El músico neoyorquino es uno de los más acreditados equilibristas pop de las últimas décadas, siempre entre lo instantáneo y lo barroco.
El estadounidense Rufus Wainwright (Rhinebeck; Nueva York, 1973) es uno de los músicos más carismáticos y versátiles de las últimas décadas. Un artista total, dada su habilidad para moverse con soltura entre lo pop y lo solemne, entre la baja y la alta cultura, incluso entre el mainstream y la independencia. Es una estrella de alcance global, que siempre ha puesto por delante su instinto a la hora de abordar trabajos de muy distinta naturaleza.
Su formación fue precoz y muy marcada por el pedigrí artístico de su familia. Empezó a tocar el piano a los seis años y a los trece ya se embarcaba en giras con la formación The McGarrigle Sisters and Family, en la que militaban su hermana Martha, su madre, Kate, histórica cantautora folk, y su tía, Anna. No formaba parte de aquella formación, pero también su padre, Loudon Wainwright III, ha sido un prestigioso cantautor durante las décadas de los setenta, ochenta, noventa, dos mil e incluso los dos mil diez.
Un artista versátil y polifacético
A lo largo de sus casi tres décadas de carrera, Rufus Wainwright se ha encaminado por los senderos del pop de cámara, del folk, del cancionero norteamericano (american songbook), de la música clásica, de la ópera y hasta de los musicales de la era dorada de Broadway. También se ha prodigado en la composición de bandas sonoras para películas, como El diario de Bridget Jones (2001), Zoolander (2001), Moulin Rouge (2002) o Brokeback Mountain (2005), entre otras. Ha sido frecuente su imagen sentado ante su piano, en directo, interpretando sus canciones en algunos de los mejores auditorios del mundo, como el Carnegie Hall neoyorquino, donde homenajeó a Judy Garland, la Canadian Opera Company de Toronto o el Teatro Real de Madrid, en los que estrenó su ópera Adriano, con fotografías del pretigioso Robert Mapplethorpe.
Entre el pop, los musicales y la ópera
Entre sus discos menos barrocos, los que podríamos considerar más pop (o más convencionales, aunque el adjetivo tampoco se aviene demasiado bien con la riqueza formal de sus canciones), destacan Rufus Wainwright (1998), Poses (2001),Want Two (2004), Release The Stars (2007), Out of the Game (2012) o Unfollow The Rules (2020). Entre los más abigarrados y aventurados, sobresalen la reinterpretación del álbum Judy Garland at the Carnegie Hall (1961) que trazó en el disco Rufus Does Judy at the Carnegie Hall (2007) o la adaptación de varios sonetos de Shakespeare en Days Are Nights: Songs for Lulu (2010) y en Take All My Loves: 9 Shakespeare Sonnets (2016).
A lo largo de su carrera también ha colaborado con Teddy Thompson, Neil Tennant (Pet Shop Boys), Robbie Williams o David Byrne, entre muchos otros compañeros de profesión, adscritos a diferentes estilos musicales.