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Cupido acecha y Maria Rodés responde con su nuevo disco

Alba Monfort Cirera
4 de diciembre de 2025
Entrevistas, Mússica
53
REDES
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LECTURAS
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Tres años después de su último disco, la artista catalana regresa con Lo Que Me Pasa, un trabajo expansivo y atrevido, donde conviven la rumba, el flamenco, el folk o la bossa nova con una naturalidad desconcertante.

Un disco que, fiel a su estilo, mezcla vivencias, ficción y mitos personales para explorar cómo se construye -y se derrumba- el imaginario amoroso que heredamos desde niñas. Hablamos con ella sobre amor, registros, obsesiones, colaboraciones, inocencias perdidas, creación y diversión.

Nuevo álbum, supongo que también nueva etapa… ¿Cómo te sientes?

Pues es que no me había dado cuenta de que habían pasado ya tres años desde el último disco. Se me ha hecho corto. Normalmente dejas un año entremedio y luego sacas al siguiente -o eso hacía yo- y este ha sido un poquito más largo el camino. Y bien, muy contenta. Es como un ritual también lo de sacar un disco cuando ya llevas unos cuantos, por ejemplo, hay periodistas que solo los veo cuando saco disco y, claro, después de quince años ya es casi como una relación familiar.

Saltar del folk a la rumba, del reguetón a la bossa nova, del synthpop al flamenco… y que todo forme parte de una misma coherencia creativa. ¿Cómo viviste esa libertad estilística? ¿Es liberación, juego, riesgo… o un poco de todo?

Lo que creo es que lo hago un poco para divertirme. Es como un aliciente que me pongo para tener como inputs lúdicos, ¿no? Si me pongo a jugar a hacer rumba, es un reto que me permite explorar nuevos registros y hace que me divierta más a la hora de crear. Realmente es como ponerse un disfraz de rumbera, musicalmente hablando, y ver cómo es la María rumbera.

¿Hubo alguna referencia musical inesperada que te acompañara en el proceso?

Para meterme en el mundo de la rumba, hay una canción que me conquistó mucho que se llama “Habla Me” de los Gipsy Kings, aunque sí que conocía el grupo porque tienen muchas canciones conocidas, esta en concreto no, y me pareció súper bonita, quería hacer una canción que se pareciera un poco a este tipo, con esta secuencia de acordes. Me salió “Lo Que Me Pasa” que fue la primera, y que en realidad solo hay dos rumbas, pero sí que hay una influencia flamenca que no estaba en los otros.

En el disco hay un elenco impresionante: Delafé, La Bien Querida, Soleá Morente, La Tremendita, Bronquio… ¿Cómo se gesta un proyecto coral así? ¿Cuánto se tarda? ¿Por qué ellos?

En este caso, el tema de las colaboraciones ha sido quizá de lo más fluido porque era como que yo hacía la canción y pensaba: “¿Qué tipo de voz podría aportar algo a esta canción? ¿Quién me encaja en esta canción?”, probaba y escribía, le enviaba la canción al colaborador y si le gustaba, pues me decían que sí y según donde vivieran, venían al estudio o lo grababan directamente desde su sitio…

Pero… ¿os conocíais de antes?

A la mayoría sí, menos a los más jóvenes que, en este caso, son Paco Pecado y Laaza. Cuando hice “Pienso En Ti” me aparecía todo el rato por el algoritmo de Spotify la música de Paco Pecado, al que no conocía y descubrí así, luego investigué por Instagram y vi que era de Barcelona, le pregunté y le moló la canción. Vino acompañado de Laura, de Laaza, y me cayó muy bien. Escuché su música y también me molaba un montón, entonces la invité a otro tema. Lo que me gusta del elenco de artistas es que hay de todo, hay gente más conocida y menos; mujeres y hombres; gente más mayor y más joven; gente con carreras muy consolidadas y otros que menos… Algunas colaboraciones son más por contraste como, por ejemplo, Albert Cases o La Tremendita que son artistas muy diferentes. Otras son más “fusionales”, se parecen más los estilos y la forma de cantar, como puede ser La Bienquerida con el estilo de Laaza, no están tan lejos a nivel estético.

Y después, el trabajo con Joel Condal, la guitarra de Isabelle Laudenbach, el chelo de Marta Roma, las programaciones de ZABALA, los sintetizadores de BRONQUIO y Simon Smith, todas estas colaboraciones convierten el disco en una especie de laboratorio sonoro. ¿Cómo es compartir y hacer llegar la esencia del proyecto a tantas personas? ¿Qué aportó cada uno al universo del disco?

Bueno, Joel es el productor de mis últimos dos discos y este ahora, y con Isabelle Laudenbach toco y con Marta Roma ahora no estoy tocando, pero hemos tocado durante mucho tiempo, ellas son músicas con las que yo siempre cuento para hacer cualquier cosa. Son más equipo. Y los artistas invitados, como featurings, cada uno es una historia distinta. En el caso de Bronquio sí que hubo una intención por parte de ambos de hacer algo juntos. Soleá Morente y Nieves Lázaro son más amigas mías. Y… bueno, es gente que por alguna razón u otra estaba en mi vida artística o profesional. Yo creo que si miras lo que delata un poco este proceso más orgánico es el hecho de que sean tan distintos los colaboradores entre sí, hay mucha variedad, es diverso y eso es un poco la gracia también… como de que está todo el mundo invitado.

La portada te muestra de niña abrazando un poste, como representación de esa inocencia primera que permite creer y amar ingenuamente. ¿Hay alguna historia personal concreta detrás de esa imagen que te hizo elegirla?

Sí, total. Esta foto no sé quién la hizo si mi padre o mi madre, ni dónde estaba, pero la vi en el álbum de fotos y vi que tenía que ser esa, que cerraba el disco por muchos motivos. Por un lado, está ahí agarrada a un poste que ya insinúa que hay un poco de apego, de a ver lo que se me viene encima… con ese cupido acechando y revelando que la cosa va a ir de amor, y este fondo tan paradisíaco de atrás que para mí simboliza el cómo en esta edad -que creo que tenía 12 años- todavía no has vivido el amor romántico, sino que es una idea que está ahí, la intuyes en cierta forma, pero no sabes lo que es. De alguna manera es la lectura de que, a partir del amor romántico, pierdes un poco ese paraíso, esa inocencia donde los amores se imaginan, pero son totalmente inofensivos porque no los estás viviendo de verdad, y no te duelen. También me llamó la atención porque hay una expresión entre nostálgica y soñadora, pero un poco triste. Una melancolía romántica que me desprendió la foto.

Y en la versión digital se imita un poco el concepto de las revistas adolescentes noventeras, como las de cartas y confesiones. ¿Qué te interesaba recuperar de esa estética tan específica?

Era un poco hablar de mi infancia y recuperar esa estética. En ese momento, se leía La Super Pop o la Ragazza… eran revistas que se centraban mucho en el amor, en el chico, en los test de si me gusta o no le gusto, etcétera. Todos estos discursos que leíamos como Biblias con las amigas, y que es un poco de lo que habla el disco: ya de pequeñas el romanticismo y el enamoramiento cogen un papel principal porque es lo que estamos consumiendo. Y evidentemente, esos discursos luego te configuran en la vida adulta.

Lo Que Me Pasa se inspira, en parte, en la historia real de Lidia de Cadaqués, pescadera e hija de una bruja que padeció erotomanía. ¿Qué es la erotomanía? ¿Y en qué momento pensaste que su relato podía dialogar con tu propia intimidad?

La erotomanía es un trastorno muy poco conocido, pero que te pones a investigar y hay algunas películas que lo tratan y novelas, porque al final es muy novelesco, habla de una enfermedad mental en la que te enamoras de alguien porque tú ves una señal o algo de esa persona que te hace pensar que el otro también está enamorado de ti. Te generas en tu cabeza una relación ficticia. Y esa historia, en este caso de Lidia, me parecía que no dejaba de ser una exageración de algo que en el enamoramiento también puede suceder. A veces, en un enamoramiento no recíproco cada uno lee la realidad en función de sus intereses y hay mucho autoengaño. Para mí era un poco el espejo de esa María preadolescente que se enamoraba también de Leonardo DiCaprio, de Brad Pitt, de los chicos guapos de las revistas y de los posters… No está tan lejos de esa idea del amor imaginado.

El álbum atraviesa una vulnerabilidad frontal, hay mucho de esa exposición de los adentros, ¿no?, ¿Cómo se negocia ese límite con una misma, entre lo que se comparte y lo que se resguarda?

En mi caso, tengo la trampa de que no es un disco autobiográfico. En realidad, aunque se llame Lo Que Me Pasa, juego con la ambigüedad de que es un disco confesional, pero hay mucha ficción. No es una historia real que yo esté narrando de una ruptura reciente o algo que me haya pasado, sino que es un cóctel de historias que he vivido, las que me han contado, incluso las de casos clínicos que estuve investigando sobre el tema de la erotomanía. Lo aprovecho justamente para librarme de ese pudor, de esa sensación de estar exponiéndome demasiado. Meto el elemento de ficción para que sea más cuidadoso y protector de mi intimidad.

Das voz a figuras históricamente estigmatizadas: la amante, la obsesionada, la femme fatale. ¿Qué hay en esas mujeres que todavía incomoda al relato dominante?

Lo que busco es dignificar o empatizar con ese tipo de mujeres estigmatizadas que muchas veces se les tacha de destruir una relación, de estar loca o de ser demasiado intensa. Ver cómo estas personas llegan a esos estados de vulnerabilidad porque hay una estructura social de fondo que las está machacando desde pequeñas: tienen que conseguir un objetivo que es el de ser elegidas por un hombre y el de tener un final feliz en el amor. Y cuando va pasando el tiempo y esta persona no lo consigue, es utilizada o vive un desengaño muy grande puede causar un daño en su psicología que la lleve a tener un trastorno como puede ser la erotomanía o a una conducta obsesiva. Pero no es gratuito, es porque hay una presión detrás que la está empujando y haciendo más vulnerable que los hombres a padecer ese tipo de sufrimientos.

Justo de eso te quería preguntar… lo veo también en las chicas de mi generación, esto de ponernos la etiqueta de “intensas”, a modo de preaviso o parte de nuestra carta de presentación.

Es que no ha evolucionado mucho, es curioso que las niñas todavía tienen ese aprendizaje. Hay una cosa interesante que hablaba hace poco de que las niñas tenemos de pequeñas muchas emociones vetadas como el enfado o la rebeldía. Estamos mucho más educadas en el complacer, gustar, ser buenas y entender a todo el mundo. Esas energías y emociones que no salen porque están reprimidas parece que la única vía que tienen de expresión es esa cosa del romanticismo. Y todo se condensa ahí, toda la intensidad, la rabia. Es como el lugar en el que se nos permite canalizar las emociones. Es un doble juego: romanticismo sí, pero no te pases de romántica que también tienes que ser aceptadora y ligera. Es imposible de sostener…

Y ahora que el álbum ya está vivo en el mundo… ¿Qué te pasa a ti cuando lo escuchas? ¿Cómo lo recibes?

Cada disco es una experiencia distinta. En este caso, la verdad es que estoy contenta porque estoy recibiendo muy buen feedback. Tengo la sensación de que es un disco disfrutable en el sentido de que, es verdad que hay mucha emoción condensada en color de romance, pero también es disfrutón y que tiene esta parte lúdica que está siendo bien acogida. Me hace ilusión porque lo que más me llena de hacer música es que la gente lo reciba y lo disfrute, que llegue y que lo puedan hacer propio. Que tengan el viaje que tengan que tener con él.

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