El segundo álbum de la joven gallega está recogiendo encendidos y merecidos elogios.
Es el nombre de moda. Portada en varios medios. Referencia ineludible entre los discos más destacados del momento en otros. Se llama Daniela Díaz Costas, tiene 23 años y procede de Vigo. Es dani. Así, todo en minúsculas, para el mundo del pop. Es hija de Rosa Costas y Silvino Díaz (componentes de los míticos Aerolíneas Federales), sobrina por tanto de Miguel Costas, de Sinestro Total, y acaba de publicar su segundo álbum, Posdata (El Volcán, 2023), un disco que es como una versión corregida y aumentada de todo lo que ya apuntó en su debut, veinte (El Volcán, 2020).
En su universo de referentes se citan Pet Shop Boys, ABBA, Rufus Wainwright, Angele, The Beach Boys, Jeanette, Oasis, New Order, Charli XCX y Joe Crepúsculo. Muchas cosas, y todas muy buenas, enriquecidas tras su paso por el Conservatorio Profesional. dani es una música talentosa, de la cabeza a los pies. De quienes albergan el secreto de la efervescencia. Esa chispa que hace que una canción se eleve de lo mundano a lo trascendental. Esa fina línea que separa lo frívolo de lo relevante, y que ella sabe sobrepasar, siempre que aceptemos que frivolidad y trascendencia han de ser antónimos, que no siempre tiene por qué ser así.
La de dani en Posdata (2023) es música vitalista, melancólica, pegadiza, dulce, elegante. Todo al mismo tiempo. Que se acerca al synth pop y a la síncopa del reggaeton en «Ceras rosas». Que recoge la tradición europop en «Códigos». Que tira un poco de la tropicalia digital en «Usar y tirar». Que delega en la melancolía otoñal del mejor pop electrónico en «Me da igual». Que hace que el hyperpop suene sorprendentemente al ralentí en «Lento». O que logra que el drum’n’bass y la bossa nova se alíen (¿alguien lo había intentado ya, al menos de este modo?) en la genial «Drum & bossa». El futuro es suyo.