El exitoso quinteto angelino dio una magistral vuelta de tuerca a su propuesta con uno de los mejores discos dobles de la historia.
Es el álbum rarito de Fleetwood Mac. Desde su misma portada. El más ambicioso. El más poliédrico. El más versátil. Por algo es doble. Uno de los grandes dobles de la historia.
Casi todo el mundo se acuerda del magistral Rumours (Warner, 1977) y su éxito planetario: uno de los quince álbumes más vendidos de la historia. Pero aquí creemos que, en inspiración y madurez creativa, Tusk (Warner, 1979) lo supera. Ofrece más.
Se notó, y mucho, que a Lindsey Buckingham le habían inspirado el punk y la new wave. Él mismo confesó que aquella eclosión había cambiado de arriba abajo el panorama. Sin remedio. Y Le encantaban The Clash, Gary Numan, Talking Heads o Laurie Anderson.
“Lindsey Buckingham quería con este disco alejar la sombra de dinosaurios del rock que acechaba a Elton John, Led Zeppelin o Rolling Stones”.
Y no quería que Fleetwood Mac acabaran siendo vistos como unos dinosaurios. Como Led Zeppelin, Elton John o los Rolling Stones empezaban a ser vistos ya entonces, algo superados por la nueva ola y la fiebre disco.
El modelo argumental que Buckingham quería seguir era el del Smile de Brian Wilson, aquel ambicioso álbum que la mente más pensante de los Beach Boys había registrado en 1967 pero no pudo publicar hasta una eternidad después, en 2004.
Uno de los grandes discos malditos de la historia del pop. Así de complejo y barroco quería que fuera. Y como había tenido acceso privilegiado a parte de su contenido, sabía de lo que hablaba.

Tusk (Warner, 1979) es, seguramente, el disco más influyente de Fleetwood Mac. Al menos sobre la galaxia alternativa. Son decenas, quizá cientos de músicos quienes lo tienen en un pedestal. Los Camper Van Beethoven de David Lowery lo versionaron entero en un disco de 2003, dándole estatus de culto. Los New Pornographers, el grupo de A.C. Newman y Neko Case, también lo adoran.
Y entre los muchos grupos de los últimos tiempos que han mostrado su admiración por él, figuran también Animal Collective, Wolf Parade, Jenny Lewis o Haim: estas últimas, quienes más comparaciones suscitan con aquella época dorada de Fleetwood Mac.
Además de la calidad inobjetable de cada una de las canciones, hay muchos motivos para pensar que este fue un disco, en cierto modo, pionero. Mucho más influyente de lo que la mayoría de la gente sabe.
“Es el disco más influyente de Fleetwood Mac, al menos sobre los músicos del rock alternativo”.
“That’s enough for me” se anticipa al fervor por el psychobilly. El ritmo de “Tusk” predice las aventuras africanas de Paul Simon. “Not that funny” parece un experimento casero de Paul Westerberg (The Replacements). Y la percusión de “What makes you think you’re the one” tiende un puente entre The Velvet Underground y Yo La Tengo.
Todas esas son de Lindsey Buckingham, pero la cosecha de canciones de Stevie Nicks y Christine McVie, algo más reconocibles y asidas al canon habitual del grupo, tampoco se queda atrás: “Sara”, “Sisters of the moon”, “Beautiful child”,“Think about me”, “Brown eyes” o “Honey Hi” son inmensas. Todas.
Una obra maestra. Eso es Tusk (1979). Quizá no apta de principio a fin para cualquier paladar. Pero obra maestra, al fin y al cabo.