Hablamos con el músico catalán sobre su brillante último disco, “Juro y prometo”, sobre sus gustos y sobre su actual estado de forma.
Han sido tiempos complicados para Gerard Alegre Dória (Barcelona, 1988), el músico que responde creativamente al nombre de El Último Vecino. Pero los seis años transcurridos desde su anterior disco parecen haberle reforzado.
¿La razón para pensarlo? Que Juro y prometo (PIAS, 2022), su esperado tercer álbum, es uno de los mejores trabajos discográficos que se han publicado en nuestro país en los que llevamos de año. Y que, además, ha ampliado sus referencias habituales hasta acercarse a un pop de amplio espectro que podría (debería) acercarle a un público más numeroso, sin dejar de ser él mismo.
Las sombras del post punk y del synth pop que marcaron sus primeros trabajos han ido difuminándose, pero El Último Vecino sigue comprometido con una visión del pop muy emocional, teatral, desmesurada, muy de hacer del melodrama todo un arte.
Motivo más que de sobra para que charlemos con él sobre ese nuevo disco, sobre su estado de forma y sobre cómo ha vivido estos últimos tiempos, ya de por sí difíciles para cualquier actor de la industria musical, justo antes de sus próximos conciertos: el 18 marzo en Planta Baja (Granada), el 25 en Cool7 (Madrid) y el 7 de abril en La 2 de Apolo (Barcelona).
Han pasado seis años desde tu anterior álbum. ¿Por qué te ha costado tanto tiempo?
La verdad es que ha sido un periodo muy malo de mi vida. Tuve una crisis creativa muy profunda, en la que las comparaciones y las envidias formaban parte de mi día a día. Esa crisis creativa fue mutando a una existencial, y supongo que por eso ha durado tanto. Ha sido difícil salir de ella.
¿Crees que este tu disco más sincero, al menos el más transparente en cuanto a reflejar lo que realmente sientes?
Ahora que lo pienso, creo que nunca he dejado de ser sincero. Pero en este caso, incluso la manera de componer la música ha sido sincera.
“Antes pensaba que la música era terapéutica; ahora pienso que es directamente un salvavidas”.
Te he leído decir en alguna entrevista que precisamente por eso te sentías mal en los últimos años, con la autoestima baja. ¿Es este un disco de superación de esa fase?
Dios te oiga.
¿Es para ti la música una actividad terapéutica, en cierto modo?
Pues antes pensaba que sí. Pero hora pienso que es directamente un salvavidas.
¿Cómo has vivido todo lo que ha ocurrido (y aún está ocurriendo, si miramos los informativos) en los últimos dos años? ¿Con angustia o pesadumbre?
Pues sí, la verdad es que al principio fui muy egoísta y pensé que, ya que yo estaba parado, pues tampoco me parecía mal que pare todo el mundo parase. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que también a mí me afectaba esa situación.

Este es un disco que suena también mucho más abierto de miras, con más registros, que los anteriores: ¿crees que la etiqueta post punk te limitaba? ¿Te preocupan las etiquetas o los encasillamientos que la prensa musical te pueda asignar? Es más, ¿lees prensa musical?
No, no creo que esa etiqueta me limitara. Tampoco leo nada yo. Sí que me fijo en las etiquetas que me pone la gente, porque hay veces que me lo dicen. Al principio me gustaba porque pensaba que había hecho un buen trabajo y la gente lo entendía. Después me enfadaba, en plan “¿podéis parar de decir que soy indie?” “¿Podéis parar de decirme que soy oscuro?” Ahora me da absolutamente igual. Pero tengo que confesar que cuando me llaman romántico, se me ilumina el alma.
Canciones como la propia “Juro y prometo” o “Niño discúlpame”, me recuerdan mucho a El Último de la Fila: ¿han sido siempre una referencia para ti, o los descubriste de forma tardía?
El Último de la Fila son la mejor banda de la historia de la música, y los llevaré siempre en el corazón.
“Me siento puro e inmortal sobre el escenario, es algo muy raro y maravilloso”.
¿Podrías decirme un disco, un libro y una película que te hayan marcado de por vida, que estén entre tus favoritos?
Creo que mi disco favorito es Innuendo (1991), de Queen. Mi libro, La máscara de la muerte roja (1842), de Edgar Allan Poe. Y mi película, estoy entre dos: 2001: Una Odisea del Espacio (1968), de Stanley Kubrick, o La Historia Interminable (1984), de Wolfgang Petersen.
Tienes un 2022 repleto de conciertos por delante. ¿Cómo te sientes hoy en día sobre los escenarios? ¿Ha cambiado en algo tu relación o tu feedback con el público.
Cada día me gusta más estar encima del escenario. Me siento puro e inmortal. Es algo muy raro y maravilloso.