El quinteto catalán de synth pop da un giro a su sonido, que se explica por sus viajes a América y su forma de empaparse de nuevos sonidos. Marc Dorian nos lo cuenta.
Llevan casi veinte años en activo, erigidos en una de las bandas que más presencia tienen cada verano en nuestros grandes festivales, pero nunca habían dado un giro tan pronunciado a su sonido como ahora.
Lo que han hecho los barceloneses Dorian en Ritual (Intromúsica, 2022), su nuevo y séptimo álbum, es una operación renove en toda regla. Asociados desde siempre a un pegadizo pop de corte electrónico, han aprovechado ahora para empaparse de sonoridades y ritmos latinos y norteamericanos, como fruto de sus últimas giras al otro lado del charco, en una colección de canciones que luce, además, un elenco de colaboradores particularmente joven: Ana Mena, Alizzz, Lido Pimienta, Pimp Flaco y Suu.
La cumbia, el trap y el hip hop han comenzado a permear más que nunca en su sonido, sin que pueda decirse que los Dorian de 2022 no suenen a Dorian. También la soltura introduciendo fragmentos recitados en inglés o cantados por ellos mismos en catalán. Hablamos con Marc Gili (Marc Dorian, en el mundillo del pop), vocalista y letrista del quinteto que completan Belly Hernández (teclado y programaciones), Bart Sanz (bajo), Víctor López (batería) y Lisandro Montes (programaciones y guitarra), sobre esta última entrega, sobre cómo son la vida y la creación en América Latina y EE.UU. y sobre cómo ha cambiado el mundo en los últimos tiempos.
Le habéis dado un buen revolcón a vuestro sonido, a nivel de ritmos, texturas e influencias. Tengo entendido que esto ya venía incluso del disco anterior, en el que hay colaboraciones con el mexicano León Larregui y la chilena Javiera Mena, y estaba muy influido por vuestros viajes a América Latina y EE.UU., pero no os habíais atrevido a plasmarlo con tanta claridad.
Hay un esfuerzo creativo importante. Una cosa es escuchar mucha música, y otra es drenarla de forma que te influya. En Justicia Universal (Intromúsica, 2018) sí que hay un deseo de hacer ese camino, de crossover entre estilos, entre el synth pop y nuestra inclinación por Latinoamérica, pero aún no había emergido. Habíamos visitado EE.UU. en cuatro ocasiones, solos y con Zoé, y es un país que te va empapando de una idea fundamental: que puedes hacer lo que te dé la gana con tu vida, siempre y cuando te lo propongas. Y esto, creativamente, ta da mucho pábulo. Como que te lo crees. ¿Por qué no voy a hacer esto y mezclarlo con lo otro? Ese feeling ha tenido mucho que ver en esa transformación. También el tiempo de la pandemia nos permitió parar, reflexionar y escuchar toneladas de música de todos los rincones del mundo. Todo salió hacia afuera. Durante el confinamiento me entretuve haciendo playlists de psicodelia indonesia, de la historia de la música jamaicana, de música japonesa, de cumbia moderna… de todo, me volví loco. Y ya al inicio de Ritual (2022) nos propusimos conscientemente hacer esta mezcla. Si tuviera que definir rápidamente este disco a alguien que no lo haya escuchado, le diría que se puede resumir en tres ángulos de un triángulo: nuestra pasión por la new wave y el synth pop, que ahí sigue; la influencia de América Latina a través de beats caribeños, incluso una canción como “Libre”, con Lido Pimienta, que esta construida sobre una chacarera, que es un ritmo típico de la frontera argentina con Brasil, o “Lento”, que sería como una fusión de Bomba Estéreo con Justice, mezclando el french touch con el Caribe, o “Techos de cristal”, que la han calificado como trap feminista, y eso es bonito; y en tercer lugar, todo el hip hop y el trap que hemos escuchado en la carretera en las largas giras por EE.UU., de donde nació la idea de utilizar mucho el sampler. No deja de ser un crossover que ya pusieron en práctica grupos que admiramos, como The Clash o Mano Negra. Es un camino apasionante para quienes somos melómanos y hacemos canciones. Nos abre un océano de posibilidades, y creo que este disco va a marcar un antes y un después en nuestra carrera. Es larga mi respuesta, pero porque te estoy resumiendo cuatro años de nuestra vida.
“Todo esto no deja de ser un crossover como los que que ya pusieron en práctica grupos que admiramos, como The Clash o Mano Negra”.
Es curioso, porque Justicia Universal (2018) es el disco que mejores críticas os generó en la prensa, aunque eso no se tenga por qué traducir en más escuchas, porque solo una de sus diez canciones figuran entre vuestras diez más escuchadas en streaming. Pero no habéis seguido por ahí.
Siempre hemos ido a nuestra bola. Echando mano de la intuición, más que del estudio de la situación. Justicia Universal (2018) tuvo muy buenas críticas, es cierto, y es uno de los favoritos de nuestros fans, junto a La ciudad subterránea (2009). Pero también es verdad que cada vez cuesta más, con esta dictadura del streaming y las playlists que te encasillan, hacer que varias canciones de un álbum sobrepasen el anillo que forman las canciones favoritas de tus propios seguidores y alcancen otros anillos, por así decirlo. Estábamos cada vez más estancados entre compartimentos de nicho, y los vasos comunicantes entre audiencias no son tan fluidos. Nuestro último disco fue un álbum muy redondo, pero con Ritual (2022) sentíamos la necesidad de dar el siguiente paso. Suele ser habitual que las bandas que llevan tanto tiempo como nosotros, opten por seguir haciendo lo que mejor saben hacer. ¿Qué se nos da bien a nosotros? El synth pop. ¡Pero qué aburrido sería estar entregando lo mismo continuamente! Generalmente, esa actitud deriva en discos mediocres. En cambio, qué bonito es el reto de intentar sorprender. Llevar al grupo a otros territorios, no importa lo que piense la gente, que seguro que acabará entendiendo las cosas. Hemos utilizado muchos samplers de voz y de instrumentos, por ejemplo, para crear canciones que son mosaicos hechos de pedazos de otras canciones, que es algo que también está muy presente porque nos viene de esas giras por EE.UU., esa idea de viaje por el mundo que transmite que hayamos empleado varios idiomas. Es un país que te deslocaliza mentalmente.
“El mundo es mucho mejor ahora que hace cincuenta años”.
Es curioso que lo digas, porque al menos desde aquí tenemos la visión de EE.UU. como un país en el que aún hay una mitad de la población, la gran mayoría de votantes de Trump, enrocados en sus viejas esencias y muy cerrados al resto del mundo, esa gente que no sabe situar España o Alemania en un mapa. Supongo que cambiará mucho de las grandes ciudades a los entornos rurales del sur. De Texas, por decir algo.
Sí, en Texas también hay ciudades como Houston o Austin que tienen mucha cultura musical, aunque siempre esté ahí el terruño tejano encerrado en su rednekcismo, por supuesto que sí. Las ciudades que más te transmiten este sentimiento de que todo es posible con tu arte y que no tengas miedo a mezclar lo que se te pase por la cabeza son Nueva York, Chicago, Los Ángeles y San Francisco. Sin lugar a dudas. Pero insisto: es un mood general del país. Claro que hay mucha gente atrapada en la pobreza, y claro que hay racismo y clasismo, por un tubo. Pero te juro que esa vibración de que si tienes una buena idea debes intentar llevarla a cabo, está en el aire. Y no es un tópico. Yo viví dos años en Inglaterra y no lo sentí. Pero sí en EE.UU. Esa influencia no la vas a escuchar en la música de este disco directamente: es más el espíritu, que nos ha acabado de empujar a reinventar a Dorian.
Habéis trabajado con colaboradores mucho más jóvenes: Alizzz, Ana Mena, Pimp Flaco, Youthstar, Suu… supongo que pesa más el deseo de llegar a un público más joven, que quizá os escuche por primera vez, que el miedo a que vuestros fans de toda la vida se borren.
Tengo que decir que a nuestro fan de toda la vida le está encantando el álbum. No debemos subestimar el hecho de que la gente está escuchando muchas músicas de muchos estilos diferentes. Que llevamos muchas décadas de música pop, de todo tipo. Y que la mentalidad de la gente es más abierta que antes. Yo creo que si hubiéramos sido un grupo de los años ochenta o noventa, y hubiéramos sacado un disco así en los dos mil, habría sido más complicado. Antes, si un grupo era punk, no podía ser new wave. Si tocaba guitarras, no podía tocar sintes. Ya me entiendes. Está por ver si este disco conecta con la gente más joven, esa sí que es una incógnita, que no se resolverá hasta después de nuestros conciertos de este año. Pero nuestros seguidores de siempre lo han recibido muy bien. No son nada talibanes. Nosotros escuchamos mucha música actual y queríamos actualizar el sonido de la banda para escucharlo en casa y disfrutarlo.

Tratáis asuntos como la gentrificación, las redes sociales y aspectos de esa realidad que quizá no sea como para tirar cohetes, pero habéis huido del tono apesadumbrado de otros discos gestados durante la pandemia. Hay un mensaje esperanzado y positivo.
Sí, tal cual. Lanza una mirada crítica sobre la sociedad actual, pero no nihilista. Tiene ganas de que haya esperanza. La pandemia me influyó, como letrista, en el sentido de que me hizo sentir la necesidad de empezar a cambiar la dirección de mi telescopio como observador, del yo al nosotros. Se evidenció que somos una comunidad. Por desgracia, ciertas corrientes de opinión como la escuela de Chicago y todo el neoliberalismo se han pasado cuarenta años intentando convencernos de que solo somos individuos, pero no. Somos una sociedad, un colectivo. La pandemia lo puso de manifiesto. Y nos hemos visto como comunidad por primera vez en cuarenta o cincuenta años, aunque fuera por la relación que establecíamos durante esos días con nuestros vecinos. También los políticos se han dado cuenta, con temas como el de las vacunas. Bajo este contexto, a mí resultaba muy complicado seguir escribiendo acerca de mí, ese egotrip que también es muy válido y me encanta cuando lo hacen otros artistas. “Techos de cristal” habla del feminismo, que ya no es solo la igualdad entre hombres y mujeres, que es de cajón, sino la apuesta por un mundo en el que las mujeres nos enseñen a los hombres a comunicarnos de otra manera, sin tanta testosterona y ego. Por eso el estribillo dice “y fundarás una nueva verdad”. Esa nueva verdad es el feminismo, el verdadero motor de cambio del siglo XXI. “Dual” habla del mobbing a la comunidad LGTBI. “Lento” está inspirada en la letra de “L’estaca”, de Lluís Llach, para hablar de que no nos debemos venir abajo cuando los cambios en la sociedad van lentamente. Tenemos esa percepción, que la sociedad avanza lentamente, pero si empujamos entre todos podemos ver que la sociedad, década a década, avanza en muchas cosas: en derechos civiles, en combatir el machismo y la xenofobia… el mundo es mucho mejor ahora que hace cincuenta años, al menos en una parte de él, la más progresista. Me interesaba explicar cosas bonitas, aunque también hay momentos de cabreo: “Tornado” habla sobre la evasión de capitales, la obsesión por las redes sociales y la gentrificación. Pero me parece hasta divertido meter la palabra “gentrificación” en una canción pop. ¿Por qué no se puede hablar de ella en una canción pop e introducir ese factor de concienciación sobre algo que está destruyendo ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, Londres o México D.F.? O “Mundo Perdido”, que alerta sobre los peligros de una sociedad acrítica, sin libros ni lectores, sin palabras, solo hecho de imágenes. En definitiva, el mood general del álbum es esperanzado y con ganas de pelea.
“¿Por qué no vamos a poder hablar de la gentrificación que está destruyendo nuestra ciudades en una canción pop?”
Me gustaría ser tan optimista como tú cuando dices que el mundo está mejor ahora que hace cincuenta años, pero son tantas las similitudes con lo que ocurrió hace un siglo, que me cuesta. Cuéntame cómo surgen las colaboraciones del disco, si fueron todas buscadas por vosotros o nacen de encuentros casuales.
Cada caso es único. Al abrir tanto la paleta de nuestro sonido, teníamos claro que necesitábamos pequeños maestros en lo suyo para que nos enseñaran a llevar las canciones a otro nivel. Y que fueran eclécticos. A mí, como oyente, me suma poco que un artista de la escena indie, signifique lo que signifique ser indie ahora, llame a otro artista de la misma escena para una colaboración. Puede estar guay, puede ser divertido o interesante, pero me suma poco. Como me suma poco que dos reguetoneros colaboren juntos. O que lo hagan dos rockeros. En cambio, me suma mucho que un rapero se junte con un grupo de rock. O que Sílvia Pérez Cruz se mezcle con un artista urbano. Y con los colaboradores de este álbum hemos buscado eso. A Youthstar, el MC británico, lo conocemos de hace años porque tenemos amigos en común y ya teníamos feeling con él. Él es el MC de Chinese Men, un colectivo francés, que lo peta en el centro de Europa y mezcla ragga, rap, dub o hasta big beat, y sabíamos que iba a encajar. A Pimp Flaco le conocíamos, y también nuestros managers son muy amigos. Es un tío súper humilde, nos dijo que le parecía un honor que le hubiéramos llamado, cuando somos nosotros quienes le seguimos a él desde antes de Cupido, porque hemos estado muy al loro de la escena del trap desde muy al principio. Tiene versos infinitos, es una fiesta trabajar con él, puedes hacer un disco en dos semanas. Con Ana Mena también hubo una relación de managers, pero es que nos entendimos con ella desde el primer momento. Tiene mucho talento, nos tiró ocho mil ideas para la canción, no es en absoluto un busto parlante ni un producto de nada, te juro que es una artista de verdad, y si toma buenas decisiones, tendrá un futuro muy brillante por delante. A Suu también la conocíamos ya de antes, había mucho feeling. Es una artista de 22 años, pero cuando estamos con ella no notamos la edad. Ni ella ni nosotros. Con Lido Pimienta teníamos el nexo en común de Bomba Estéreo, con quienes hemos compartido sello durante muchos años. Le encantó la canción y nos propuso un montón de ideas desde Canadá, porque estábamos en plena pandemia. Y con Alizzz nos unía la admiración mutua. Nos entendimos enseguida. De hecho, él vino a mi casa a trabajar como tres o cuatro semanas antes del confinamiento, o sea que nos vino del canto de un duro el poder trabajar con él. Tiene una intuición, una velocidad y una capacidad de inclusión y descarte mientras compone, que lo flipas. Y a mí como letrista, me empujó a trabajar como lo hace él con C. Tangana, que es escribirle letras con mucha fluidez, rapidez, intuición y diversión. Y esto me encantó porque yo soy muy atormentado, le doy muchas vueltas a los versos, y esta frescura nos renovó mucho. Resumiendo, los invitados son tan eclécticos como el propio disco. Lo han enriquecido muchísimo y hemos aprendido mucho de cada uno de ellos.
“Me suma poco que dos reguetoneros colaboren juntos o que lo hagan dos rockeros, pero, en cambio, me suma mucho que un rapero se junte con un grupo de rock”.
Para terminar, quería preguntarte si habéis tenido la sensación de haber sido siempre como un motor diésel. Una de esas bandas de progresión lenta pero constante, en términos de popularidad. Nunca lo habéis petado de la noche a la mañana, como ocurrió con Love Of Lesbian, Lori Meyers o Vetusta Morla. Lo vuestro siempre ha sido muy gradual, ¿no?
Siempre decimos que con cada nuevo disco nos va mejor que con el anterior pero peor que con el siguiente, pero siempre es gradual, sí. Sí que es verdad que hemos tenido varios momentos en nuestra carrera en los que algunas canciones han despuntado mucho, y han desbordado esos círculos de los que hablábamos antes, como ocurrió con “A cualquier otra parte” o “La tormenta de arena”, que está a punto de alcanzar los cien millones de plays en sus distintos videos en youtube sin haber sonado nunca en la radio comercial, lo cual es una barbaridad para un grupo independiente. Son canciones que nos han catapultado, pero nunca nos ha sucedido que, de la noche a la mañana, la cosa hiciera un petardazo. Las cosas son imposibles de predecir, tú tienes que hacer siempre lo que te dicte el corazón. Los factores que hacen que suceda todo esto son tantos que no puedes pensar el por qué. Lo que sí que es cierto es que nos sentimos muy honrados de que nuestro proyecto cada año vaya a más. De que el interés del púbico nunca haya retrocedido. Para mí esto ya es un éxito. También nuestro interés por abrirnos a otras fronteras, fuera de España, ha sido un buen motor creativo para nosotros. El hecho de que tengas que empezar de cero en Colombia, o en Ecuador o en Argentina, tocando otra vez en salas de 200 o 300 personas, te da una humildad que hace que valores mucho lo que tienes. Eso también forma parte del gran tesoro que tiene el grupo. Como decía Leiva en una entrevista, el auténtico éxito es levantarte por las mañanas y hacer lo que te dé la gana. A partir de ahí, todo suma.
Foto de portada: Sergi Margalef.