Beatles, Rolling Stones, Jimi Hendrix… recordamos diez impactantes y escandalosas portadas que generaron sonadas polémicas en su momento, y que seguramente hoy en día no pasarían de anécdota o curiosidad.
El escándalo ha sido siempre inherente al rock. La polémica, muchas veces gratuita y beneficiosa para el músico, ha alimentado el lanzamiento de discos que han contribuido a perfilar los contornos de la música popular del siglo XX y del XXI. Una veces ha sido el choque frontal contra la moral de su época, o contra las jerarquías católicas, especialmente la bienpensante cúpula eclesiástica. Otras veces, la controversia apenas ha sido como una tormenta en un vaso de agua, especialmente a medida que las costumbres sociales mudaban y el grito en el cielo de ayer se convertía en la inocua pataleta de mañana.
Pero incluso estos últimos casos nos han dejado cubiertas auténticamente inenarrables desde cualquier prisma que contemple un mínimo sentido de la estética, ya que a la ética era mejor darle de comer aparte. Aquí repasamos diez de las más impactantes que nos han dejado seis décadas de historia del pop y el rock.
1 – Yesterday and Today, de The Beatles (1966)
Los beatíficos Beatles de su primera época, los que generaban histeria colectiva entre la muchachada de los EEUU tras su paso por el show televisivo de Ed Sullivan al tiempo que inquietaban a los abuelos y se perfilaban como cuñados ideales para las madres (no todas, por supuesto), también tenían su vis oscura. La impactante fotografía de Robert Whitaker para uno de sus recopilatorios les muestra rodeados de muñecas mutiladas y trozos de carne cruda.
Hay quien dice que fue una forma de denunciar la guerra de Vietnam. También una forma de criticar el troceo al que se sometía su discografía en Norteamérica. En cualquier caso, lo que comenzó como una broma tuvo que ser revertido para no herir susceptibilidades: una pegatina tapó esa primera portada.
2 – Electric Ladyland, de Jimi Hendrix (1968)
Es curioso, pero ni siquiera el propio Hendrix, a quien se tenía por un mujeriego irredento, estuvo de acuerdo con esta fotografía en la que veinte mujeres de toda raza y condición posaban desnudas, como si formaran parte del harén particular del padre de la pirotecnia guitarrera.
De hecho, su idea inicial era que Linda Eastman le fotografiara con un puñado de niños y niñas junto a la estatua de Alicia en el País de las Maravillas, en Central Park. Se impuso el criterio de la discográfica
3 – Blind Faith, de Blind Faith (1969)
Bob Seidemann es el nombre del prestigioso fotógrafo que tuvo la feliz idea de reclutar a una cría de once años y fotografiarla desnuda empuñando la maqueta de un avión que perfectamente podía ser visto como un símbolo fálico. ¿Pensó que tal estampa se iría de rositas?
Quizá, pero hay que ser muy ingenuo para vaticinar eso a finales de los sesenta, por mucho que el sueño hippie ya hubiera desterrado muchos prejuicios. Al supergrupo formado por Eric Clapton, Ginger Baker, Steve Winwood y Ric Grech le bastó para ilustrar su único álbum.
4 – Unfinished Music No. 1: Two Virgins, de John Lennon y Yoko Ono (1968)
Así posaron Lennon y Ono para este trabajo conjunto, para el que se fotografiaron a sí mismos con una cámara de efecto retardado, muchas décadas antes de que fuera algo perfectamente realizable con cualquier teléfono móvil. En porreta picada, tal y como su madre los trajo al mundo.
Eran conscientes de que delegar en otra persona iba a ser complicado. Obviamente, les cayó la del pulpo: de obscenos para arriba. La portada fue censurada en varios países.
5 – Sticky Fingers, de The Rolling Stones (1971)
Gloriosa cubierta en la que el actor Joe Dalessandro (protagonista también de la imagen de portada del primer álbum de los Smiths, en 1984) marca paquete a conciencia. En la España del tardofraquismo fue censurada y trastocada por otra que (absurdos del celo represor de la época) trocaba el componente sexual del original por la violencia: una lata de conservas con los dedos pegajosos stonianos emergiendo de su interior.
6 – Cut, de The Slits (1979)
El punk fue esencial para que la mujer cobrara protagonismo en la dialéctica rock, por mucho que los puestos de mando en la industria siguieran copados por hombres. El trío femenino The Slits posaba así: orgullosas, desnudas y embadurnadas en fango, en un disco que validaba su fórmula multicultural de fundir guitarras afiladas con ritmos jamaicanos. Jefazas, por encima de escándalos.
7 – Lovesexy, de Prince (1988)
Pocos músicos desafiaron con mayor procacidad a la pacata PMRC encabezada por la abogada Tipper Gore, impulsora de la dichosa etiqueta de Parental Advisory Advice, en los años ochenta. El genio de Minneapolis lo hizo a mitad de la década con canciones como “Darling Nikki”, que ponía música a una bonita masturbación femenina.
Con lo que no es de extrañar que, ya en 1988, con una buena retahíla de obras maestras y sintiéndose intocable, en la cima del mundo, se pasara por el forro cualquier convencionalismo mostrando su apolínea figura en paños menores. ¿Era preciso? Quizá no.
8 – Back to the Shit, de Millie Jackson (1989)
Seguramente esta señora no les suene mucho. O más bien nada. Pero esta indescriptible portada, con una de las voces más singulares del soul de los setenta y ochenta achinando los ojos en pleno momento estreñimiento, es una de las fijas en esos listados de artworks horrorosos que pululan por la red.
Lo más increíble es que un título tan escatológico (De vuelta a la mierda) y de tan dudoso aspecto visual asumiera en los créditos de sus canciones a Carole King, Gerry Goffin o a Billy Ocean. Huelga decir que la cubierta de esta grabación en directo fue censurada. Procaz que era Millie. Y osada, desde luego.
9 – My Beauty, de Kevin Rowland (1999)
Tras unos años de ostracismo y adicción a las drogas, al líder de los Dexys Midnight Runners no se le ocurrió mejor forma de emprender carrera en solitario que de esta guisa, envolviendo su poco atlética figura en ropa interior de mujer, y con muy poca maña.
No extraña que cuando lo presentó en el festival de Reading, parte del público le recibiera a lo bestia: a botellazos. Fue un fracaso comercial, claro. Su contenido merecía mejor envoltorio.
10 – My Beautiful Dark Twisted Fantasy, de Kanye West (2010)
La portada que todos conocemos de este disco es la del dibujo de una bailarina enmarcada en un fondo rojo. Pero la que originalmente quería colar Mr. Ego, y que formó parte de su primera tirada, tenía como motivo central uno de los cinco bocetos que diseñó George Condo: un lascivo ángel con los pezones on fire, a punto de merendarse al rapero.
Más que una censura en toda regla, fue una estratagema comercial de West. Aunque con lo sobresaliente que era el disco ya de por sí, no la necesitaba.