Charlamos con el prolífico y ecléctico músico catalán, autor de Disc Trist, uno los mejores álbumes publicados aquí en 2021, en un obligado impasse de sus conciertos de presentación.
(Fotos: Rubén Cruz)
El de Joan Colomo (Sant Celoni, Barcelona, 1981) es un talento tan versátil como heterogéneo.
Le dio al punk y al hardcore melódico con Zeidun y The Unfinished Sympathy, en la primera década de este siglo, pero desde hace ya trece años que mantiene una carrera en solitario que le ha convertido en uno de los cantautores más interesantes del país.
Reivindicas el ecologismo y la sostenibilidad ambiental con cierta sorna en «Salvem el planeta!«: ¿Te consideras un activista de sofá, como te he leído decir en alguna entrevista, o crees que a la música popular le queda alguna clase de capacidad como fuerza transformadora?
Digamos que no me encuentro en el momento más optimista de mi vida y la verdad es que no consigo ver fuerza transformadora en ningún sitio. La música popular y sobre todo la que escapa a los cauces de lo establecido tiene la capacidad de cambiar muchas cosas , de unirnos y crear comunidad, pero me da la sensación de que todo es engullido y anulado por el sistema. A pesar de todo, intento mantener siempre un poco de fe en la humanidad.
«No consigo ver fuerza transformadora en ningún sitio, la música popular tiene la capacidad de cambiar muchas cosas pero me da la sensación de que todo es engullido y anulado por el sistema».
¿Tuviste alguna inspiración más o menos patente, ya sea musical, literaria o cinematográfica, a la hora de componer las canciones de Disc Trist (B Core, 2021), o crees que con la realidad que nos rodea ya hay suficiente para nutrirse?
No consumo demasiada literatura , por no decir nada. Las películas que veo se me olvidan al día siguiente. Bueno, excepto Frozen II (2019), porque la he visto cinco veces. Mi único input es la actualidad. Creo que es la principal inspiración. También me gusta ver el fútbol, pero creo que sería terrible hacer canciones sobre eso.
¿Podría decirse que es tu disco de la crisis de los cuarenta? Ojo, se puede entender crisis como «cambio», en el sentido etimológico original, no como algo necesariamente negativo, aclaro.
¡Totalmente! Aunque creo que soy un cuñao quejica desde que tenía 20 años. No sé si será la crisis de los cuarenta pero sí que es verdad que mis cuarenta han coincidido con una buena crisis.
¿Te identificas con eso que dice Nacho Vegas últimamente en las entrevistas, de que componer desde la tristeza no debe ser un ejercicio paralizador, de regodearse en ella para no salir, sino de estar triste porque es también una forma (inevitable) de sentirse vivo?
Pues si que me identifico, sí. Aunque tengo la suerte, de momento, de no haber caído nunca en una depresión. Supongo que dependiendo del grado de tristeza a uno le puede costar sentirse vivo.

Se puede decir que eres bastante prolífico como autor en solitario, sin dejar pasar mucho tiempo entre cada nueva entrega. ¿En qué medida componer canciones es una actividad terapéutica para ti, si es que lo es? ¿Una necesidad natural?
Para mí, hacer canciones es el remedio y la enfermedad al mismo tiempo. Todo lo que tiene de terapéutico también lo tiene de estresante y desestabilizador. Lo vivo realmente como una necesidad natural pero es una mezcla perfecta de amor y odio.
Lo de lo terapéutico también te lo preguntaba por una canción como “Currículum”, en la que te expones bastante. Eso de “Ho faig regular, tirant a malament… “.
Es cierto que escribir para mí es terapéutico: muchas cosas que no me he atrevido a decir en el día a día las he dicho en canciones . Y es una forma de estudiarse a uno mismo. Pero como te decía, para mí el proceso de escribir es traumático porque me cuesta mucho. Y luego cuando estoy produciendo un disco me absorbe de tal manera que también me afecta negativamente.
«Hacer canciones es para mí el remedio y la enfermedad al mismo tiempo».
También me gustaría saber en qué medida te ha afectado todo este tiempo de cancelaciones, aplazamientos, suspensiones, restricciones…
Para mí no ha sido excesivamente traumático en lo referente a la música porque me ha pillado en un momento en el que no he tenido que anular demasiados conciertos y yo ya estaba acostumbrado a hacer conciertos con sillas y poca gente. A nivel personal supongo que como todo el mundo, ha sido una mierda bastante grande.
Me ha llamado la atención también en esta canción tu frase de «No som bons amics jo i l’atzar», cuando precisamente la sensación que da tu discografía es que no sigue una hoja de ruta predeterminada. Salvo que te refieras a la buena/mala suerte, que igual van por ahí los tiros, ¿no?
Me refería más bien a esa dinámica que me acompaña siempre en la que todo lo que me puede salir mal, me sale mal. Pero es una mala suerte que me la creo yo con mi dejadez y mi manera de actuar ante la vida. A veces tengo buena suerte, siempre pongo alguna moneda en las tragaperras y me suele tocar algún premio.

¿Es «En Bernat i la Maria» una canción inspirada en personas reales, o simplemente algo así como tu particular «Common People» (Pulp), dos personajes con los que cualquiera de nosotros se podría identificar?
Me cuesta mucho hacer canciones en las que se explica alguna historia, y esta en concreto es un intento de hacer un rollo más costumbrista. Me obligué a intentar contar una historia con personajes y tal. Pero sí, los personajes son inventados, pero podrían ser cualquier trabajadora precaria.
En «Cançó de la por» identificas una serie de temores: ¿crees que tenemos más miedo que nunca como sociedad, en general (por la situación que atraviesa el mundo: pandemia, populismos, desinformación, desconfianza hacia quien viene de lejos) o es una sensación solo a título individual?
Supongo que el miedo es intrínseco a la humanidad desde siempre, pero sí que es verdad que las herramientas con las que el poder nos lo provoca son cada vez más sofisticadas.
Seguramente una de las premisas de tu carrera en solitario sea el eclecticismo. Tu sello es Joan Colomo, podría decirse, por encima de cualquier etiqueta o género. ¿Lo ves así?
Desde que conseguí salir del género hardcore y punk, siempre he estado abierto a todo tipo de estilos. No descarto por ejemplo algún día hacer una pieza de black metal o una bachata. Al final todos los géneros son ritmos y melodías, y supongo que la persona que los junta deja su huella personal.
«El miedo es intrínseco a la humanidad, pero las herramientas con las que el poder nos lo provoca son cada vez más sofisticadas».
Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo recuerdas Zeidun y The Unfinished Sympathy? ¿Cómo los describirías en pocas palabras y qué supusieron para tu crecimiento creativo o personal?
Pues como bien dices son una parte muy importante en mi crecimiento como persona y como músico. También son los causantes de este sentimiento de nostalgia que va apareciendo con la edad. Muchos buenos recuerdos que te hacen ver que esa etapa ya no volverá.
¿Tienes fechas en directo próximamente, tras los últimos aplazamientos?
Sí, yo he ido haciendo algunos conciertos durante la pandemia y seguiré haciéndolos porque es lo único que sé hacer. Digamos que no hago muchísimos conciertos, pero casi nunca paro. ¡Esperemos que la situación vaya a mejor!
Por último, ¿podrías decirme cinco discos, cinco libros y cinco películas favoritas, que te hayan marcado o impresionado? O si se te ocurren menos en cada apartado, pues menos. Ya sean recientes o de siempre. Nos vale.
Estas preguntas siempre me cuestan mucho. De discos te podría decir algunos favoritos, como por ejemplo el Blackout (2007) de Britney Spears o The Decline (1999) de NOFX. Los libros que he leído en mi vida son tan pocos que solo me acuerdo de los que leí en el cole y recuerdo que Un Mundo Feliz (1932) de Aldous Huxley me dejó bastante loco. Como te decía, me olvido de las películas, así que voy a destacar otra vez Frozen II (2019).
