de experimentar y alejarse de lo convencional. Empezó acercándose al jazz con dos proyectos que ni siquiera tenían su nombre, en los que su presencia ya no era protagónica: CirKus (dos discos: Laylaw en 2006 y Medicine en 2009) y The Thing (un disco: The Cherry Thing, en 2012). Y continuó por la senda del pop electrónico experimental junto a quien ha sido últimamente su inseparable compañero artístico, el británico Kieran Hebden, artífice del proyecto Four Tet, uno de los más internacionalmente respetados de la electrónica.
Fueron los extraordinarios Blank Project (2014) y Broken Politics (2018), discos aclamados por la crítica y fáciles de localizar en los listados anuales con lo mejor de ambos ejercicios para los medios especializados, aunque sus ventas no fueran ni mucho menos reseñables. Algo lógico, teniendo en cuenta su arriesgado contenido y el declive de la industria del disco físico.
Su último disco es The Versions (2022), una colección de colaboraciones en las que Neneh Cherry cuenta con otras estrellas femeninas (Robyn, Sia, Jamila Woods, Sudan Archives) para abordar nuevas versiones de las canciones de Raw Like Sushi (1989), como una forma de celebrar el 30 aniversario de su publicación.